lunes, 22 de noviembre de 2010

FORO: La globalización. Consecuencias humanas- Zygmunt Bauman

La meta de este análisis es establecer un nexo, un vinculo entre El malestar en la cultura de Freud y Globalización. Consecuencias humanas de Bauman.
Los hombres son sujetos de deseo que aspiran a la felicidad, quieren llegar a ser felices y cuando lo son, no quieren dejar de serlo. Esta búsqueda tiene un fin positivo que es experimentar sensaciones placenteras y un fin negativo que es evitar el dolor y el displacer. En general, el hombre suele rebajar sus pretensiones de felicidad: con finalidad de evitar el sufrimiento relega a segundo plano la de lograr placer. La satisfacción de los instintos implica felicidad y se convierte en sufrimiento cuando el mundo exterior nos priva de ella. Para evitar el sufrimiento hay que dominar las necesidades instintivas. Dice Freud: “El programa que nos impone el principio de placer, el de ser felices, es imposible. Lo que no significa que no deba intentarse de la felicidad.
Bajo una línea racional, el individuo debería tender a estar en armonía con sus semejantes, tratar de establecer vínculos afectivos positivos, estar en un estado de tranquilidad con la cultura, etc. Si bien el ser humano tiene una tendencia inconciente de asociarse y agruparse cada vez con un mayor numero de individuos, gracias al Eros, es decir el impulso de amor que demuestra que esta es la causa determinante de la Globalización mundial, también confluye dentro del individuo una pulsión opuesta, de destrucción de desunión, de "maldad" pondríamos decir, citando un fragmento del Malestar en la cultura que dice: "La verdad oculta tras de todo esto, que negaríamos de buen grado, es la de que el hombre no es solo una criatura tierna y necesitada de amor, que sólo osaría defenderse si se le atacara, sino, por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas también debe incluirse una buena porción de agresividad. Por consiguiente, el prójimo no le representa únicamente un posible colaborador y objeto sexual, sino también un motivo de tentación para satisfacer en él su agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y matarlo."
Entonces, si el ser humano no puede controlar sus pulsiones porque son completa e indiscutiblemente inconcientes, y hay dentro del mismo dos pulsiones opuestas, en constante convivencia y lucha a la vez, de las cuales unas los lleva a asociarse y crear vínculos de igualdad (Eros) y otra lo lleva a la destrucción, a atentar contra su par (Tánatos) podríamos descifrar esto y afirmar que el ser humano lleva penetrada en si la necesidad de constituirse como un ser social, de estar en contacto con un numero mayor de personas, es guiado por el principio de placer que lo induce a la necesidad de sentirse bien consigo mismo y con sus pares. Pero cuando logra ese vinculo cada vez mayor, cuando esta rodeado de personas como el, cuando esta intentando satisfacer ese principio de placer, entra en juego también el Tánatos, el principio de destrucción, la necesidad de atentar contra el que tiene al lado y en muchos casos también contra si mismo y esto genera graves consecuencias tanto en su cultura como en las culturas vecinas con quienes estableció relaciones.
La cultura es la suma de producciones e instituciones que distancian nuestra vida de nuestros antecesores animales y tiene dos fines: por un lado proteger al hombre contra la naturaleza, y por el otro, regular las relaciones de los hombres entre si. Mediante su papel establece prohibiciones: la elección del objeto queda restringida a la persona del otro sexo, las satisfacciones extragenitales son consideradas como perversiones, la imposición de una vida sexual idéntica priva a muchos hombres de su verdadero goce sexual, la sexualidad es solo un instrumento de reproducción humana y no fuente de placer en si. Solo los débiles se someten a las exposiciones y hacen que la sexualidad se halla en un proceso involutivo.
La sexualidad implica una relación entre dos personas, cuando ambos se aman se bastan así mismos, la cultura implica una relación entre mayor numero de personas y pretende ligar a los miembros de la comunidad con lazos libidinales sirviéndose de cualquier recurso para la cual es necesaria la restricción de la vida sexual.
La cultura se ve obligada a imponer barreras a las tendencias agresivas del hombre para dominar sus reacciones, de ahí las restricciones de la vida y el precepto de amor al prójimo como así mismo. La cultura impone sacrificios a la sexualidad y a sus instintos agresivos por eso al hombre se le hace tan difícil encontrar la felicidad en ella. Básicamente el hombre no encuentra la felicidad en la cultura, por que ella la reprime. La cultura impone y comprime pero al mismo tiempo permite. El sujeto debe ceder ciertos aspectos de su vida y a la vez puede quedarse con algunos. Hay un malestar entre lo que el sujeto quiere alcanzar con sus deseos y lo que la sociedad le permite.
