miércoles, 14 de julio de 2010

Ficha pedagogica U3: "La subjetividad y el sujeto. La alteridad"

Cátedra: Cultura y Subjetividad
Profesores: Susana Copertari y Carlos Nuñez

Unidad Didáctica Nº 3 (III.2)
La subjetividad y el sujeto. La alteridad

Nacido en Egipto en 1948, realiza sus estudios en Francia y obtiene el doctorado en psicología en 1976, luego un doctorado en letras y ciencias humanas en 1983. Llega a ser asistente y luego profesor de psicología clínica y patológica en la Universidad de París VIII a partir de 1986.
Tobie Nathan se interesa por el psicoanálisis, las psicoterapias y la etnopsiquiatría. Le importa en todo momento estudiar los lazos entre psicopatología, prácticas clínicas y entorno social. Funda en 1993 el Centro Georges-Devereux, centro universitario de apoyo psicológico de las familias migrantes, en el seno de la Universidad de París VIII. Este centro reúne tanto un espacio clínico específico, como investigaciones universitarias en psicopatología y psicoterapia, así como la formación de estudiantes de posgrado.
Fue fundador de la revista Ethnopsychiatrica con Georges Devereux en 1978, de La Nouvelle Revue d'ethnopsychiatrie en 1983 y de Ethnopsy / Les mondes contemporains de la guérison en 2000.
La etnopsiquiatría estudia la psicoterapia dentro del universo familiar y cultural del paciente. Tobie Nathan ha propuesto la revaloración de las terapias tradicionales (las cuales toman en cuenta el significado que los pacientes le atribuyen a su enfermedad, a veces postulando explicaciones consideradas sobrenaturales por la medicina occidental, como la presencia de espíritus, maleficios, etc.). Los adversarios de la etnopsiquiatría consideran que tal método es un retroceso hacia técnias de sugestión superadas por Freud. Además de la psicoterapia hacia inmigrantes, Nathan ha destacado la importancia que tiene el apoyo grupal en ciertos transtornos mentales y comportamentales: grupos como Mediagora (pacientes que sufren fobias), Autisme France (padres de niños autistas), AFTOC (asociación de pacientes que sufren de conductas obsesivas y compulsivas), etc.
Tobie Nathan, por su consulta psiquiátrica prestada a inmigrantes, desplazados y refugiados en los centros de salud en París, ha llegado a la convicción de que "la cultura es un sistema psico-sociológico, no biológico pero funcionalmente muy comparable a una especie biológica". Es el sistema que no sólo vuelve coherente el espacio social, sino también, y sobre todo, el sistema interior de los individuos que les permite circunscribir su espacio psíquico...”. Nathan es llevado a la conclusión de que la cultura desempeña una función crucial en la construcción y en la homoestasis del aparato psíquico. Así como la cultura - en la dimensión colectiva - obra para la preservación del grupo dentro de sus fronteras políticas, de manera análoga el aparato psíquico es el dispositivo que traza y sostiene - para el individuo - los contornos que lo individualizan. Entonces Nathan concluye "que cultura y psique son homólogas, funcionalmente redundantes (mantener la identidad del sistema que preservan, a la vez su delimitación y sus intercambios con otros sistemas que se empeñan en definir como semejantes) y los únicos sistemas susceptibles de gestionar el vínculo con el otro"
Por tanto, es el grado de funcionalidad y de vitalidad de una cultura la que, al asegurar la homoestasis psíquica de la persona, también preserva la salud mental. En esto radica su importancia psicológica, que manifiestamente es imposible exagerar. Dos son las funciones psicológicas que toda cultura solvente debe cumplir, sostiene Tobie Nathan: primero, evitar la perplejidad y, segundo, evitar el pavor. “Evitar la perplejidad” significa que la cultura idealmente debe proporcionar un conjunto suficientemente satisfactorio de prácticas, creencias y relatos canónicos como para constituir un marco explicativo que confiera una significación coherente a la vida humana. Dicho de manera sucinta, una cultura debe disponer de un acervo de respuestas convincentes para evitar el surgimiento de interrogaciones desconcertantes y paralizantes. Es obvio que pocas culturas son capaces de garantizar una vida humana totalmente exenta de toda necesidad de auto examen. Y tampoco es seguro que tal objetivo sea siquiera deseable. Pero también es cierto que algunas culturas son manifiestamente incapaces de proporcionar un mínimo de sosiego mental. En una carta a Marie Bonaparte, Freud, pocos años antes de su muerte, escribió: “El momento en que uno indaga por el sentido o el valor de la vida uno está enfermo. Este apunte de Freud no puede ser descartado a la ligera como otro signo más del supuesto pesimismo de su vejez. Es más bien el lúcido reconocimiento de la incapacidad del occidente moderno de constituir una cultura capaz de evitar la perplejidad, de ahorrarle al individuo el desgarramiento de la hiperreflexividad, de la fascinación atormentada por su propia imagen y su disconformidad con los ideales imperantes.
Por razones de espacio, no podré examinar en detalle la otra función de evitación que toda cultura debe desempeñar, según Tobie Nathan: la de evitar el pavor. Pero para comprender su importancia se puede señalar que concierne a la función protectora que la cultura debe ejercer para, de manera análoga al aparato psíquico, evitar la efracción del espacio cultural. Correlativa a esa posible efracción se produce la extracción del sujeto, o más bien del núcleo del sujeto, por fuera de la membrana protectora de su cultura. Es decir, se trata de una violenta “des-culturación” en una interacción con el otro que equivale a una efracción traumática que deja serias secuelas. Las culturas tradicionales previenen tales violencias mediante otra forma de violencia que podríamos llamar profiláctica: rituales de pasaje, especialmente de iniciación que a menudo son deliberadamente dolorosos y traumáticos.
La condición humana se caracteriza por nodos de extrema sensibilidad, y suma fragilidad que cada cultura, a su manera, intenta proteger de posibles vulneraciones. Son nodos que ligan al cuerpo a lo que llamamos la mente y es la cultura la intermediaria entre los otros dos órdenes. Es gracias a ella, la cultura, como se realizan los virajes cruciales en la existencia humana: el nacimiento, la crianza, el abandono de la infancia y el ingreso en la adolescencia, la aceptación del género y la declaración de sexo, el hacerse esposo(a), hacerse padre (madre), la reconciliación.





Consigna de trabajo:

a) A partir de la lectura del texto: “El otro no es el mismo” En: Con V de Vian. Año 3 Nº 2 Abril-Mayo de 1993 del autor de referencia.
b) Analiza las funciones y sentidos de la cultura mediante los distintos procesos de transmisión cultural en las sociedades de iniciación y en las sociedades con educación.
c) Elabora un cuadro comparativo para presentar al profesor/ra.

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