La meta de este análisis es establecer un nexo, un vinculo entre El malestar en la cultura de Freud y Globalización. Consecuencias humanas de Bauman.
Los hombres son sujetos de deseo que aspiran a la felicidad, quieren llegar a ser felices y cuando lo son, no quieren dejar de serlo. Esta búsqueda tiene un fin positivo que es experimentar sensaciones placenteras y un fin negativo que es evitar el dolor y el displacer. En general, el hombre suele rebajar sus pretensiones de felicidad: con finalidad de evitar el sufrimiento relega a segundo plano la de lograr placer. La satisfacción de los instintos implica felicidad y se convierte en sufrimiento cuando el mundo exterior nos priva de ella. Para evitar el sufrimiento hay que dominar las necesidades instintivas. Dice Freud: “El programa que nos impone el principio de placer, el de ser felices, es imposible. Lo que no significa que no deba intentarse de la felicidad.
Bajo una línea racional, el individuo debería tender a estar en armonía con sus semejantes, tratar de establecer vínculos afectivos positivos, estar en un estado de tranquilidad con la cultura, etc. Si bien el ser humano tiene una tendencia inconciente de asociarse y agruparse cada vez con un mayor numero de individuos, gracias al Eros, es decir el impulso de amor que demuestra que esta es la causa determinante de la Globalización mundial, también confluye dentro del individuo una pulsión opuesta, de destrucción de desunión, de "maldad" pondríamos decir, citando un fragmento del Malestar en la cultura que dice: "La verdad oculta tras de todo esto, que negaríamos de buen grado, es la de que el hombre no es solo una criatura tierna y necesitada de amor, que sólo osaría defenderse si se le atacara, sino, por el contrario, un ser entre cuyas disposiciones instintivas también debe incluirse una buena porción de agresividad. Por consiguiente, el prójimo no le representa únicamente un posible colaborador y objeto sexual, sino también un motivo de tentación para satisfacer en él su agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y matarlo."
Entonces, si el ser humano no puede controlar sus pulsiones porque son completa e indiscutiblemente inconcientes, y hay dentro del mismo dos pulsiones opuestas, en constante convivencia y lucha a la vez, de las cuales unas los lleva a asociarse y crear vínculos de igualdad (Eros) y otra lo lleva a la destrucción, a atentar contra su par (Tánatos) podríamos descifrar esto y afirmar que el ser humano lleva penetrada en si la necesidad de constituirse como un ser social, de estar en contacto con un numero mayor de personas, es guiado por el principio de placer que lo induce a la necesidad de sentirse bien consigo mismo y con sus pares. Pero cuando logra ese vinculo cada vez mayor, cuando esta rodeado de personas como el, cuando esta intentando satisfacer ese principio de placer, entra en juego también el Tánatos, el principio de destrucción, la necesidad de atentar contra el que tiene al lado y en muchos casos también contra si mismo y esto genera graves consecuencias tanto en su cultura como en las culturas vecinas con quienes estableció relaciones.
La cultura es la suma de producciones e instituciones que distancian nuestra vida de nuestros antecesores animales y tiene dos fines: por un lado proteger al hombre contra la naturaleza, y por el otro, regular las relaciones de los hombres entre si. Mediante su papel establece prohibiciones: la elección del objeto queda restringida a la persona del otro sexo, las satisfacciones extragenitales son consideradas como perversiones, la imposición de una vida sexual idéntica priva a muchos hombres de su verdadero goce sexual, la sexualidad es solo un instrumento de reproducción humana y no fuente de placer en si. Solo los débiles se someten a las exposiciones y hacen que la sexualidad se halla en un proceso involutivo.
La sexualidad implica una relación entre dos personas, cuando ambos se aman se bastan así mismos, la cultura implica una relación entre mayor numero de personas y pretende ligar a los miembros de la comunidad con lazos libidinales sirviéndose de cualquier recurso para la cual es necesaria la restricción de la vida sexual.
La cultura se ve obligada a imponer barreras a las tendencias agresivas del hombre para dominar sus reacciones, de ahí las restricciones de la vida y el precepto de amor al prójimo como así mismo. La cultura impone sacrificios a la sexualidad y a sus instintos agresivos por eso al hombre se le hace tan difícil encontrar la felicidad en ella. Básicamente el hombre no encuentra la felicidad en la cultura, por que ella la reprime. La cultura impone y comprime pero al mismo tiempo permite. El sujeto debe ceder ciertos aspectos de su vida y a la vez puede quedarse con algunos. Hay un malestar entre lo que el sujeto quiere alcanzar con sus deseos y lo que la sociedad le permite.
La culpabilidad es el problema mas importante de la evolución cultural, es sentimiento de culpabilidad tiene dos orígenes: el primero, el miedo a la autoridad que obliga a renunciar a la satisfacción de los instintos y en segundo lugar, el temor al super-yo que implica un castigo en rigor de la conciencia moral. La cultura debe aumentar y acentuar el sentimiento de culpabilidad para lograr una masa amalgamada; el precio es la perdida de la felicidad.
El hombre moderno se enorgullece de sus conquistas técnicas pero este dominio esperado y anhelado durante milenios, no ha hecho elevar la satisfacción placentera o hacer sentir mas feliz al ser humano. El dominio de la naturaleza, no es el único requisito de la felicidad humana. Para brindarles un claro y conciso ejemplo podríamos hablar de la ciencia. Esta se origina principalmente para ser solución a diversos problemas de la humanidad. El hombre trata de ayudar a la humanidad: Eros, pero a lo largo de la historia se ha abusado de la misma para fines no siempre positivos, como por ejemplo, fines bélicos que atentan contra los demás, aquí es donde el hombre demuestra si instinto de destrucción: Tánatos.
Freud va a ver en la pulsión de muerte, la pulsión por excelencia. La frustración cultural rige el vasto dominio de las relaciones sociales entre los seres humanos, y en ella reside la causa de la hostilidad opuesta a toda cultura.
Lo cierto es que la tesis freudiana de la violencia como innata, debe siempre tomarse en relación con las sucesivas formas históricas que adopta. En el presente el fenómeno más reciente que se designa como globalización da como resultado la creciente desaparición de los límites y fronteras que garantizaban la identidad, así como la ruptura, también creciente, de las posibilidades de identificación y cohesión en los grupos/naciones, etc.
Es importante remarcar que la ciencia genera conocimientos (de hecho, ninguna otra forma de relación del hombre con la naturaleza produce los mismos resultados) pero no hay absolutamente nada en la ciencia que especifique o restrinja el uso que podemos darle a esos conocimientos. Es más, la ciencia no obliga a ningún tipo de decisión: es éticamente neutra. Toda la “culpabilidad” recae sobre el hombre e incumbe a los científicos, que junto a otros importantes agentes, deben tomar la responsabilidad especial de evitar las aplicaciones de la ciencia que son éticamente erróneas o que tienen consecuencias negativas.
Según Freud, luego de todo este análisis continúa sosteniendo que en la psiquis es posible la preexistencia de contradicciones. Estas se traducen en la vida social del ser humano, generando diversas diferencias que opacan las relaciones entre ellos. Parece indudable que no nos sentimos del todo cómodos con nuestra cultura, muchas veces reaccionamos en contra de esta que intenta aglutinarnos y hegemonizarnos. El destino de la especia humana dependerá de si el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva que emanan del instinto de agresión y autodestrucción.
La globalización en un fenómeno amplio y muy difícil de abarcar en su totalidad, en vista de que en escasos treinta minutos no alcanzaríamos a describirla, y mucho menos a analizarla, en totalidad, decidimos enfocarnos sobre un aspecto, quizás el más destacado de la misma.
Lo más llamativo del fenómeno globalizador como lo conocemos hoy en día es la insaciable disparidad de estratos sociales que deja. La increíblemente llamativa diferencia entre "clases altas y clases bajas" lo que llevado a un fenómeno global traducidirá en "mundos", dígase de la diferencia entre países como Estados Unidos que conforman el primer mundo, y países como el nuestro que es designado como "tercer mundo". El modo de producción capitalista en el que vivimos se basa en la desigualdad económica que conlleva a otro tipo de desigualdades como la intelectual, cultural, etc. Estas desigualdades son fomentadas e intensificadas, lo que produce que lo mismo suceda dentro del mismo ser humano.