La culpabilidad es el problema mas importante de la evolución cultural, es sentimiento de culpabilidad tiene dos orígenes: el primero, el miedo a la autoridad que obliga a renunciar a la satisfacción de los instintos y en segundo lugar, el temor al super-yo que implica un castigo en rigor de la conciencia moral. La cultura debe aumentar y acentuar el sentimiento de culpabilidad para lograr una masa amalgamada; el precio es la perdida de la felicidad.
El hombre moderno se enorgullece de sus conquistas técnicas pero este dominio esperado y anhelado durante milenios, no ha hecho elevar la satisfacción placentera o hacer sentir mas feliz al ser humano. El dominio de la naturaleza, no es el único requisito de la felicidad humana. Para brindarles un claro y conciso ejemplo podríamos hablar de la ciencia. Esta se origina principalmente para ser solución a diversos problemas de la humanidad. El hombre trata de ayudar a la humanidad: Eros, pero a lo largo de la historia se ha abusado de la misma para fines no siempre positivos, como por ejemplo, fines bélicos que atentan contra los demás, aquí es donde el hombre demuestra si instinto de destrucción: Tánatos.
Freud va a ver en la pulsión de muerte, la pulsión por excelencia. La frustración cultural rige el vasto dominio de las relaciones sociales entre los seres humanos, y en ella reside la causa de la hostilidad opuesta a toda cultura.
Lo cierto es que la tesis freudiana de la violencia como innata, debe siempre tomarse en relación con las sucesivas formas históricas que adopta. En el presente el fenómeno más reciente que se designa como globalización da como resultado la creciente desaparición de los límites y fronteras que garantizaban la identidad, así como la ruptura, también creciente, de las posibilidades de identificación y cohesión en los grupos/naciones, etc.
Es importante remarcar que la ciencia genera conocimientos (de hecho, ninguna otra forma de relación del hombre con la naturaleza produce los mismos resultados) pero no hay absolutamente nada en la ciencia que especifique o restrinja el uso que podemos darle a esos conocimientos. Es más, la ciencia no obliga a ningún tipo de decisión: es éticamente neutra. Toda la “culpabilidad” recae sobre el hombre e incumbe a los científicos, que junto a otros importantes agentes, deben tomar la responsabilidad especial de evitar las aplicaciones de la ciencia que son éticamente erróneas o que tienen consecuencias negativas.
Según Freud, luego de todo este análisis continúa sosteniendo que en la psiquis es posible la preexistencia de contradicciones. Estas se traducen en la vida social del ser humano, generando diversas diferencias que opacan las relaciones entre ellos. Parece indudable que no nos sentimos del todo cómodos con nuestra cultura, muchas veces reaccionamos en contra de esta que intenta aglutinarnos y hegemonizarnos. El destino de la especia humana dependerá de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva que emanan del instinto de agresión y autodestrucción.
La globalización en un fenómeno amplio y muy difícil de abarcar en su totalidad, en vista de que en escasos treinta minutos no alcanzaríamos a describirla, y mucho menos a analizarla, en totalidad, decidimos enfocarnos sobre un aspecto, quizás el más destacado de la misma.
Lo más llamativo del fenómeno globalizador como lo conocemos hoy en día es la insaciable disparidad de estratos sociales que deja. La increíblemente llamativa diferencia entre "clases altas y clases bajas" lo que llevado a un fenómeno global traducidirá en "mundos", dígase de la diferencia entre países como Estados Unidos que conforman el primer mundo, y países como el nuestro que es designado como "tercer mundo". El modo de producción capitalista en el que vivimos se basa en la desigualdad económica que conlleva a otro tipo de desigualdades como la intelectual, cultural, etc. Estas desigualdades son fomentadas e intensificadas, lo que produce que lo mismo suceda dentro del mismo ser humano.
La globalización, según Bauman es un proceso que licua el presente y el futuro, aniquila totalmente las restricciones espaciales y temporales. Al haber una ausencia de un centro, nada dentro de la globalización tiene un lugar fijo o establecido. La globalización es el “nuevo desorden mundial”, este es un rasgo inseparable de este mismo proceso que en principio intentó convertirse en universalización. Este concepto consistía en transmitir la esperanza, la intención y la resolución de crear el orden verdaderamente global; en su lugar surgió la globalización que trajo consigo efectos claramente indeseados más que iniciativas y emprendimientos. La globalización está fuera del alcance de la capacidad de planificación de individuales, ya que hay fuerzas anónimas que se nos imponen. Que algunos tengan la libertad de elegir su destino provoca que otros tiendan a hundirse cada vez más en una vida carente de perspectivas.
