jueves, 26 de agosto de 2010

Ficha Pedagógica U2: "El lugar del Mito y el surgimiento del logos. El rito"

Facultad de Ciencia Política y RRII
Escuela de Comunicación Social
Cultura y Subjetividad

Unidad Didáctica Nº 2
Tema: El lugar del Mito y el surgimiento del logos. El ritoProfesora Adjunta Lic. Susana Copertari
Motivo: Obras y pensamiento de Jean-Pierre Vernant: sus aportes.

Contextualización del Autor.
País: Francia
Nacimiento: Provins, 4 de Enero de 1914
Defunción: Sèvres, 9 de Enero de 2007

Vernant, Jean-Pierre, estudioso de la antropología histórica en la Grecia antigua, recibió una educación laica: su abuelo y su padre fueron directores del diario "Le Briard", de Provins. Hizo una agregación en filosofía en 1937. Pero sus maestros fueron dos grandes figuras: el helenista Louis Gernet y el psicólogo e historiador Ignace Meyerson, con quienes trabajó tras haber seguido sus enseñanzas. Dirigió la resistencia contra la ocupación nazi en el sur de Francia. Inmediatamente después, fue profesor de instituto (1945-1948), en Toulouse y París. Luego, comienza ya su carrera como investigador, trabaja entre en el CNRS (1948-1957), y en la École Pratique des Hautes Études. Entró en diciembre de 1975, con su lección inaugural Religion grecque, religions antiques (París, Maspero, 1976); en el Collège de France, donde, hasta 1984, hizo estudios comparados de religiones antiguas. Vernant muere unos días después de su 93º cumpleaños, en Sèvres. Sus publicaciones comenzaron, en 1952, pero sólo diez años después aparece su primer libro, Les origines de la pensée grecque (1962), en una colección dirigida por Georges Dumézil. Desde entonces, publicó trabajos decisivos, a veces en colaboración con grandes estudiosos, ya que Vernant animó grupos de trabajo (el Centre de recherches comparées sur les sociétés anciennes fue uno de ellos). Junto con Pierre Vidal-Naquet, agrupó artículos sobre el teatro griego, Mythe et tragédie en Gréce ancienne I, II (1972 y 1986); recopilaciones, junto con textos de Vidal-Naquet, El cazador negro (Barcelona, Península, 1983), que fueron refundidas por ambos, añadiendo otros nuevos en La Grèce ancienne: I. Du mythe à la raison, II. L'espace et le temps, III. Rites de passage et transgressions (París, Seuil, 1992). Por otro lado, con Marcel Detienne firmó Las artimañas de la inteligencia, 1974, y La cuisine du sacrifice en pays grec (París, Gallimard, 1979), en donde resalta el largo estudio de Vernant: "À la table des hommes". Pero hay que destacar sus colecciones, desde 1965: Mito y pensamiento en la Grecia antigua, Mito y sociedad en la Grecia antigua, 1974 (que incluye un trabajo sobre los mitos, "Raisons du mythe"); Mito y religión en la Grecia antigua, 1990. A ellos se suman La muerte en los ojos, 1985; L'individu, la mort, l'amour. Soi-même et l'autre en Grèce ancienne (París, Gallimard, 1989). Es muy valioso el resumen de sus lecciones en el Collège, Figures, doles, masques (París, Julliard, 1990); así como el texto sobre su trayectoria de investigación con el título Ai confini della storia (Turín, Einaudi, 1993). Luego, publicó un volumen de recuerdos cívicos, Entre mythe et politique, París, Seuil, 1996; finalmente, un libro con Jean Bottéro y Clarisse Herrenschmidt, L'Orient ancien et nous (París, Albin Michel, 1996); y otro con F. Frontisi-Ducroux, Dans l'œil du miroir (París, O. Jacob, 1997). Muchos lectores tuvo su excelente libro de divulgación: L'univers, les dieux, les hommes (1999).