La globalización, según Bauman es un proceso que licua el presente y el futuro, aniquila totalmente las restricciones espaciales y temporales. Al haber una ausencia de un centro, nada dentro de la globalización tiene un lugar fijo o establecido. La globalización es el “nuevo desorden mundial”, este es un rasgo inseparable de este mismo proceso que en principio intentó convertirse en universalización. Este concepto consistía en transmitir la esperanza, la intención y la resolución de crear el orden verdaderamente global; en su lugar surgió la globalización que trajo consigo efectos claramente indeseados más que iniciativas y emprendimientos. La globalización está fuera del alcance de la capacidad de planificación de individuales, ya que hay fuerzas anónimas que se nos imponen. Que algunos tengan la libertad de elegir su destino provoca que otros tiendan a hundirse cada vez más en una vida carente de perspectivas.
La formación que brinda la sociedad posmoderna a los individuos, se refiere, al deber de cumplir la función de consumidor. Un buen ciudadano es un buen consumidor. El ciudadano debe mantenerse alerta, utilizar todos los elementos posibles para acceder a los productos en el menor tiempo posible, debe satisfacer sus necesidades instantáneamente. Para esta reducción del tiempo es necesario que los consumidores no fijen su atención durante mucho tiempo, sino que sus intereses (siempre hacia objetos del mundo exterior) estén en constante movimiento.
La función reguladora que debería cumplir el Estado para mantener el equilibrio está cada vez más ausente. La pérdida de la capacidad de equilibrar fue una de las causas de la aparición y resaltamiento de las brechas sociales.
La red global de comunicaciones y servicios (componente de la cultura) es utilizada de manera muy selectiva. John kavanagh dice: “La globalización es una paradoja: beneficia mucho a muy pocos, a la vez que excluye o margina a dos tercios de la población mundial”.
Para culminar nuestro análisis y demostrar cómo las contradicciones del mismo ser humano (pulsión de amor y pulsión de muerte) repercuten en las relaciones sociales creadoras de cultura, decidimos analizar algunos recortes periodísticos y con ellos ejemplificar lo antes propuesto. Hemos optado por diferentes medios gráficos, para de esta manera establecer también una articulación con la carrera de Comunicación Social.
La primera noticia corresponde al medio nacional Página 12, ella se titula “Las experiencias en otros países” trata del proyecto de ley para la protección y la restitución de los derechos de las personas en situación de calle. Para este proyecto se utilizó el aporte de la Federación Europea de Asociaciones Nacionales que trabaja con personas sin hogar y se nutrió de dos experiencias brasileñas: la del Movimiento Nacional de Gente en Situación de Calle y la ONG Rede Rúa Brasil, además de otras experiencias internacionales. En esta noticia se puede ver cómo interactúan las naciones frente a la preocupación que genera la existencia de personas sin hogar que son producto de la constante y creciente desigualdad. En nuestro país, la cantidad de personas sin techo fue un tema que repercutió durante todo el año por su gravedad y complejidad en los variados medios masivos e comunicación. Esta interacción se ve efectivizada por los medios cada vez más tecnológicos de comunicación que hacen posible el traspaso inmediato de información.
La segunda noticia se titula “El tamaño de la clase media aún es más chico que en 1994” y pertenece al diario La Nación. En ella dice que la clase media de la Argentina es un factor que distingue a este país de sus vecinos latinoamericanos. A pesar de haberse recuperado de la crisis de 2002, aún se encuentra a un nivel menor que el de 1994. En los últimos 35 años, se observa un aumento de la pobreza y un retroceso de la clase media. A lo largo de esta nota se puede entrever cómo fueron los altibajos sufridos en la clase media a causa de las desigualdades económicas y las imposiciones de los que poseen poder económico.
La tercera noticia se titula “La conectividad para todos ayuda a acabar con la pobreza” y pertenece al diario La Nación. Un periodista neoyorkino escribe para La Nación una nota en la que se refleja la revolución tecnológica de la información, que es la fuerza más poderosa para el desarrollo económico en el mundo de hoy. Además cuenta cómo la comunicación ha llegado a todos los lugares del mundo, lo que nos ayuda a sostener la idea de que la globalización es un fenómenos fuertemente comunicacional que licua la realidad y nos permite “estar” en un mismo instante en muchos lugares.
La última noticia analizada fue publicada por el diario La Nación y su título es “Persiste en los hogares pobres el déficit de acceso a servicios” vemos cómo nuevamente el tema de la globalización hace diferencia en cuanto a clases sociales, beneficiando a unos pocos en deterioro de unos cuantos. Según un informe, los hogares marginados tienen cada vez menos acceso a servicios públicos tales como gas natural, red chacal, agua corriente etc, el mismo concluye, que pese al crecimiento económico, las mejoras en cuanto a la carencia habitacional fueron leves en líneas generales. El consumo no es accesible para todos de igual manera. El incesante y depravado mundo consumista actual provoca que unos consuman en exceso y fuera de sus necesidades, mientras que otros no pueden satisfacer sus necesidades básicas.
A pesar de que hemos tomados solo cuatro artículos mediáticos que nos han servido de ejemplo, queremos agregar que el proceso de globalización abarca todas las esferas de la actual vida humana y se reflejan día a día por los medios de comunicación. Se pueden encontrar infinidades de ejemplos que den cuenta de la importancia sustancial de las diferencias y contradicciones sociales y económicas en el mundo globalizado.
Como estudiantes de Comunicación Social debemos ser concientes del papel que tiene nuestro mensaje, más aún en la cultura globalizada que multiplica y reproduce los mensajes instantánea e infinitamente. Hoy los comunicadores son creadores y reproductores de cultura, esa cultura que la recibimos de los medios.
Di Liscia, Emilia.
Eckart, Delfina.
Martín, Elisabet.
Miedema, Sofía.
18/11/2010
Cultura y Subjetividad. Comisión Tarde
lunes, 22 de noviembre de 2010
FORO: "El por que de la guerra" - "El malestar en la cultura" Freud
EL MALESTAR EN LA CULTURA
El sentimiento oceánico como fundamento de la Religión:
En su texto “El malestar en la cultura” Freud hace una primera referencia a la religión, nombrándola como una ilusión. Pero luego, tras la opinión de un amigo el cual considera a la religión como un sentimiento particular que no suele abandonarlo, y que nombra como “sensación de eternidad” o como “sentimiento oceánico”, toma está definición y es en ella donde nos detendremos.
Este sentimiento oceánico es subjetivo, ya que es la fuente de energía religiosa que los sistemas religiosos captan, orientan y agotan. Solo sobre la base de este sentimiento puede uno llamarse religioso. Actúa como una atadura indisoluble, una co-pertenecia con el todo del mundo exterior. Freud le atribuye a esta sensación de eternidad una visión intelectual, y más aún; le parece tan extraña la idea de que el ser humano reciba una noción de su nexo con el mundo que lo rodea mediante un sentimiento inmediato que opta por explicarlo psicológicamente. En este punto, Freud dice que la única certeza que tenemos es nuestro yo propio. Se lo ha considerado como autónomo, como liberado de todo lo otro, mas bien dice Freud, el yo se continúa hacia adentro en un ser que designamos “ello” y al que sirve como fachada.
Para explicar mejor esto nos dirigimos al lactante, el cual no separa su yo de un mundo exterior como fuente de sus sensaciones. En el lactante se contrapone por vez primera al yo un objeto como algo que se encuentra afuera y solo mediante cierta acción es esforzado a aparecer, es decir, el pecho materno. Mas tarde las sensaciones de dolor y displacer son las que separan al yo de la masa de sensaciones y las que permiten reconocer un mundo exterior.
Nace así la tendencia de eliminar del yo todo lo que causa displacer y a formar un yo-placer al que se contrapone un ahí-afuera. En este punto, dice Freud “originariamente el yo lo contiene todo, mas tarde segrega de sí un mundo exterior”.
Freud hace dos comparaciones, una con la ciudad de Roma y otra con el cuerpo humano, para demostrar que las fases anteriores al desarrollo no se han conservado en ningún sentido. La conclusión de estas comparaciones es que la conservación de todos los estadíos anteriores junto a la forma última solo es posible en lo anímico. Estamos entonces en condiciones de admitir que en muchos seres humanos existe un sentimiento oceánico que es atribuido a una fase temprana del sentimiento yoico. Cabe preguntarse qué titulo tiene este sentimiento para ser considerado como la fuente de las necesidades religiosas. En cuanto a esto Freud responde que este sentimiento es considerado fuente de las necesidades religiosas ya que constituye la expresión de una intensa necesidad. Y en cuanto a las necesidades religiosas podemos afirmar que derivan del abandono infantil y la añoranza del padre que aquel despierta.