La formación que brinda la sociedad posmoderna a los individuos, se refiere, al deber de cumplir la función de consumidor. Un buen ciudadano es un buen consumidor. El ciudadano debe mantenerse alerta, utilizar todos los elementos posibles para acceder a los productos en el menor tiempo posible, debe satisfacer sus necesidades instantáneamente. Para esta reducción del tiempo es necesario que los consumidores no fijen su atención durante mucho tiempo, sino que sus intereses (siempre hacia objetos del mundo exterior) estén en constante movimiento.
La función reguladora que debería cumplir el Estado para mantener el equilibrio está cada vez más ausente. La pérdida de la capacidad de equilibrar fue una de las causas de la aparición y resaltamiento de las brechas sociales.
La red global de comunicaciones y servicios (componente de la cultura) es utilizada de manera muy selectiva. John kavanagh dice: “La globalización es una paradoja: beneficia mucho a muy pocos, a la vez que excluye o margina a dos tercios de la población mundial”.
Para culminar nuestro análisis y demostrar cómo las contradicciones del mismo ser humano (pulsión de amor y pulsión de muerte) repercuten en las relaciones sociales creadoras de cultura, decidimos analizar algunos recortes periodísticos y con ellos ejemplificar lo antes propuesto. Hemos optado por diferentes medios gráficos, para de esta manera establecer también una articulación con la carrera de Comunicación Social.
La primera noticia corresponde al medio nacional Página 12, ella se titula “Las experiencias en otros países” trata del proyecto de ley para la protección y la restitución de los derechos de las personas en situación de calle. Para este proyecto se utilizó el aporte de la Federación Europea de Asociaciones Nacionales que trabaja con personas sin hogar y se nutrió de dos experiencias brasileñas: la del Movimiento Nacional de Gente en Situación de Calle y la ONG Rede Rúa Brasil, además de otras experiencias internacionales. En esta noticia se puede ver cómo interactúan las naciones frente a la preocupación que genera la existencia de personas sin hogar que son producto de la constante y creciente desigualdad. En nuestro país, la cantidad de personas sin techo fue un tema que repercutió durante todo el año por su gravedad y complejidad en los variados medios masivos e comunicación. Esta interacción se ve efectivizada por los medios cada vez más tecnológicos de comunicación que hacen posible el traspaso inmediato de información.
La segunda noticia se titula “El tamaño de la clase media aún es más chico que en 1994” y pertenece al diario La Nación. En ella dice que la clase media de la Argentina es un factor que distingue a este país de sus vecinos latinoamericanos. A pesar de haberse recuperado de la crisis de 2002, aún se encuentra a un nivel menor que el de 1994. En los últimos 35 años, se observa un aumento de la pobreza y un retroceso de la clase media. A lo largo de esta nota se puede entrever cómo fueron los altibajos sufridos en la clase media a causa de las desigualdades económicas y las imposiciones de los que poseen poder económico.
La tercera noticia se titula “La conectividad para todos ayuda a acabar con la pobreza” y pertenece al diario La Nación. Un periodista neoyorkino escribe para La Nación una nota en la que se refleja la revolución tecnológica de la información, que es la fuerza más poderosa para el desarrollo económico en el mundo de hoy. Además cuenta cómo la comunicación ha llegado a todos los lugares del mundo, lo que nos ayuda a sostener la idea de que la globalización es un fenómenos fuertemente comunicacional que licua la realidad y nos permite “estar” en un mismo instante en muchos lugares.
La última noticia analizada fue publicada por el diario La Nación y su título es “Persiste en los hogares pobres el déficit de acceso a servicios” vemos cómo nuevamente el tema de la globalización hace diferencia en cuanto a clases sociales, beneficiando a unos pocos en deterioro de unos cuantos. Según un informe, los hogares marginados tienen cada vez menos acceso a servicios públicos tales como gas natural, red chacal, agua corriente etc, el mismo concluye, que pese al crecimiento económico, las mejoras en cuanto a la carencia habitacional fueron leves en líneas generales. El consumo no es accesible para todos de igual manera. El incesante y depravado mundo consumista actual provoca que unos consuman en exceso y fuera de sus necesidades, mientras que otros no pueden satisfacer sus necesidades básicas.
A pesar de que hemos tomados solo cuatro artículos mediáticos que nos han servido de ejemplo, queremos agregar que el proceso de globalización abarca todas las esferas de la actual vida humana y se reflejan día a día por los medios de comunicación. Se pueden encontrar infinidades de ejemplos que den cuenta de la importancia sustancial de las diferencias y contradicciones sociales y económicas en el mundo globalizado.