Entre sus Obras principales figuran:
• Los orígenes del pensamiento griego, Paidós, 1962.
• Mito y pensamiento en la Grecia Antigua, Ariel, 1993.
• Mito y tragedia en la Grecia antigua, Paidós, 2008.
• Mito y sociedad en la Grecia Antigua, Siglo XXI, 2003.
• La muerte en los ojos: figuras del otro en la antigua Grecia, Gedisa, 1986.
• Mito y religión en la Grecia Antigua, Ariel, 1999.
• Fragmentos para una historia del cuerpo humano, I, Alfaguara, 1990, libro colectivo.
• Sobre el individuo, Paidós, 1990, volumen colectivo.
• El honor, Cátedra, 1992, libro colectivo.
• El hombre griego, Alianza, 2000 (or. Laterza, 1991), libro colectivo, con una amplia y valiosa introducción.
• Las artimañas de la inteligencia, Taurus, 1988, con M. Detienne.
• El individuo, el amor y la muerte en Grecia, Paidós, 2001.
• En el ojo del espejo, Buenos Aires, FCE de Argentina, 1999.
• L'univers, els déus, els homes, Empuries, 2000.
• Entre mito y política, FCE de Argentina, 2002 (Éditions du Seuil, 1996)
• El universo, los dioses, los hombres: el relato de los mitos griegos, Barcelona, Quinteto, 2007.
Vernant transitó por todos los caminos de la erudición relacionados con la Grecia antigua, la investigación pura en el CNRS, desde 1948, el comparatismo más internacional en la Ecole pratique des hautes études (1958) y el magisterio en el Collège de France, desde 1975. Erudito, universitario, nunca dejó de ser, al mismo tiempo, un “hombre de acción”, sirviéndose de los mitos, héroes y dioses griegos para mejor participar de manera apenas velada en todos los grandes conflictos de su tiempo, de la descolonización francesa (Vietnam, Argelia) a la gestación de una nueva sociedad política, durante la agonía de la IV República y los primeros años de la V.

LOS TITANES CONTRA LOS INMORTALES
De alguna manera, el mito y la tragedia griega fueron sus instrumentos de trabajo para intentar comprender mejor y combatir los mitos y las tragedias de su tiempo, a su manera. En su obra de cruzan y confunden muchas escuelas. Universitario comprometido a la manera sartriana, también fue respetado por universitarios como Dumézil, que no siempre compartían forzosamente los apasionamientos inmediatos del primer Vernant. Con los años y la reflexión, su obra fue ganando la gravedad, finura y “ligereza” aérea del Gran estilo de la retórica clásica francesa. No hay aspecto de la sociedad y la cultura griega que escapase a su curiosidad. Su erudición cubrió inmensos territorios: el mito y la sociedad arcaica; la religión ateniense y las religiones antiguas; Mesopotamia y Atenas; dioses mesopotámicos y dioses helenos; primeros relatos de los orígenes; relaciones entre le mito y la política; el mito y la tragedia; el sacrificio ritual y la cocina antigua… Vernant comenzó escribiendo ensayos eruditos y terminó abandonándose con placer a la más alta divulgación. Tras haber participado en incontables batallas intelectuales, políticas, culturales, contra los alemanes, en defensa de la lengua griega, en defensa de una revisión crítica de los mitos griegos, iluminando nuestra historia, el maestro pudo comenzar a escribir obras de madurez de nuevo cuño, consagradas a establecer un diálogo entre los antiguos dioses, rescatados del destierro para mejor combatir junto a los humanos en nuevas batallas en las que unos y otros defendían la misma causa de las cosas del espíritu, la ética y la moral, amenazadas por los mismos Titanes desalmados de la Técnica contra los que ya combatían los Inmortales de Hesíodo. Hubo muchas otras guerras. Pero esa, la última, quizá las resuma todas y explique de manera definitiva el legado definitivo de Vernant. Sus dioses no son cosas del sueño que con el despertar se desvanecen. Son cosas de sueño e ilusión que ayudan a los mortales a combatir las pesadillas de nuestra historia inmediata.
“Sus dioses no son cosas del sueño que con el despertar se desvanecen. Son cosas de sueño e ilusión que ayudan a los mortales a combatir las pesadillas de nuestra historia inmediata.”