Podemos concluir de esta manera que este “sentimiento oceánico”, este ser Uno con Todo se nos presenta como un consuelo religioso del peligro que el yo distingue amenazándolo desde el mundo exterior.
La búsqueda de la felicidad:
La vida humana, tal como nos es impuesta, nos trae alegrías y fortunas, así como dolores y tareas insolubles; y para soportarla, no podemos prescindir de una suerte de “calmantes” por llamarlos de alguna manera. Los hay de tres clases: poderosas distracciones, satisfacciones sustitutivas y sustancias embriagadoras.
El primer tipo refiere a la acción de dispersarse mediante diversas distracciones cotidianas; desde el cultivo de un jardín o el salir de compras, hasta profundizaciones en la actividad científica. Luego, en el lugar de las satisfacciones sustitutivas se enmarcan las que ofrecen disciplinas como el arte; son ilusiones respecto de la realidad. Y por último, las sustancias embriagadoras son las que influyen en nuestro organismo (método más efectivo, pero posee caracteres peligrosos y dañinos).
En consecuencia de todos estos obstáculos que la vida nos presenta, aparece en el hombre la gran pregunta sobre el fin de la vida: ¿Qué es lo que los humanos dejan discernir como fin o propósito de su vida? ¿Qué es lo que exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar? No es difícil acertar con la respuesta: todos los hombres buscan la dicha, la felicidad; tanto alcanzarla como mantenerla en pie (convirtiéndose esto en el móvil que impulsa a actuar al hombre).
Esta aspiración tiene una doble dirección: por un lado quieren la ausencia de dolor y el displacer; y por el otro, vivenciar al máximo intensos sentimientos de placer, siendo la “dicha”, en su aspecto literal, lo que define lo segundo; mientras que “felicidad” alude a la satisfacción repentina de necesidades retenidas solamente posible como un fenómeno episódico.
En muchas oportunidades, al hombre se le presenta difícil el logro del objetivo dichoso (la máxima sensación placentera durante el máximo de tiempo), pero encuentra mucho menos difícil la experimentación de la desdicha. Así, el sufrimiento puede atacar al ser humano desde tres puntos de amenaza: desde el cuerpo propio, el cual no puede prescindir del dolor y la angustia; desde el mundo exterior, que puede embestir sus grandes furias sobre nosotros con gran facilidad; y desde los vínculos con otros, siendo esta, tal vez, la fuente más dolorosa y punzante.
Entonces, dada esta enorme facilidad que tiene el hombre para experimentar el sufrimiento, su búsqueda se encaminará a evitar el dolor más que a conseguir la dicha. Para ello, el individuo podrá adoptar distintas técnicas: una es la de controlar los instintos humanos, impidiendo que, al no lograr con las metas que estos conllevan, se presente el sufrimiento o la desilusión; otra, es efectuar un desplazamiento de la libido, es decir, la sustitución de fines acarreados por los instintos, por diversas actividades( por ejemplo de tipo intelectual); también la imaginación o la fantasía pueden entrar en juego para hacer desaparecer el dolor, aunque sea por unos momentos.
Por último, en varias ocasiones, el fundamento de vida se basa en torno al amor y a la grata sensación que produce la satisfacción del instinto o el deseo sexual; pero tal práctica se orienta a la búsqueda positiva del placer más que a evitar la desgracia o el sufrimiento, presentándose su mayor inconveniente en el momento en que no se es capaz de alcanzar el objeto de nuestro amor, o cuando este se pierde.
La cultura:
El término cultura designa la suma de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines:
A- proteger al hombre contra la naturaleza
B- regular las relaciones de los hombres entre sí.
Esta es la primera aproximación de Freud de la cultura.
En tiempos antiguos los dioses han encarnado siempre el ideal de la cultura, aquello que el hombre anhelaba pero que le estaba vedado. Este ideal ha sido casi alcanzado por la civilización actual y podemos decir que el hombre, gracias a los avances científicos, se parece mucho mas a sus dioses, aunque por el contrario, no goza de la felicidad que cabria esperarse.
Al principio reconocemos como culturales todas las actividades y valores que son útiles para el ser humano en tanto ponen la tierra a su servicio, lo protegen contra las fuerzas de la naturaleza, etc.
Si retrocedemos en el tiempo encontramos que la domesticación del fuego sobresale como un logro extraordinario, sin precedentes. Mas adelante encontramos que los motores ponen a su disposición fuerzas enormes, el barco y el avión hacen que ni el agua ni el aire constituyan un obstáculo para su marcha. Luego, con el microscopio vence los límites de lo visible que imponía la estructura de su retina. Si nos venimos mas hacia la actualidad, que con la ayuda del teléfono celular la escucha vence las distancias, y así podríamos seguir con los ejemplos.
Por otro lado, la cultura nos permite apreciar lo inútil, notamos que lo inútil cuya estima esperamos por la cultura es la belleza; exigimos que el hombre culto venere la bella donde la encuentre en la naturaleza y que la produzca en las cosas cuando pueda lograrlo con el trabajo de sus manos. Otros de los requerimientos de la cultura los constituyen los signos de la limpieza y el orden. La suciedad de cualquier tipo resulta inconciliable con la cultura. Por su parte el orden presenta la ventaja del aprovechamiento al máximo del espacio y el tiempo. Otro requisito de la cultura lo constituye la justicia, es decir, la seguridad de que el orden jurídico ya establecido no se quebrantara para favorecer a un individuo. El derecho se opone a la fuerza de cada individuo por separado, es decir, que representa al poder de la comunidad. Podríamos decir, por lo tanto, que la libertad individual no es un patrimonio de la cultura.
Como rasgos distintivos de la cultura, podemos citar las funciones psíquicas superiores, las tareas intelectuales, científicas y artísticas. Por otro lado, encontramos el papel rector atribuido a las ideas en la vida de los hombres que tienen los sistemas religiosos, las especulaciones filosóficas y las utopías político-morales.
También es fundamental el hecho de que la cultura regule las relaciones sociales, es decir, los vínculos sociales que los seres humanos entablan como vecinos, como objeto sexual de otra persona, como miembros de una familia, etc.
Se puede decir que la sublimación de los instintos permite el desarrollo de las actividades intelectuales, de vital importancia para cualquier civilización. La renuncia a la satisfacción de los instintos hace posible la cultura, aunque aquí hay mucho que decir: precisamente el objeto de una cultura sana es el equilibrio entre la represión de los instintos que imponen las necesidades colectivas y la necesidad de satisfacerlos que tiene el individuo.
El origen de la cultura:
La unidad primitiva que dio lugar a los fenómenos culturales fue la familia. El origen de esta es, la necesidad de satisfacción genital que tiene el macho y que le impulsa a retener una hembra. Al hembra permanece en la unidad familiar con el fin de proporcionar la seguridad que el macho le brinda a ella.
En la familia aun no hay elementos culturales, sino que el padre impone por complejo su voluntad. La asociación entre hermanos para derrocar a su padre, aparece en la cultura como la idea de que esta asociación de varios individuos podría conllevar a hacerles más fuertes e incluso felices.
A esto se le llama fase totémica del desarrollo humano, en ella el hombre se establece restricciones necesarias para consolidar un nuevo orden.
El fundamento de la cultura es doble: por un lado están las necesidades que impone el medio ambiente y por el otro, la necesidad del amor sexual, que según Freud, este cumple un papel fundamental en la evolución de la cultura
El amor
Una manera de que la tendencia al amor no produzca sufrimiento es desplazar el acento del objeto amado al mismo acto de amar, de forma que el rechazo del ser amado no constituya un motivo de dolor. Esta medida se complementa con la eliminación de la satisfacción genital como finalidad del amor, transformándolo así en un instinto coartado en su fin (aunque inconscientemente siga siendo sexual). Esta reordenación psíquica permite llevar a la práctica el amor universal a todos los seres humanos que prescriben ciertas éticas, pero sirve, sobre todo a un fin cultural: al eliminar el carácter exclusivo que tiene el amor sexual, hace posible los vínculos de amistad y los vínculos con la comunidad, más amplios, que no pueden tener su origen solamente en el convencimiento racional de que son beneficiosos para el individuo.