Como estudiantes de Comunicación Social debemos ser concientes del papel que tiene nuestro mensaje, más aún en la cultura globalizada que multiplica y reproduce los mensajes instantánea e infinitamente. Hoy los comunicadores son creadores y reproductores de cultura, esa cultura que la recibimos de los medios.


Di Liscia, Emilia.
Eckart, Delfina.
Martín, Elisabet.
Miedema, Sofía.

18/11/2010

FORO: "El por que de la guerra" - "El malestar en la cultura" Freud

EL MALESTAR EN LA CULTURA

El sentimiento oceánico como fundamento de la Religión:
En su texto “El malestar en la cultura” Freud hace una primera referencia a la religión, nombrándola como una ilusión. Pero luego, tras la opinión de un amigo el cual considera a la religión como un sentimiento particular que no suele abandonarlo, y que nombra como “sensación de eternidad” o como “sentimiento oceánico”, toma está definición y es en ella donde nos detendremos.
Este sentimiento oceánico es subjetivo, ya que es la fuente de energía religiosa que los sistemas religiosos captan, orientan y agotan. Solo sobre la base de este sentimiento puede uno llamarse religioso. Actúa como una atadura indisoluble, una co-pertenecia con el todo del mundo exterior. Freud le atribuye a esta sensación de eternidad una visión intelectual, y más aún; le parece tan extraña la idea de que el ser humano reciba una noción de su nexo con el mundo que lo rodea mediante un sentimiento inmediato que opta por explicarlo psicológicamente. En este punto, Freud dice que la única certeza que tenemos es nuestro yo propio. Se lo ha considerado como autónomo, como liberado de todo lo otro, mas bien dice Freud, el yo se continúa hacia adentro en un ser que designamos “ello” y al que sirve como fachada.
Para explicar mejor esto nos dirigimos al lactante, el cual no separa su yo de un mundo exterior como fuente de sus sensaciones. En el lactante se contrapone por vez primera al yo un objeto como algo que se encuentra afuera y solo mediante cierta acción es esforzado a aparecer, es decir, el pecho materno. Mas tarde las sensaciones de dolor y displacer son las que separan al yo de la masa de sensaciones y las que permiten reconocer un mundo exterior.
Nace así la tendencia de eliminar del yo todo lo que causa displacer y a formar un yo-placer al que se contrapone un ahí-afuera. En este punto, dice Freud “originariamente el yo lo contiene todo, mas tarde segrega de sí un mundo exterior”.
Freud hace dos comparaciones, una con la ciudad de Roma y otra con el cuerpo humano, para demostrar que las fases anteriores al desarrollo no se han conservado en ningún sentido. La conclusión de estas comparaciones es que la conservación de todos los estadíos anteriores junto a la forma última solo es posible en lo anímico. Estamos entonces en condiciones de admitir que en muchos seres humanos existe un sentimiento oceánico que es atribuido a una fase temprana del sentimiento yoico. Cabe preguntarse qué titulo tiene este sentimiento para ser considerado como la fuente de las necesidades religiosas. En cuanto a esto Freud responde que este sentimiento es considerado fuente de las necesidades religiosas ya que constituye la expresión de una intensa necesidad. Y en cuanto a las necesidades religiosas podemos afirmar que derivan del abandono infantil y la añoranza del padre que aquel despierta.
Podemos concluir de esta manera que este “sentimiento oceánico”, este ser Uno con Todo se nos presenta como un consuelo religioso del peligro que el yo distingue amenazándolo desde el mundo exterior.

La búsqueda de la felicidad:
La vida humana, tal como nos es impuesta, nos trae alegrías y fortunas, así como dolores y tareas insolubles; y para soportarla, no podemos prescindir de una suerte de “calmantes” por llamarlos de alguna manera. Los hay de tres clases: poderosas distracciones, satisfacciones sustitutivas y sustancias embriagadoras.
El primer tipo refiere a la acción de dispersarse mediante diversas distracciones cotidianas; desde el cultivo de un jardín o el salir de compras, hasta profundizaciones en la actividad científica. Luego, en el lugar de las satisfacciones sustitutivas se enmarcan las que ofrecen disciplinas como el arte; son ilusiones respecto de la realidad. Y por último, las sustancias embriagadoras son las que influyen en nuestro organismo (método más efectivo, pero posee caracteres peligrosos y dañinos).
En consecuencia de todos estos obstáculos que la vida nos presenta, aparece en el hombre la gran pregunta sobre el fin de la vida: ¿Qué es lo que los humanos dejan discernir como fin o propósito de su vida? ¿Qué es lo que exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar? No es difícil acertar con la respuesta: todos los hombres buscan la dicha, la felicidad; tanto alcanzarla como mantenerla en pie (convirtiéndose esto en el móvil que impulsa a actuar al hombre).
Esta aspiración tiene una doble dirección: por un lado quieren la ausencia de dolor y el displacer; y por el otro, vivenciar al máximo intensos sentimientos de placer, siendo la “dicha”, en su aspecto literal, lo que define lo segundo; mientras que “felicidad” alude a la satisfacción repentina de necesidades retenidas solamente posible como un fenómeno episódico.
En muchas oportunidades, al hombre se le presenta difícil el logro del objetivo dichoso (la máxima sensación placentera durante el máximo de tiempo), pero encuentra mucho menos difícil la experimentación de la desdicha. Así, el sufrimiento puede atacar al ser humano desde tres puntos de amenaza: desde el cuerpo propio, el cual no puede prescindir del dolor y la angustia; desde el mundo exterior, que puede embestir sus grandes furias sobre nosotros con gran facilidad; y desde los vínculos con otros, siendo esta, tal vez, la fuente más dolorosa y punzante.
Entonces, dada esta enorme facilidad que tiene el hombre para experimentar el sufrimiento, su búsqueda se encaminará a evitar el dolor más que a conseguir la dicha. Para ello, el individuo podrá adoptar distintas técnicas: una es la de controlar los instintos humanos, impidiendo que, al no lograr con las metas que estos conllevan, se presente el sufrimiento o la desilusión; otra, es efectuar un desplazamiento de la libido, es decir, la sustitución de fines acarreados por los instintos, por diversas actividades( por ejemplo de tipo intelectual); también la imaginación o la fantasía pueden entrar en juego para hacer desaparecer el dolor, aunque sea por unos momentos.
Por último, en varias ocasiones, el fundamento de vida se basa en torno al amor y a la grata sensación que produce la satisfacción del instinto o el deseo sexual; pero tal práctica se orienta a la búsqueda positiva del placer más que a evitar la desgracia o el sufrimiento, presentándose su mayor inconveniente en el momento en que no se es capaz de alcanzar el objeto de nuestro amor, o cuando este se pierde.