Bajo la palabra ''mito'' puede agruparse el conjunto de sus escritos sobre mitología griega; en ''política'', el curso de las acciones que en su momento desarrolló como integrante de la resistencia francesa e impugnador del fascismo. Sin embargo, su acercamiento a la Antigüedad helénica está orientado por la política, ya que lo religioso y lo mítico, al propiciar innovaciones mentales y sociales que marcan el nacimiento de la ciudad (la forma ideal de vida colectiva), hicieron posible el surgimiento de la política. El terreno de la antigüedad proporciona a Vernant la ocasión de aproximar significativamente las fronteras que separan el pensamiento mítico religioso de la racionalidad griega comprometida con la política, ya que ésta es hija de la ''polis''. En la política moderna, sobrepasando envolturas racionales y apreciación objetiva, persisten ilusión y utopía: en la ciudad antigua y en los estados modernos, los extremos de mito y política conservan, en mayor o menor medida, un equilibrio: es un acuerdo de fuerzas antagónicas. Pese a que el régimen democrático de Atenas pertenece a la época clásica, si no se lo toma en cuenta no se comprenderá el funcionamiento de las instituciones ni la práctica social cotidiana de los ciudadanos. Por ello, la ambición toral de Jean-Pierre Vernant en ''Entre mito y política'' es extraer del mundo clásico las razones del mito y, del presente, la dimensión del imaginario que subyace en el seno de lo político. Jean-Pierre Vernant es profesor honorario en el Collège de France. En FCE ha publicado ''En el ojo del espejo'' (1999), en colaboración con Françoise Frontisi-Docroux, y ''Érase una vez... El universo, los dioses, los hombres. Un relato de los mitos griegos'' (2000).