Sin embargo, la cultura impone severas restricciones al amor. Un ejemplo es la salida del individuo del ámbito familiar al social, reflejada en los ritos pubertad. La mujer es un foco de resistencia a la cultura dentro de la familia por el mismo motivo: las fuerzas que el macho necesita para cumplir las exigencias socioculturales las extrae principalmente de la vida sexual y de la mujer que, viéndose relegada, adopta frente a la cultura una actitud hostil. Este es el motivo de la cultura occidental reprima con fuerza el sexo, ya que extrae de él la energía que necesita para su desarrollo. Para evitar que el poderoso instinto sexual consuma las fuerzas que necesita para sí, la cultura educa al individuo desde su infancia, reprimiendo sus conductas sexuales instintivas y homogeneizando su sexualidad, al delimitar al amor genital heterosexual y monógamo.
Hay, no obstante, otro factor en juego: la agresividad instintiva del individuo. Al fomentar vínculos de amistad mediante el instinto sexual inhibido, se intenta contrarrestar la hostilidad natural de unos hombres contra otros. Sin embargo, dice Freud, en el nivel “consciente” de la cultura no se admite la tendencia del hombre a la crueldad, se niega su existencia (como la de los instintos sexuales infantiles) y se fabrican éticas irracionales como la cristiana, basadas en la supuesta inclinación del hombre hacia el bien, que reprimen y niegan la agresividad. Otra forma de enfrentarse a ese problema es crear un núcleo cultural restringido, permitiendo que la agresividad se descargue contra lo extraño, lo diferente, como hace el nacionalismo. A ojos de Freud, el comunismo tampoco es una solución pues presupone que la causa de la hostilidad es el modo de organización social. Freud no niega la importancia que tienen en este asunto las condiciones materiales, pero considera que son más bien factores inherentes a la cultura misma y a la constitución física del individuo los que determinan la conducta violenta del hombre y que, como ellos, no es susceptible de reforma.
El instinto de destrucción:
Sadismo es definido como la satisfacción sexual acompañada por la satisfacción por medio de la violencia, donde existen dos instintos primarios: el Eros, el amor, y el instinto de destrucción, cuya satisfacción es el placer.
Ambos nacen del narcisismo, del yo infantil y pueden dirigirse en un principio hacia los objetos pero también luego van dirigidos hacia el propio yo. Es aquí donde podemos decir que la agresión que no puede descargarse hacia fuera, lo hará hacia adentro.
La cultura por principio reprime el instinto de agresión y crea en la psique una división: el yo y el súper yo. El súper yo ejerce sobre el yo la misma violencia que el yo ejercería sobre los objetos sino hubiera sido reprimido por la cultura.
El súper yo es la conciencia moral y llamaremos a la tensión entre el súper yo y el yo, sentimiento de culpabilidad
El sentimiento de culpabilidad:
Este, proviene de la conciencia que tiene el individuo de haber realizado o la intención de realizar un acto considerablemente malo. Este acto no proviene del sujeto, pues hay actos malos que son satisfactorios, sino que deriva del miedo a la perdida del amor de los padres en el niño y de la perdida de la protección de la sociedad en el adulto.
Un acto malo surge del medio social.
Este miedo del individuo pasa a ser parte del sujeto por medio del súper yo, que reprime las satisfacciones reales de los instintos, y a la ves reprime la toma de conciencias de estos instintos. Cuanto mejor se comporta el sujeto, mas duro es el trato que recibe de su súper yo, de su conciencia moral, esto se debe a que el instinto crece con la insatisfacción.
Se produce una renuncia instintual por miedo a la autoridad externa, por miedo a la perdida de amor de los demás para con el sujeto. Esta renuncia da lugar al súper yo, o conciencia moral, que implica la identificación de una mala acción con mala intención, creando el sentimiento de culpabilidad.
Cada vez que el yo renuncia a agredir a algún objeto externo, pese a desearlo vivamente, el súper yo incorpora este deseo y lo cumple sobre el yo, al tiempo que el yo es castigado por su mala intención.
Este sentimiento de culpabilidad deriva del complejo de Edipo, debido a la ambivalencia amor-odio que sentían los hermanos para con el padre, cuando finalmente lo matan, aparece con mas fuerza el amor que sentían por el, y queda bajo la forma de remordimiento. Los hermanos instauran restricciones para evitar que se repita este suceso, se crea el súper yo, y dada la omnisciencia del súper yo, la intención es suficiente para hacer aparecer el sentimiento de culpa.
En el ámbito cultural existe una instancia parecida al súper yo, donde tratan de eliminar la agresividad del individuo, al igual que el súper yo, no tienen en cuenta los anhelos de felicidad del individuo, sino tan solo el bien de la comunidad, por lo que se reprime los instintos, como el súper yo. Un buen ejemplo de esto seria el mandamiento “amaras a tu prójimo como a ti mismo”, que es irrealizable tanto para el sujeto como para la sociedad, lo que lleva a cabo a ambos a la rebelión o la infelicidad.
EL PORQUE DE LA GUERRA
En este articulo, Freud, intenta pensar el fenómeno de la guerra como manifestaciones de violencia, vinculo de poder/violencia, como forma de relación social. Se ocupa particularmente de considerar los efectos que trae consigo la guerra para la vida psíquica de las personas.
Sigmund define a la guerra como una “transgresión mayor”, y sus aportes pueden situarse en la vida cotidiana y el trascurrir las actividades de los hombres. La cual explica, que la guerra se refiere a un fracaso con relación a los ideales de estado. La misma, aflora en los estados mas primitivos de la cultura, donde se basaba en relaciones de dominación, y el cual fue superado por el acto mismo de matar los códigos de convivencia y leyes que regulan a la sociedad (por la desigualdad producida)
La guerra como transgresión mayor trae para la humanidad dos efectos: una profunda desilusión y un cambio en nuestra actitud hacia la muerte.
La desilusión esta dada por la visión del comportamiento de las naciones que participan de la guerra, y el hecho de que individuos civilizados puedan actuar con un grado tal de brutalidad ante sus semejantes.
Lo que Freud llama como un cambio en nuestra actitud debe ser pensado como un cambio en relación con los ideales de la sociedad, con la actitud hacia la muerte, es decir, las personas se creen como héroes que no pueden creer en su propia muerte, por lo que señalan a los extraños como enemigos cuya muerte debe pasar por alto la muerte de sus pares.
La guerra es un producto humano, en el cual, en ese tiempo se rompe el pacto social construido, y al generarse la imposibilidad de encontrar solución a dicha ruptura, por lo tanto se encuentra solución en la guerra y posteriormente en el caos y la desilusión.
El hombre tiene dentro suyo (mas allá del Eros =amor) una pasión latente de odio y destrucción, que emergen en situaciones inusuales, exaltándola hasta llevar a una psicosis colectiva. Einstein sostiene que la pulsión odiar y aniquilar, es la que lleva al hombre a la guerra. Y Freud lo rectifica al decir que algunas personas quieren unir y conservar, mientas que otras quieren destruir y matar, en ves de buscar soluciones pacificas.
Para concluir: Freud deposita la esperanza en un mundo de paz con un gran desarrollo de la cultura, mediante un uso de la razón y no de la violencia.
El sentimiento oceánico como fundamento de la Religión:
En su texto “El malestar en la cultura” Freud hace una primera referencia a la religión, nombrándola como una ilusión. Pero luego, tras la opinión de un amigo el cual considera a la religión como un sentimiento particular que no suele abandonarlo, y que nombra como “sensación de eternidad” o como “sentimiento oceánico”, toma está definición y es en ella donde nos detendremos.
Este sentimiento oceánico es subjetivo, ya que es la fuente de energía religiosa que los sistemas religiosos captan, orientan y agotan. Solo sobre la base de este sentimiento puede uno llamarse religioso. Actúa como una atadura indisoluble, una co-pertenecia con el todo del mundo exterior. Freud le atribuye a esta sensación de eternidad una visión intelectual, y más aún; le parece tan extraña la idea de que el ser humano reciba una noción de su nexo con el mundo que lo rodea mediante un sentimiento inmediato que opta por explicarlo psicológicamente. En este punto, Freud dice que la única certeza que tenemos es nuestro yo propio. Se lo ha considerado como autónomo, como liberado de todo lo otro, mas bien dice Freud, el yo se continúa hacia adentro en un ser que designamos “ello” y al que sirve como fachada.