La cultura:
El término cultura designa la suma de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines:
A- proteger al hombre contra la naturaleza
B- regular las relaciones de los hombres entre sí.
Esta es la primera aproximación de Freud de la cultura.
En tiempos antiguos los dioses han encarnado siempre el ideal de la cultura, aquello que el hombre anhelaba pero que le estaba vedado. Este ideal ha sido casi alcanzado por la civilización actual y podemos decir que el hombre, gracias a los avances científicos, se parece mucho mas a sus dioses, aunque por el contrario, no goza de la felicidad que cabria esperarse.
Al principio reconocemos como culturales todas las actividades y valores que son útiles para el ser humano en tanto ponen la tierra a su servicio, lo protegen contra las fuerzas de la naturaleza, etc.
Si retrocedemos en el tiempo encontramos que la domesticación del fuego sobresale como un logro extraordinario, sin precedentes. Mas adelante encontramos que los motores ponen a su disposición fuerzas enormes, el barco y el avión hacen que ni el agua ni el aire constituyan un obstáculo para su marcha. Luego, con el microscopio vence los límites de lo visible que imponía la estructura de su retina. Si nos venimos mas hacia la actualidad, que con la ayuda del teléfono celular la escucha vence las distancias, y así podríamos seguir con los ejemplos.
Por otro lado, la cultura nos permite apreciar lo inútil, notamos que lo inútil cuya estima esperamos por la cultura es la belleza; exigimos que el hombre culto venere la bella donde la encuentre en la naturaleza y que la produzca en las cosas cuando pueda lograrlo con el trabajo de sus manos. Otros de los requerimientos de la cultura los constituyen los signos de la limpieza y el orden. La suciedad de cualquier tipo resulta inconciliable con la cultura. Por su parte el orden presenta la ventaja del aprovechamiento al máximo del espacio y el tiempo. Otro requisito de la cultura lo constituye la justicia, es decir, la seguridad de que el orden jurídico ya establecido no se quebrantara para favorecer a un individuo. El derecho se opone a la fuerza de cada individuo por separado, es decir, que representa al poder de la comunidad. Podríamos decir, por lo tanto, que la libertad individual no es un patrimonio de la cultura.
Como rasgos distintivos de la cultura, podemos citar las funciones psíquicas superiores, las tareas intelectuales, científicas y artísticas. Por otro lado, encontramos el papel rector atribuido a las ideas en la vida de los hombres que tienen los sistemas religiosos, las especulaciones filosóficas y las utopías político-morales.
También es fundamental el hecho de que la cultura regule las relaciones sociales, es decir, los vínculos sociales que los seres humanos entablan como vecinos, como objeto sexual de otra persona, como miembros de una familia, etc.
Se puede decir que la sublimación de los instintos permite el desarrollo de las actividades intelectuales, de vital importancia para cualquier civilización. La renuncia a la satisfacción de los instintos hace posible la cultura, aunque aquí hay mucho que decir: precisamente el objeto de una cultura sana es el equilibrio entre la represión de los instintos que imponen las necesidades colectivas y la necesidad de satisfacerlos que tiene el individuo.

El origen de la cultura:
La unidad primitiva que dio lugar a los fenómenos culturales fue la familia. El origen de esta es, la necesidad de satisfacción genital que tiene el macho y que le impulsa a retener una hembra. Al hembra permanece en la unidad familiar con el fin de proporcionar la seguridad que el macho le brinda a ella.
En la familia aun no hay elementos culturales, sino que el padre impone por complejo su voluntad. La asociación entre hermanos para derrocar a su padre, aparece en la cultura como la idea de que esta asociación de varios individuos podría conllevar a hacerles más fuertes e incluso felices.
A esto se le llama fase totémica del desarrollo humano, en ella el hombre se establece restricciones necesarias para consolidar un nuevo orden.
El fundamento de la cultura es doble: por un lado están las necesidades que impone el medio ambiente y por el otro, la necesidad del amor sexual, que según Freud, este cumple un papel fundamental en la evolución de la cultura