Vernant, Jean Pierre, “Los orígenes del pensamiento griego”. Ed. Paidos, Barcelona 1962 ( 1ra. Ed). Reseña.
La cultura griega ha marcado el rumbo de la llamada sociedad “Occidental”, a partir de ella podemos entender, en buena medida, los ejes –intelectuales, políticos, culturales, estéticos- que han ido conformando a las sociedades modernas en Occidente. Los griegos, construyeron la razón que permite el intercambio entre los hombres, convirtiendo a la argumentación, la discusión y el diálogo en las condiciones necesarias para el despliegue intelectual, la búsqueda del conocimiento y el establecimiento de las relaciones políticas. Con la aparición de la polis toma forma un sistema que hace posible la superioridad de la palabra por sobre las restantes formas del poder interpersonal, al punto que ésta llega a ser la herramienta superior de la influencia. Las leyes del pensamiento fueron observadas tempranamente en la antigua Grecia, y posteriormente expresadas y codificadas por distintos filósofos. Grecia es para muchos pensadores la iniciadora de la idea y de la experiencia de una cultura racional, creada libremente por hombres situados con una mirada consciente y crítica hacia las tradiciones (Inventores de la Democracia), pero sin desprenderse necesariamente de ellas. En este texto se hace un repaso sobre los orígenes de su pensamiento a través de la célebre obra de Jean Pierre Vernant.
La Alteridad como eje
En esta obra de Jean Pierre Vernant los factores históricos y sociales constituyen la base fundamental para comprender el proceso de los orígenes del pensamiento griego. Encontramos siempre presente un concepto fundamental: el de alteridad, que ofrece dos caras en el plano epistemológico. Desde el punto de vista del observador, el mundo griego es “otro”, sólo puede comprenderse a través de un esfuerzo de aproximación que prescinda de los condicionantes del pensamiento propios del mundo actual. Por otra parte, los griegos funcionan de acuerdo con la existencia de relaciones de alteridad específicas, propias de su específica naturaleza histórica. De este modo se explican los parámetros ideológicos dentro de los que se mueve el hombre griego. Diferente es el concepto que los griegos tienen del cuerpo humano, contrastado frente al de los dioses por su carácter efímero. Sin embargo, a pesar de todo, la belleza del cuerpo se corresponde con la superioridad de su poseedor, gracias a las cualidades que los dioses pueden atribuirle. Tales cualidades, sin embargo, no son diferentes que las que corresponden a la belleza aportada por los afeites o por la panoplia del guerrero. El cuerpo de los dioses, por el contrario, es inmortal. En esos parámetros de la alteridad se sitúa el espíritu de la poesía épica. El acceso a la belleza divina por parte de los guerreros heroicos se produce justamente a través de ese “otro” representado por la muerte, por la “bella muerte”, a la que se opone el ultraje del cadáver. Los honores fúnebres son fundamentales para la conservación de la gloria propia de los héroes; la memoria (ha de preservarse en posición elevada) es apoyada en las exequias gloriosas dedicadas al cadáver. Ahora bien, si tales criterios pertenecen al mundo heroico de los poemas homéricos, la cultura griega se caracteriza porque los preserva y los adapta a la vida de las ciudades, pero donde las formas ideológicas se apoyan firmemente en el pasado. La ideología de los griegos, cuya representación está dominada por la perspectiva masculina, presenta diversas formas de alteridad. De este modo explica el autor las correspondencias entre el amor y la muerte, como enfrentamiento al otro, al enemigo o a la mujer. Los encuentros amorosos se comparan así con los encuentros guerreros. El joven espartano se educa para el amor y para la guerra en las formas de iniciación que lo colocan en las fronteras, en contacto con los otros. De este modo se define el yo, exclusivamente en relación con alguien que no sólo se transforma en objeto de los contactos humanos, sino también en referente para la propia definición. De este modo, los procedimientos de la paideia del joven griego consisten en aprender a interpretar su papel en relación con los demás.
Nacimiento de la racionalidad y sus implicancias en el pensamiento y en el desarrollo político:
Con base en el esquema utilizado del paso del mitos al logos en el mundo griego, el fenómeno del nacimiento de la racionalidad y sus implicaciones hay que encuadrarla, por comparación con las culturas vecinas, en dos procesos paralelos. Por un lado, el adelgazamiento, la pérdida, por parte de los mitos, de su capacidad de transformación ante los cambios sucedidos en grupos o sociedades. El soporte a partir del cual se había venido desplegando el mito ya no admitiría que se le pudiera retorcer más para obtener una nueva variante de la matriz de sentido del mito en cuestión. En segundo lugar, y este es un dato especialmente relevante, en el mundo griego se acaba operando la disociación entre mito y ritual. Desde esta perspectiva, se ha destacado continuamente la separación que vino a establecerse entre la conceptualización del poder político en Grecia y la vecina Mesopotamia. En esta última, el Rey, en el ritual del Año Nuevo, renovaba cada año su poder a través de una organización simbólica del cosmos, estableciendo el lugar de los astros y la cadencia de días y estaciones. El rito recreaba el orden frente al caos y su propia puesta en escena legitimaba simbólicamente el dominio del monarca sobre el pueblo. La ruptura, en el mundo helénico, de estos dos elementos, mito y ritual, quizás en tiempos arcaicos, posibilitó el hecho de que -en función de procesos sociales complejos tanto en el orden cognitivo como en el de las formas de vida- el ámbito de lo político pudiera ser abordado como una realidad que exigía categorizaciones nuevas debido a las disonancias epistemológicas que irrumpen en la vida social, en un orden ideológico ya en crisis.