Para explicar mejor esto nos dirigimos al lactante, el cual no separa su yo de un mundo exterior como fuente de sus sensaciones. En el lactante se contrapone por vez primera al yo un objeto como algo que se encuentra afuera y solo mediante cierta acción es esforzado a aparecer, es decir, el pecho materno. Mas tarde las sensaciones de dolor y displacer son las que separan al yo de la masa de sensaciones y las que permiten reconocer un mundo exterior.
Nace así la tendencia de eliminar del yo todo lo que causa displacer y a formar un yo-placer al que se contrapone un ahí-afuera. En este punto, dice Freud “originariamente el yo lo contiene todo, mas tarde segrega de sí un mundo exterior”.
Freud hace dos comparaciones, una con la ciudad de Roma y otra con el cuerpo humano, para demostrar que las fases anteriores al desarrollo no se han conservado en ningún sentido. La conclusión de estas comparaciones es que la conservación de todos los estadíos anteriores junto a la forma última solo es posible en lo anímico. Estamos entonces en condiciones de admitir que en muchos seres humanos existe un sentimiento oceánico que es atribuido a una fase temprana del sentimiento yoico. Cabe preguntarse qué titulo tiene este sentimiento para ser considerado como la fuente de las necesidades religiosas. En cuanto a esto Freud responde que este sentimiento es considerado fuente de las necesidades religiosas ya que constituye la expresión de una intensa necesidad. Y en cuanto a las necesidades religiosas podemos afirmar que derivan del abandono infantil y la añoranza del padre que aquel despierta.
Podemos concluir de esta manera que este “sentimiento oceánico”, este ser Uno con Todo se nos presenta como un consuelo religioso del peligro que el yo distingue amenazándolo desde el mundo exterior.
La búsqueda de la felicidad:
La vida humana, tal como nos es impuesta, nos trae alegrías y fortunas, así como dolores y tareas insolubles; y para soportarla, no podemos prescindir de una suerte de “calmantes” por llamarlos de alguna manera. Los hay de tres clases: poderosas distracciones, satisfacciones sustitutivas y sustancias embriagadoras.
El primer tipo refiere a la acción de dispersarse mediante diversas distracciones cotidianas; desde el cultivo de un jardín o el salir de compras, hasta profundizaciones en la actividad científica. Luego, en el lugar de las satisfacciones sustitutivas se enmarcan las que ofrecen disciplinas como el arte; son ilusiones respecto de la realidad. Y por último, las sustancias embriagadoras son las que influyen en nuestro organismo (método más efectivo, pero posee caracteres peligrosos y dañinos).
En consecuencia de todos estos obstáculos que la vida nos presenta, aparece en el hombre la gran pregunta sobre el fin de la vida: ¿Qué es lo que los humanos dejan discernir como fin o propósito de su vida? ¿Qué es lo que exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar? No es difícil acertar con la respuesta: todos los hombres buscan la dicha, la felicidad; tanto alcanzarla como mantenerla en pie (convirtiéndose esto en el móvil que impulsa a actuar al hombre).
Esta aspiración tiene una doble dirección: por un lado quieren la ausencia de dolor y el displacer; y por el otro, vivenciar al máximo intensos sentimientos de placer, siendo la “dicha”, en su aspecto literal, lo que define lo segundo; mientras que “felicidad” alude a la satisfacción repentina de necesidades retenidas solamente posible como un fenómeno episódico.
En muchas oportunidades, al hombre se le presenta difícil el logro del objetivo dichoso (la máxima sensación placentera durante el máximo de tiempo), pero encuentra mucho menos difícil la experimentación de la desdicha. Así, el sufrimiento puede atacar al ser humano desde tres puntos de amenaza: desde el cuerpo propio, el cual no puede prescindir del dolor y la angustia; desde el mundo exterior, que puede embestir sus grandes furias sobre nosotros con gran facilidad; y desde los vínculos con otros, siendo esta, tal vez, la fuente más dolorosa y punzante.
Entonces, dada esta enorme facilidad que tiene el hombre para experimentar el sufrimiento, su búsqueda se encaminará a evitar el dolor más que a conseguir la dicha. Para ello, el individuo podrá adoptar distintas técnicas: una es la de controlar los instintos humanos, impidiendo que, al no lograr con las metas que estos conllevan, se presente el sufrimiento o la desilusión; otra, es efectuar un desplazamiento de la libido, es decir, la sustitución de fines acarreados por los instintos, por diversas actividades( por ejemplo de tipo intelectual); también la imaginación o la fantasía pueden entrar en juego para hacer desaparecer el dolor, aunque sea por unos momentos.
Por último, en varias ocasiones, el fundamento de vida se basa en torno al amor y a la grata sensación que produce la satisfacción del instinto o el deseo sexual; pero tal práctica se orienta a la búsqueda positiva del placer más que a evitar la desgracia o el sufrimiento, presentándose su mayor inconveniente en el momento en que no se es capaz de alcanzar el objeto de nuestro amor, o cuando este se pierde.
La cultura:
El término cultura designa la suma de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines:
A- proteger al hombre contra la naturaleza
B- regular las relaciones de los hombres entre sí.
Esta es la primera aproximación de Freud de la cultura.
En tiempos antiguos los dioses han encarnado siempre el ideal de la cultura, aquello que el hombre anhelaba pero que le estaba vedado. Este ideal ha sido casi alcanzado por la civilización actual y podemos decir que el hombre, gracias a los avances científicos, se parece mucho mas a sus dioses, aunque por el contrario, no goza de la felicidad que cabria esperarse.
Al principio reconocemos como culturales todas las actividades y valores que son útiles para el ser humano en tanto ponen la tierra a su servicio, lo protegen contra las fuerzas de la naturaleza, etc.
Si retrocedemos en el tiempo encontramos que la domesticación del fuego sobresale como un logro extraordinario, sin precedentes. Mas adelante encontramos que los motores ponen a su disposición fuerzas enormes, el barco y el avión hacen que ni el agua ni el aire constituyan un obstáculo para su marcha. Luego, con el microscopio vence los límites de lo visible que imponía la estructura de su retina. Si nos venimos mas hacia la actualidad, que con la ayuda del teléfono celular la escucha vence las distancias, y así podríamos seguir con los ejemplos.
Por otro lado, la cultura nos permite apreciar lo inútil, notamos que lo inútil cuya estima esperamos por la cultura es la belleza; exigimos que el hombre culto venere la bella donde la encuentre en la naturaleza y que la produzca en las cosas cuando pueda lograrlo con el trabajo de sus manos. Otros de los requerimientos de la cultura los constituyen los signos de la limpieza y el orden. La suciedad de cualquier tipo resulta inconciliable con la cultura. Por su parte el orden presenta la ventaja del aprovechamiento al máximo del espacio y el tiempo. Otro requisito de la cultura lo constituye la justicia, es decir, la seguridad de que el orden jurídico ya establecido no se quebrantara para favorecer a un individuo. El derecho se opone a la fuerza de cada individuo por separado, es decir, que representa al poder de la comunidad. Podríamos decir, por lo tanto, que la libertad individual no es un patrimonio de la cultura.
Como rasgos distintivos de la cultura, podemos citar las funciones psíquicas superiores, las tareas intelectuales, científicas y artísticas. Por otro lado, encontramos el papel rector atribuido a las ideas en la vida de los hombres que tienen los sistemas religiosos, las especulaciones filosóficas y las utopías político-morales.
También es fundamental el hecho de que la cultura regule las relaciones sociales, es decir, los vínculos sociales que los seres humanos entablan como vecinos, como objeto sexual de otra persona, como miembros de una familia, etc.
Se puede decir que la sublimación de los instintos permite el desarrollo de las actividades intelectuales, de vital importancia para cualquier civilización. La renuncia a la satisfacción de los instintos hace posible la cultura, aunque aquí hay mucho que decir: precisamente el objeto de una cultura sana es el equilibrio entre la represión de los instintos que imponen las necesidades colectivas y la necesidad de satisfacerlos que tiene el individuo.
El origen de la cultura:
La unidad primitiva que dio lugar a los fenómenos culturales fue la familia. El origen de esta es, la necesidad de satisfacción genital que tiene el macho y que le impulsa a retener una hembra. Al hembra permanece en la unidad familiar con el fin de proporcionar la seguridad que el macho le brinda a ella.
En la familia aun no hay elementos culturales, sino que el padre impone por complejo su voluntad. La asociación entre hermanos para derrocar a su padre, aparece en la cultura como la idea de que esta asociación de varios individuos podría conllevar a hacerles más fuertes e incluso felices.