El amor
Una manera de que la tendencia al amor no produzca sufrimiento es desplazar el acento del objeto amado al mismo acto de amar, de forma que el rechazo del ser amado no constituya un motivo de dolor. Esta medida se complementa con la eliminación de la satisfacción genital como finalidad del amor, transformándolo así en un instinto coartado en su fin (aunque inconscientemente siga siendo sexual). Esta reordenación psíquica permite llevar a la práctica el amor universal a todos los seres humanos que prescriben ciertas éticas, pero sirve, sobre todo a un fin cultural: al eliminar el carácter exclusivo que tiene el amor sexual, hace posible los vínculos de amistad y los vínculos con la comunidad, más amplios, que no pueden tener su origen solamente en el convencimiento racional de que son beneficiosos para el individuo.
Sin embargo, la cultura impone severas restricciones al amor. Un ejemplo es la salida del individuo del ámbito familiar al social, reflejada en los ritos pubertad. La mujer es un foco de resistencia a la cultura dentro de la familia por el mismo motivo: las fuerzas que el macho necesita para cumplir las exigencias socioculturales las extrae principalmente de la vida sexual y de la mujer que, viéndose relegada, adopta frente a la cultura una actitud hostil. Este es el motivo de la cultura occidental reprima con fuerza el sexo, ya que extrae de él la energía que necesita para su desarrollo. Para evitar que el poderoso instinto sexual consuma las fuerzas que necesita para sí, la cultura educa al individuo desde su infancia, reprimiendo sus conductas sexuales instintivas y homogeneizando su sexualidad, al delimitar al amor genital heterosexual y monógamo.
Hay, no obstante, otro factor en juego: la agresividad instintiva del individuo. Al fomentar vínculos de amistad mediante el instinto sexual inhibido, se intenta contrarrestar la hostilidad natural de unos hombres contra otros. Sin embargo, dice Freud, en el nivel “consciente” de la cultura no se admite la tendencia del hombre a la crueldad, se niega su existencia (como la de los instintos sexuales infantiles) y se fabrican éticas irracionales como la cristiana, basadas en la supuesta inclinación del hombre hacia el bien, que reprimen y niegan la agresividad. Otra forma de enfrentarse a ese problema es crear un núcleo cultural restringido, permitiendo que la agresividad se descargue contra lo extraño, lo diferente, como hace el nacionalismo. A ojos de Freud, el comunismo tampoco es una solución pues presupone que la causa de la hostilidad es el modo de organización social. Freud no niega la importancia que tienen en este asunto las condiciones materiales, pero considera que son más bien factores inherentes a la cultura misma y a la constitución física del individuo los que determinan la conducta violenta del hombre y que, como ellos, no es susceptible de reforma.

El instinto de destrucción:
Sadismo es definido como la satisfacción sexual acompañada por la satisfacción por medio de la violencia, donde existen dos instintos primarios: el Eros, el amor, y el instinto de destrucción, cuya satisfacción es el placer.
Ambos nacen del narcisismo, del yo infantil y pueden dirigirse en un principio hacia los objetos pero también luego van dirigidos hacia el propio yo. Es aquí donde podemos decir que la agresión que no puede descargarse hacia fuera, lo hará hacia adentro.
La cultura por principio reprime el instinto de agresión y crea en la psique una división: el yo y el súper yo. El súper yo ejerce sobre el yo la misma violencia que el yo ejercería sobre los objetos sino hubiera sido reprimido por la cultura.
El súper yo es la conciencia moral y llamaremos a la tensión entre el súper yo y el yo, sentimiento de culpabilidad

El sentimiento de culpabilidad:
Este, proviene de la conciencia que tiene el individuo de haber realizado o la intención de realizar un acto considerablemente malo. Este acto no proviene del sujeto, pues hay actos malos que son satisfactorios, sino que deriva del miedo a la perdida del amor de los padres en el niño y de la perdida de la protección de la sociedad en el adulto.
Un acto malo surge del medio social.
Este miedo del individuo pasa a ser parte del sujeto por medio del súper yo, que reprime las satisfacciones reales de los instintos, y a la ves reprime la toma de conciencias de estos instintos. Cuanto mejor se comporta el sujeto, mas duro es el trato que recibe de su súper yo, de su conciencia moral, esto se debe a que el instinto crece con la insatisfacción.
Se produce una renuncia instintual por miedo a la autoridad externa, por miedo a la perdida de amor de los demás para con el sujeto. Esta renuncia da lugar al súper yo, o conciencia moral, que implica la identificación de una mala acción con mala intención, creando el sentimiento de culpabilidad.
Cada vez que el yo renuncia a agredir a algún objeto externo, pese a desearlo vivamente, el súper yo incorpora este deseo y lo cumple sobre el yo, al tiempo que el yo es castigado por su mala intención.
Este sentimiento de culpabilidad deriva del complejo de Edipo, debido a la ambivalencia amor-odio que sentían los hermanos para con el padre, cuando finalmente lo matan, aparece con mas fuerza el amor que sentían por el, y queda bajo la forma de remordimiento. Los hermanos instauran restricciones para evitar que se repita este suceso, se crea el súper yo, y dada la omnisciencia del súper yo, la intención es suficiente para hacer aparecer el sentimiento de culpa.
En el ámbito cultural existe una instancia parecida al súper yo, donde tratan de eliminar la agresividad del individuo, al igual que el súper yo, no tienen en cuenta los anhelos de felicidad del individuo, sino tan solo el bien de la comunidad, por lo que se reprime los instintos, como el súper yo. Un buen ejemplo de esto seria el mandamiento “amaras a tu prójimo como a ti mismo”, que es irrealizable tanto para el sujeto como para la sociedad, lo que lleva a cabo a ambos a la rebelión o la infelicidad.