Siguiendo esta idea, podemos observar que en el diálogo perdido y atribuido a Aristóteles: sobre la filosofía, se narraba una serie de convulsiones que acontecían periódicamente a los humanos y que obligaban a los sobrevivientes de cada cataclismo a diseñar, otra vez, formas de vida y a establecer normas de organización de vida en común. A este respecto, nos dice Vernant que esta narración, contenida en el texto aristotélico citado, está claramente aludiendo a procesos radicales que estaban afectando internamente a las relaciones entre los habitantes de la Grecia del siglo VII o VI antes de C. y que guardan relación con una crisis ideológica tanto en el orden social, como en los ámbitos de la moral y de la religión. Ante tal estado de cosas, “pusieron sus miras en la organización de la polis e inventaron las leyes y todos los demás vínculos que ensamblan entre sí las partes de la ciudad; y aquel invento lo denominaron Sabiduría; fue de esta sabiduría (anterior a la ciencia física, la physiké, theoría, y a la Sabiduría suprema, que tiene por objeto las realidades divinas) de la que estuvieron dotados los Siete Sabios, que precisamente establecieron las virtudes propias del ciudadano”. La política se presenta, de acuerdo con este relato, como el efecto de reflexión de segundo orden, asumiendo las disonancias sociales y cognitivas de un momento histórico determinado, que permite instituir una nueva perspectiva para el otorgamiento de sentido a la realidad humana. Forma de instauración de sentido a la cual se le atribuye un rango especial por encima de los demás saberes teóricos y filosóficos. Marca así el surgimiento de la filosofía política. “El punto de partida de la crisis, escribe Vernant, fue de orden económico, que revistió en su origen la forma de una efervescencia religiosa al mismo tiempo que social, pero que, en las condiciones propias de la ciudad, llevó en definitiva al nacimiento de una reflexión moral política de carácter laico, que encaró de un modo puramente positivo los problemas del orden y del desorden en el mundo humano”. Lo que a primera vista pudiera asemejarse a un cambio de gobierno o de poder deja entrever el verdadero alcance filosófico de la reorganización del propio mundo de lo humano. Como puede apreciarse, lo que en un principio fueron problemas sociales y de organización acaban arrastrando consigo reajustes de la visión del mundo y del orden de valores. Se trata de problemas con capacidad de conmoción, de introducción de desorden en el propio sistema, y cuyas virtualidades desestructurantes solamente pueden ser dominadas y reincorporadas en un nuevo marco interpretativo mediante una elevación de conciencia. La elevación a ese segundo grado de saber es de orígen filosófico. Los efectos producidos por la necesidad de asumir todos los problemas desestructurantes de un determinado orden humano, histórico, son ahora inteligibles sólo a través de los esquemas ideológicos que permitan una nueva explicación, en este caso “laica”, del universo físico y social. La resolución de dichos problemas se traduce tanto en la determinación de una nueva forma de otorgar sentido a la realidad como en un nuevo criterio de organización de la realidad misma. La política es y se constituye, precisamente, en instancia instituyente de sentido y ofrece el aspecto de una nueva modalidad espistemológica del saber, afectando tanto al orden de lo humano como al universo en general. Vernant recoge un texto político que constituye la gramática profunda de lo que podemos denominar ya el nuevo imaginario simbólico de la sociedad ateniense. En dicho texto, Heródoto da cuenta de cómo, a la muerte del tirano Polícrates, el sucesor que este último había designado para sucederle, Meandro, convoca a una asamblea y les comunica, a los ciudadanos reunidos, lo siguiente: “Polícrates no tenía mi aprobación cuando reinaba como déspota sobre hombres que eran semejantes a él… Por mi parte, depongo la arcké es meson, coloco el poder en el centro, y proclamo para vosotros la isonomía”, la igualdad. Según Vernant, este sencillo relato se ha convertido en el referente normativo de más pregnancia en toda la cultura de Occidente. En términos políticos se pretende argumentar que todo grupo humano ha de poder decidir, por acuerdo de sus miembros, el tipo de relaciones socio-políticas por las que regirán sus vidas en común. Filosóficamente deja explicito el nuevo criterio que ha de posibilitar el entendimiento de lo humano y, por extensión, la concepción del universo. La igualdad es el principio que está en la base de esta nueva epistemología laica. La isegoría y la isonomía traducen esa posición del centro, frente al cual, cada uno es equidistante. Con esta nueva estructuración en torno a la equidistancia, a la igualdad sin jerarquías, rompe la ordenación cosmológica del mundo mítico jerarquizado. Esta nueva perspectiva homogeneizadora va a posibilitar la revolucionaria comprensión del universo de acuerdo con un modelo geométrico. No hay ya raíces, ni soporte, ni basamento. El cosmos se convierte en un espacio matematizado, que se conserva como un equilibrio entre potencias iguales. El ágora es ahora el modelo de comprensión del universo. De esta forma, nace una correlación comprensiva entre el saber del mundo de lo humano y el criterio epistemológico para un conocimiento del cosmos, correlación epistemológica que con diversas variantes ha marcado la historia occidental; destacándose dos conceptos de largo alcance: el humanismo y la democracia.

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