A esto se le llama fase totémica del desarrollo humano, en ella el hombre se establece restricciones necesarias para consolidar un nuevo orden.
El fundamento de la cultura es doble: por un lado están las necesidades que impone el medio ambiente y por el otro, la necesidad del amor sexual, que según Freud, este cumple un papel fundamental en la evolución de la cultura
El amor
Una manera de que la tendencia al amor no produzca sufrimiento es desplazar el acento del objeto amado al mismo acto de amar, de forma que el rechazo del ser amado no constituya un motivo de dolor. Esta medida se complementa con la eliminación de la satisfacción genital como finalidad del amor, transformándolo así en un instinto coartado en su fin (aunque inconscientemente siga siendo sexual). Esta reordenación psíquica permite llevar a la práctica el amor universal a todos los seres humanos que prescriben ciertas éticas, pero sirve, sobre todo a un fin cultural: al eliminar el carácter exclusivo que tiene el amor sexual, hace posible los vínculos de amistad y los vínculos con la comunidad, más amplios, que no pueden tener su origen solamente en el convencimiento racional de que son beneficiosos para el individuo.
Sin embargo, la cultura impone severas restricciones al amor. Un ejemplo es la salida del individuo del ámbito familiar al social, reflejada en los ritos pubertad. La mujer es un foco de resistencia a la cultura dentro de la familia por el mismo motivo: las fuerzas que el macho necesita para cumplir las exigencias socioculturales las extrae principalmente de la vida sexual y de la mujer que, viéndose relegada, adopta frente a la cultura una actitud hostil. Este es el motivo de la cultura occidental reprima con fuerza el sexo, ya que extrae de él la energía que necesita para su desarrollo. Para evitar que el poderoso instinto sexual consuma las fuerzas que necesita para sí, la cultura educa al individuo desde su infancia, reprimiendo sus conductas sexuales instintivas y homogeneizando su sexualidad, al delimitar al amor genital heterosexual y monógamo.
Hay, no obstante, otro factor en juego: la agresividad instintiva del individuo. Al fomentar vínculos de amistad mediante el instinto sexual inhibido, se intenta contrarrestar la hostilidad natural de unos hombres contra otros. Sin embargo, dice Freud, en el nivel “consciente” de la cultura no se admite la tendencia del hombre a la crueldad, se niega su existencia (como la de los instintos sexuales infantiles) y se fabrican éticas irracionales como la cristiana, basadas en la supuesta inclinación del hombre hacia el bien, que reprimen y niegan la agresividad. Otra forma de enfrentarse a ese problema es crear un núcleo cultural restringido, permitiendo que la agresividad se descargue contra lo extraño, lo diferente, como hace el nacionalismo. A ojos de Freud, el comunismo tampoco es una solución pues presupone que la causa de la hostilidad es el modo de organización social. Freud no niega la importancia que tienen en este asunto las condiciones materiales, pero considera que son más bien factores inherentes a la cultura misma y a la constitución física del individuo los que determinan la conducta violenta del hombre y que, como ellos, no es susceptible de reforma.
El instinto de destrucción:
Sadismo es definido como la satisfacción sexual acompañada por la satisfacción por medio de la violencia, donde existen dos instintos primarios: el Eros, el amor, y el instinto de destrucción, cuya satisfacción es el placer.
Ambos nacen del narcisismo, del yo infantil y pueden dirigirse en un principio hacia los objetos pero también luego van dirigidos hacia el propio yo. Es aquí donde podemos decir que la agresión que no puede descargarse hacia fuera, lo hará hacia adentro.
La cultura por principio reprime el instinto de agresión y crea en la psique una división: el yo y el súper yo. El súper yo ejerce sobre el yo la misma violencia que el yo ejercería sobre los objetos sino hubiera sido reprimido por la cultura.
El súper yo es la conciencia moral y llamaremos a la tensión entre el súper yo y el yo, sentimiento de culpabilidad
El sentimiento de culpabilidad:
Este, proviene de la conciencia que tiene el individuo de haber realizado o la intención de realizar un acto considerablemente malo. Este acto no proviene del sujeto, pues hay actos malos que son satisfactorios, sino que deriva del miedo a la perdida del amor de los padres en el niño y de la perdida de la protección de la sociedad en el adulto.
Un acto malo surge del medio social.
Este miedo del individuo pasa a ser parte del sujeto por medio del súper yo, que reprime las satisfacciones reales de los instintos, y a la ves reprime la toma de conciencias de estos instintos. Cuanto mejor se comporta el sujeto, mas duro es el trato que recibe de su súper yo, de su conciencia moral, esto se debe a que el instinto crece con la insatisfacción.
Se produce una renuncia instintual por miedo a la autoridad externa, por miedo a la perdida de amor de los demás para con el sujeto. Esta renuncia da lugar al súper yo, o conciencia moral, que implica la identificación de una mala acción con mala intención, creando el sentimiento de culpabilidad.
Cada vez que el yo renuncia a agredir a algún objeto externo, pese a desearlo vivamente, el súper yo incorpora este deseo y lo cumple sobre el yo, al tiempo que el yo es castigado por su mala intención.
Este sentimiento de culpabilidad deriva del complejo de Edipo, debido a la ambivalencia amor-odio que sentían los hermanos para con el padre, cuando finalmente lo matan, aparece con mas fuerza el amor que sentían por el, y queda bajo la forma de remordimiento. Los hermanos instauran restricciones para evitar que se repita este suceso, se crea el súper yo, y dada la omnisciencia del súper yo, la intención es suficiente para hacer aparecer el sentimiento de culpa.
En el ámbito cultural existe una instancia parecida al súper yo, donde tratan de eliminar la agresividad del individuo, al igual que el súper yo, no tienen en cuenta los anhelos de felicidad del individuo, sino tan solo el bien de la comunidad, por lo que se reprime los instintos, como el súper yo. Un buen ejemplo de esto seria el mandamiento “amaras a tu prójimo como a ti mismo”, que es irrealizable tanto para el sujeto como para la sociedad, lo que lleva a cabo a ambos a la rebelión o la infelicidad.
EL PORQUE DE LA GUERRA
En este articulo, Freud, intenta pensar el fenómeno de la guerra como manifestaciones de violencia, vinculo de poder/violencia, como forma de relación social. Se ocupa particularmente de considerar los efectos que trae consigo la guerra para la vida psíquica de las personas.
Sigmund define a la guerra como una “transgresión mayor”, y sus aportes pueden situarse en la vida cotidiana y el trascurrir las actividades de los hombres. La cual explica, que la guerra se refiere a un fracaso con relación a los ideales de estado. La misma, aflora en los estados mas primitivos de la cultura, donde se basaba en relaciones de dominación, y el cual fue superado por el acto mismo de matar los códigos de convivencia y leyes que regulan a la sociedad (por la desigualdad producida)
La guerra como transgresión mayor trae para la humanidad dos efectos: una profunda desilusión y un cambio en nuestra actitud hacia la muerte.
La desilusión esta dada por la visión del comportamiento de las naciones que participan de la guerra, y el hecho de que individuos civilizados puedan actuar con un grado tal de brutalidad ante sus semejantes.
Lo que Freud llama como un cambio en nuestra actitud debe ser pensado como un cambio en relación con los ideales de la sociedad, con la actitud hacia la muerte, es decir, las personas se creen como héroes que no pueden creer en su propia muerte, por lo que señalan a los extraños como enemigos cuya muerte debe pasar por alto la muerte de sus pares.
La guerra es un producto humano, en el cual, en ese tiempo se rompe el pacto social construido, y al generarse la imposibilidad de encontrar solución a dicha ruptura, por lo tanto se encuentra solución en la guerra y posteriormente en el caos y la desilusión.
El hombre tiene dentro suyo (mas allá del Eros =amor) una pasión latente de odio y destrucción, que emergen en situaciones inusuales, exaltándola hasta llevar a una psicosis colectiva. Einstein sostiene que la pulsión odiar y aniquilar, es la que lleva al hombre a la guerra. Y Freud lo rectifica al decir que algunas personas quieren unir y conservar, mientas que otras quieren destruir y matar, en ves de buscar soluciones pacificas.
Para concluir: Freud deposita la esperanza en un mundo de paz con un gran desarrollo de la cultura, mediante un uso de la razón y no de la violencia.