EL PORQUE DE LA GUERRA

En este articulo, Freud, intenta pensar el fenómeno de la guerra como manifestaciones de violencia, vinculo de poder/violencia, como forma de relación social. Se ocupa particularmente de considerar los efectos que trae consigo la guerra para la vida psíquica de las personas.
Sigmund define a la guerra como una “transgresión mayor”, y sus aportes pueden situarse en la vida cotidiana y el trascurrir las actividades de los hombres. La cual explica, que la guerra se refiere a un fracaso con relación a los ideales de estado. La misma, aflora en los estados mas primitivos de la cultura, donde se basaba en relaciones de dominación, y el cual fue superado por el acto mismo de matar los códigos de convivencia y leyes que regulan a la sociedad (por la desigualdad producida)
La guerra como transgresión mayor trae para la humanidad dos efectos: una profunda desilusión y un cambio en nuestra actitud hacia la muerte.
La desilusión esta dada por la visión del comportamiento de las naciones que participan de la guerra, y el hecho de que individuos civilizados puedan actuar con un grado tal de brutalidad ante sus semejantes.
Lo que Freud llama como un cambio en nuestra actitud debe ser pensado como un cambio en relación con los ideales de la sociedad, con la actitud hacia la muerte, es decir, las personas se creen como héroes que no pueden creer en su propia muerte, por lo que señalan a los extraños como enemigos cuya muerte debe pasar por alto la muerte de sus pares.
La guerra es un producto humano, en el cual, en ese tiempo se rompe el pacto social construido, y al generarse la imposibilidad de encontrar solución a dicha ruptura, por lo tanto se encuentra solución en la guerra y posteriormente en el caos y la desilusión.
El hombre tiene dentro suyo (mas allá del Eros =amor) una pasión latente de odio y destrucción, que emergen en situaciones inusuales, exaltándola hasta llevar a una psicosis colectiva. Einstein sostiene que la pulsión odiar y aniquilar, es la que lleva al hombre a la guerra. Y Freud lo rectifica al decir que algunas personas quieren unir y conservar, mientas que otras quieren destruir y matar, en ves de buscar soluciones pacificas.
Para concluir: Freud deposita la esperanza en un mundo de paz con un gran desarrollo de la cultura, mediante un uso de la razón y no de la violencia.

FORO: “Etnocentrismo e historia” Preiswerk, Perrot - “El malestar en la cultura” Freud

Para darle una introducción al etnocentrismo debemos comenzar definiendo el concepto de cultura. Por un lado entendiéndola como un conjunto de valores, comportamientos e instituciones de un grupo humano, aprendido, compartido y transmitido socialmente. Esta concepción totalizante de la cultura, abarca todas las creaciones del hombre y tiene un valor descriptivo y un carácter sincrético.
Por otra parte Freud la define como “la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de la nuestros antepasados animales y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza y la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres”.
Debemos distinguir que la cultura se diferencia de la sociedad ya que la primera emana y se caracteriza de la propia sociedad. Tampoco debemos confundir a la cultura con la naturaleza, el hombre se sitúa como superior a ella y pretende dominarla.
Afirmamos así que el desarrollo cultural es “la lucha por la vida de la especie humana”. “La convivencia humana solo se vuele posible cuando se aglutina una mayoría mas fuerte que los individuos aislados y cohesionada frente a estos”.
Así, las diferencias genéticas no intervienen en la determinación de las diferencias sociales y culturales entre grupos humanos. Entonces pareciera ser que los diferentes pueblos debieran explicarse por su historia cultural. Si bien la raza no determina a la cultura en tanto que es un factor hereditario, no es sin embargo ajena a la formación de culturas distintas.
En una sociedad en donde existe el malestar, provocado por no tolerar al otro, podemos hacer hincapié en la definición de etnocentrismo. Para llegar a su comprensión primeramente debemos conocer el término de etnia: es la unión entre la cultura y la sociedad. Más específicamente podemos definirla como un grupo social que se diferencia de los otros, por rasgos culturales específicos y un conjunto de opciones fundamentales.
Si hablamos de prácticas sociocentristas de acuerdo al grupo que se oriente recibirán un nombre diferente. En el caso de las prácticas aplicadas a la etnia hablamos de etnocentrismo. Este es definido como la actitud de un grupo que consiste en atribuirse un lugar central en relación a los otros grupos, en valorizar positivamente sus realizaciones y particularismos, y que tiene hacia un comportamiento proyectivo con respecto a los grupos de afuera, que son interpretados a través del modo de pensamiento del en-grupo. El etnocentrismo puede ser observado en distintos grados (sociocentrismo de clase, nacionalismo y etnocentrismo) y distintos niveles (microetnias, etnias regionales y macroetnias)
Esta noción debe ser distinguida de la de racismo, el cual consiste en “valorización, generalizada y definitiva de diferencias reales o imaginarias en beneficio del acusador y en detrimento de su victima, a fin de justificar sus privilegios y su agresión”.
El racismo hace intervenir siempre el aspecto físico: el racista confunde elementos culturales y morfológicos, o rechaza al otro en tanto que es racialmente diferente ignorando si es portador de rasgos culturales que el desaprueba. La subjetividad del racista debe ser aceptada como un dato principal, la identificación de la victima se da de manera diversa según las épocas y las sociedades.
Así podemos concluir diciendo que se busca asegurar la coherencia del en-grupo y la dominación sobre los grupos de afuera. Sin duda hay, un lazo de parentesco entre el etnocentrismo y el racismo.