FORO: “Etnocentrismo e historia” Preiswerk, Perrot - “El malestar en la cultura” Freud
Para darle una introducción al etnocentrismo debemos comenzar definiendo el concepto de cultura. Por un lado entendiéndola como un conjunto de valores, comportamientos e instituciones de un grupo humano, aprendido, compartido y transmitido socialmente. Esta concepción totalizante de la cultura, abarca todas las creaciones del hombre y tiene un valor descriptivo y un carácter sincrético.
Por otra parte Freud la define como “la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de la nuestros antepasados animales y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza y la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres”.
Debemos distinguir que la cultura se diferencia de la sociedad ya que la primera emana y se caracteriza de la propia sociedad. Tampoco debemos confundir a la cultura con la naturaleza, el hombre se sitúa como superior a ella y pretende dominarla.
Afirmamos así que el desarrollo cultural es “la lucha por la vida de la especie humana”. “La convivencia humana solo se vuele posible cuando se aglutina una mayoría mas fuerte que los individuos aislados y cohesionada frente a estos”.
Así, las diferencias genéticas no intervienen en la determinación de las diferencias sociales y culturales entre grupos humanos. Entonces pareciera ser que los diferentes pueblos debieran explicarse por su historia cultural. Si bien la raza no determina a la cultura en tanto que es un factor hereditario, no es sin embargo ajena a la formación de culturas distintas.
En una sociedad en donde existe el malestar, provocado por no tolerar al otro, podemos hacer hincapié en la definición de etnocentrismo. Para llegar a su comprensión primeramente debemos conocer el término de etnia: es la unión entre la cultura y la sociedad. Más específicamente podemos definirla como un grupo social que se diferencia de los otros, por rasgos culturales específicos y un conjunto de opciones fundamentales.
Si hablamos de prácticas sociocentristas de acuerdo al grupo que se oriente recibirán un nombre diferente. En el caso de las prácticas aplicadas a la etnia hablamos de etnocentrismo. Este es definido como la actitud de un grupo que consiste en atribuirse un lugar central en relación a los otros grupos, en valorizar positivamente sus realizaciones y particularismos, y que tiene hacia un comportamiento proyectivo con respecto a los grupos de afuera, que son interpretados a través del modo de pensamiento del en-grupo. El etnocentrismo puede ser observado en distintos grados (sociocentrismo de clase, nacionalismo y etnocentrismo) y distintos niveles (microetnias, etnias regionales y macroetnias)
Esta noción debe ser distinguida de la de racismo, el cual consiste en “valorización, generalizada y definitiva de diferencias reales o imaginarias en beneficio del acusador y en detrimento de su victima, a fin de justificar sus privilegios y su agresión”.
El racismo hace intervenir siempre el aspecto físico: el racista confunde elementos culturales y morfológicos, o rechaza al otro en tanto que es racialmente diferente ignorando si es portador de rasgos culturales que el desaprueba. La subjetividad del racista debe ser aceptada como un dato principal, la identificación de la victima se da de manera diversa según las épocas y las sociedades.
Así podemos concluir diciendo que se busca asegurar la coherencia del en-grupo y la dominación sobre los grupos de afuera. Sin duda hay, un lazo de parentesco entre el etnocentrismo y el racismo.
La discriminación cultural o etnocéntrica consiste en cerrarse sistemáticamente a la influencia del sistema de valores de un grupo de afuera, mientras que la discriminación racial trata de evitar las relaciones, en su sentido más amplio, entre individuos de distintas razas. Así mismo el exterminio cultural o etnocidio consiste en quitarle a un grupo sus características culturales sin aniquilar al grupo mismo, mientras que el exterminio racial, o genocidio es la eliminación física del grupo.
A lo largo de nuestra historia el etnocentrismo se hizo presente en diversas esferas de la vida social haciendo imposible su desaparición absoluta, ya que solo puede sustituirse una forma por otra.
Repasando nuestra historia, reconocemos que uno de los casos más significativos y presentes de nuestra sociedad es el etnocentrismo que encuentra sus victima en los pueblos originarios.
Nuestro objetivo es entonces poder reflexionar entre todos acerca de la posibilidad de la re-construcción de una nueva historia en la que todos estemos involucrados.
El estado de Argentina celebra sus 200 años. Durante este tiempo se han cometido graves violaciones a los derechos humanos de los pueblos indígenas. Exclusión y genocidio comienzan en nuestro país con las campañas impulsadas por Mitre, Sarmiento y Roca, con el objetivo de expandir las fronteras y utilizar a los indígenas como mano de obra.
Este es un claro ejemplo de subordinación y de la ejecución de practicas etnocentristas, ya que se consideraban a estos pueblos, dueños de la tierra, como seres inferiores e incapaces de contribuir al progreso.
Este sentimiento de superioridad justificó tanto el maltrato físico como psicológico. Hoy en día no existe ninguna fecha importante establecida como feriado correspondiente a las Naciones Indígenas.
Los pueblos originarios consideran que sería mas justo celebrar el 11 de octubre como ultimo día de la libertad de América y no el 12, ya que fue en esa fecha que comenzó el genocidio mas grande de la humanidad.
Un claro ejemplo de la exclusión de la que son victima es la falta de difusión de sus fiestas tradicionales, como aquella en la que se homenajea a la madre Tierra, la Pachamama. Si bien es cierto que en el norte del país sí tienen una importante trascendencia, la mayoría de los jóvenes en el resto de la argentina celebran otras fechas que lamentablemente son provenientes de otras culturas, por ejemplo Halloween.
Los nativos sostienen entonces que estamos plenamente dominados por un euro centrismo, que nos hace rendir honores exclusivos a su dios dejando de lado nuestros orígenes, ignorando y olvidando los dioses propios de nuestras tierras.
A partir de la colonización, todos los seres humanos estamos racializados y etnoracializados. Si bien hoy ya no se considera la raza como una categoría de análisis, no se puede desconocer que el racismo existe y sigue siendo un instrumento de opresión de los pueblos originarios.
Es por este motivo que queremos replantearnos el porque de la diferencia y la indiferencia hacia ellos. ¿Que condición nos sitúa como superiores y nos hace pensar que son ellos los que deben integrarse? Pretendemos que se integren a nuestra sociedad como individuos activos y participen de una cultura que no coincide con su identidad. Su lucha no es por la integración, sino por la inclusión de sus bagajes culturales a nuestra sociedad y que a su vez esta inclusión sea recíproca.
A los pueblos originarios presentarse como unidad les permite consolidarse como un grupo con un pensamiento propio, valoraciones especiales, las cuales son usadas como herramientas que les ayudan a resistir y a seguir luchando.
Comunicar es resistir y el rol de la comunicación esta hoy en nuestras manos. Esta en nuestras manos el poder revertir esta situación.
Mariño Noelia
Cerdeira María de la Paz
Campos Ratti Rocío
Coniglio Franco
Simeone Fabricio
Azeretsky Gastón
Por otra parte Freud la define como “la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de la nuestros antepasados animales y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a la naturaleza y la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres”.
Debemos distinguir que la cultura se diferencia de la sociedad ya que la primera emana y se caracteriza de la propia sociedad. Tampoco debemos confundir a la cultura con la naturaleza, el hombre se sitúa como superior a ella y pretende dominarla.
Afirmamos así que el desarrollo cultural es “la lucha por la vida de la especie humana”. “La convivencia humana solo se vuele posible cuando se aglutina una mayoría mas fuerte que los individuos aislados y cohesionada frente a estos”.
Así, las diferencias genéticas no intervienen en la determinación de las diferencias sociales y culturales entre grupos humanos. Entonces pareciera ser que los diferentes pueblos debieran explicarse por su historia cultural. Si bien la raza no determina a la cultura en tanto que es un factor hereditario, no es sin embargo ajena a la formación de culturas distintas.
En una sociedad en donde existe el malestar, provocado por no tolerar al otro, podemos hacer hincapié en la definición de etnocentrismo. Para llegar a su comprensión primeramente debemos conocer el término de etnia: es la unión entre la cultura y la sociedad. Más específicamente podemos definirla como un grupo social que se diferencia de los otros, por rasgos culturales específicos y un conjunto de opciones fundamentales.