La discriminación cultural o etnocéntrica consiste en cerrarse sistemáticamente a la influencia del sistema de valores de un grupo de afuera, mientras que la discriminación racial trata de evitar las relaciones, en su sentido más amplio, entre individuos de distintas razas. Así mismo el exterminio cultural o etnocidio consiste en quitarle a un grupo sus características culturales sin aniquilar al grupo mismo, mientras que el exterminio racial, o genocidio es la eliminación física del grupo.

A lo largo de nuestra historia el etnocentrismo se hizo presente en diversas esferas de la vida social haciendo imposible su desaparición absoluta, ya que solo puede sustituirse una forma por otra.
Repasando nuestra historia, reconocemos que uno de los casos más significativos y presentes de nuestra sociedad es el etnocentrismo que encuentra sus victima en los pueblos originarios.
Nuestro objetivo es entonces poder reflexionar entre todos acerca de la posibilidad de la re-construcción de una nueva historia en la que todos estemos involucrados.
El estado de Argentina celebra sus 200 años. Durante este tiempo se han cometido graves violaciones a los derechos humanos de los pueblos indígenas. Exclusión y genocidio comienzan en nuestro país con las campañas impulsadas por Mitre, Sarmiento y Roca, con el objetivo de expandir las fronteras y utilizar a los indígenas como mano de obra.
Este es un claro ejemplo de subordinación y de la ejecución de practicas etnocentristas, ya que se consideraban a estos pueblos, dueños de la tierra, como seres inferiores e incapaces de contribuir al progreso.
Este sentimiento de superioridad justificó tanto el maltrato físico como psicológico. Hoy en día no existe ninguna fecha importante establecida como feriado correspondiente a las Naciones Indígenas.
Los pueblos originarios consideran que sería mas justo celebrar el 11 de octubre como ultimo día de la libertad de América y no el 12, ya que fue en esa fecha que comenzó el genocidio mas grande de la humanidad.
Un claro ejemplo de la exclusión de la que son victima es la falta de difusión de sus fiestas tradicionales, como aquella en la que se homenajea a la madre Tierra, la Pachamama. Si bien es cierto que en el norte del país sí tienen una importante trascendencia, la mayoría de los jóvenes en el resto de la argentina celebran otras fechas que lamentablemente son provenientes de otras culturas, por ejemplo Halloween.
Los nativos sostienen entonces que estamos plenamente dominados por un euro centrismo, que nos hace rendir honores exclusivos a su dios dejando de lado nuestros orígenes, ignorando y olvidando los dioses propios de nuestras tierras.

A partir de la colonización, todos los seres humanos estamos racializados y etnoracializados. Si bien hoy ya no se considera la raza como una categoría de análisis, no se puede desconocer que el racismo existe y sigue siendo un instrumento de opresión de los pueblos originarios.
Es por este motivo que queremos replantearnos el porque de la diferencia y la indiferencia hacia ellos. ¿Que condición nos sitúa como superiores y nos hace pensar que son ellos los que deben integrarse? Pretendemos que se integren a nuestra sociedad como individuos activos y participen de una cultura que no coincide con su identidad. Su lucha no es por la integración, sino por la inclusión de sus bagajes culturales a nuestra sociedad y que a su vez esta inclusión sea recíproca.

A los pueblos originarios presentarse como unidad les permite consolidarse como un grupo con un pensamiento propio, valoraciones especiales, las cuales son usadas como herramientas que les ayudan a resistir y a seguir luchando.
Comunicar es resistir y el rol de la comunicación esta hoy en nuestras manos. Esta en nuestras manos el poder revertir esta situación.

Mariño Noelia
Cerdeira María de la Paz
Campos Ratti Rocío
Coniglio Franco
Simeone Fabricio
Azeretsky Gastón