Si hablamos de prácticas sociocentristas de acuerdo al grupo que se oriente recibirán un nombre diferente. En el caso de las prácticas aplicadas a la etnia hablamos de etnocentrismo. Este es definido como la actitud de un grupo que consiste en atribuirse un lugar central en relación a los otros grupos, en valorizar positivamente sus realizaciones y particularismos, y que tiene hacia un comportamiento proyectivo con respecto a los grupos de afuera, que son interpretados a través del modo de pensamiento del en-grupo. El etnocentrismo puede ser observado en distintos grados (sociocentrismo de clase, nacionalismo y etnocentrismo) y distintos niveles (microetnias, etnias regionales y macroetnias)
Esta noción debe ser distinguida de la de racismo, el cual consiste en “valorización, generalizada y definitiva de diferencias reales o imaginarias en beneficio del acusador y en detrimento de su victima, a fin de justificar sus privilegios y su agresión”.
El racismo hace intervenir siempre el aspecto físico: el racista confunde elementos culturales y morfológicos, o rechaza al otro en tanto que es racialmente diferente ignorando si es portador de rasgos culturales que el desaprueba. La subjetividad del racista debe ser aceptada como un dato principal, la identificación de la victima se da de manera diversa según las épocas y las sociedades.
Así podemos concluir diciendo que se busca asegurar la coherencia del en-grupo y la dominación sobre los grupos de afuera. Sin duda hay, un lazo de parentesco entre el etnocentrismo y el racismo.
La discriminación cultural o etnocéntrica consiste en cerrarse sistemáticamente a la influencia del sistema de valores de un grupo de afuera, mientras que la discriminación racial trata de evitar las relaciones, en su sentido más amplio, entre individuos de distintas razas. Así mismo el exterminio cultural o etnocidio consiste en quitarle a un grupo sus características culturales sin aniquilar al grupo mismo, mientras que el exterminio racial, o genocidio es la eliminación física del grupo.
A lo largo de nuestra historia el etnocentrismo se hizo presente en diversas esferas de la vida social haciendo imposible su desaparición absoluta, ya que solo puede sustituirse una forma por otra.
Repasando nuestra historia, reconocemos que uno de los casos más significativos y presentes de nuestra sociedad es el etnocentrismo que encuentra sus victima en los pueblos originarios.
Nuestro objetivo es entonces poder reflexionar entre todos acerca de la posibilidad de la re-construcción de una nueva historia en la que todos estemos involucrados.
El estado de Argentina celebra sus 200 años. Durante este tiempo se han cometido graves violaciones a los derechos humanos de los pueblos indígenas. Exclusión y genocidio comienzan en nuestro país con las campañas impulsadas por Mitre, Sarmiento y Roca, con el objetivo de expandir las fronteras y utilizar a los indígenas como mano de obra.
Este es un claro ejemplo de subordinación y de la ejecución de practicas etnocentristas, ya que se consideraban a estos pueblos, dueños de la tierra, como seres inferiores e incapaces de contribuir al progreso.
Este sentimiento de superioridad justificó tanto el maltrato físico como psicológico. Hoy en día no existe ninguna fecha importante establecida como feriado correspondiente a las Naciones Indígenas.
Los pueblos originarios consideran que sería mas justo celebrar el 11 de octubre como ultimo día de la libertad de América y no el 12, ya que fue en esa fecha que comenzó el genocidio mas grande de la humanidad.
Un claro ejemplo de la exclusión de la que son victima es la falta de difusión de sus fiestas tradicionales, como aquella en la que se homenajea a la madre Tierra, la Pachamama. Si bien es cierto que en el norte del país sí tienen una importante trascendencia, la mayoría de los jóvenes en el resto de la argentina celebran otras fechas que lamentablemente son provenientes de otras culturas, por ejemplo Halloween.
Los nativos sostienen entonces que estamos plenamente dominados por un euro centrismo, que nos hace rendir honores exclusivos a su dios dejando de lado nuestros orígenes, ignorando y olvidando los dioses propios de nuestras tierras.
A partir de la colonización, todos los seres humanos estamos racializados y etnoracializados. Si bien hoy ya no se considera la raza como una categoría de análisis, no se puede desconocer que el racismo existe y sigue siendo un instrumento de opresión de los pueblos originarios.
Es por este motivo que queremos replantearnos el porque de la diferencia y la indiferencia hacia ellos. ¿Que condición nos sitúa como superiores y nos hace pensar que son ellos los que deben integrarse? Pretendemos que se integren a nuestra sociedad como individuos activos y participen de una cultura que no coincide con su identidad. Su lucha no es por la integración, sino por la inclusión de sus bagajes culturales a nuestra sociedad y que a su vez esta inclusión sea recíproca.
A los pueblos originarios presentarse como unidad les permite consolidarse como un grupo con un pensamiento propio, valoraciones especiales, las cuales son usadas como herramientas que les ayudan a resistir y a seguir luchando.
Comunicar es resistir y el rol de la comunicación esta hoy en nuestras manos. Esta en nuestras manos el poder revertir esta situación.
Mariño Noelia
Cerdeira María de la Paz
Campos Ratti Rocío
Coniglio Franco
Simeone Fabricio
Azeretsky Gastón
jueves, 26 de agosto de 2010
Ficha Pedagógica U1: "Surgimiento de las Ciencias Sociales. Antropología y Psicología. Psicoanálisis. Construcción de sus campos de saber."
Facultad de Ciencia Polçitica y RRII (UNR)
Escuela de Comunicación Social
Cátedra: Cultura y Subjetividad
Profesores: Susana Copertari y Carlos Nuñez
Unidad Didáctica Nº1
Año 2006
Ficha Pedagógica
TEMA:
Surgimiento de las Ciencias Sociales. Antropología y Psicología. Psicoanálisis. Construcción de sus campos de saber. Especificaciones y diálogos. Influencias.
CONSIGNA:
1. 1er. Momento de la clase: clase, divididos en grupos de trabajo los siguientes textos motivadores que se pueden obtener en la Fotocopiadora “ La Pecera” de la FCP y RRII:
- “Los sueño según Carl Jung”,
- “Nuestra civilización se ha olvidado del hombre” (Levi-Strauss)
- “Todo por un Sueño” ( Revista Radar)
2. 2do Momento de la clase: Luego de la lectura de los textos señalados y a partir de los siguientes nodos conceptuales articuladores que te presentamos como orientadores, agrega otros que consideres importantes.
3. A partir de ellos realiza un análisis crítico y reflexivo de las dos grandes rupturas a las que alude Eliseo Verón en su obra.
4. 3er Momento de la clase: Se entregarán las producciones escritas y se socializarán oralmente las producciones grupales en clase con el grupo total.
Algunas articulaciones que te pueden servir como orientadoras:
Primera articulación:
• Todo por un Sueño ( Revista Radar)
…“Imaginen que un explorador llega a una región casi desconocida que despierta su interés por las ruinas, los resto de paredes, fragmento de columnas y las inscripciones casi ilegibles. Se puede contentar con inspeccionar lo que esta a la vista, o interrogar a los habitantes (quizás un pueblo semi-bárbaro) que viven en los pueblos vecinos acerca de lo que la tradición dice del significado de estos arqueológicos, anotar lo que ellos responden, y después continuar su viaje.”
• Nuestra civilización se ha olvidado del hombre” (Levi-Strauss)
“Me fui al interior, primero por diez o quince días, luego por los tres o cuatro meses de vacaciones de verano. Fue entonces que tome contacto con indígenas, no muy alejados de las ciudades, que estaban ya muy aculturados, muy cercanos a lo que eran los paisanos pobres. Luego fui muy lejos, al Mato Grosso. Y finalmente deje la universidad para consagrarme a una misión”.
Segunda articulación:
• Todo por un Sueño ( Revista Radar)
“Las imágenes en nuestros sueños son” antigüedades mentales”. Escribía: “soñar es un ejemplo de regresión a la condición mas temprana, una vuelta a la niñez, a los impulsos instintivo que la dominaban y a los métodos de expresión que tenia a mano en aquel momento”.
• “Nuestra civilización se ha olvidado del hombre” (Levi-Strauss)
“Como desde un principio tuve el presentimiento de que me iba a pasar la vida repitiendo un curso, y yo tenía un gran gusto por la aventura en sus formas más modestas, traté de transformar el paisaje rural francés en terreno de aventura”.
• “Los sueño según Carl Jung”
“El sueño, es un conjunto de imágenes que se arman en un relato. Y es el relato sobre el que uno va a tener conocimiento, porque el modo de trasmitir esas impresiones es a través de las palabras”.
Escuela de Comunicación Social
Cátedra: Cultura y Subjetividad
Profesores: Susana Copertari y Carlos Nuñez
Unidad Didáctica Nº1
Año 2006
Ficha Pedagógica
TEMA:
Surgimiento de las Ciencias Sociales. Antropología y Psicología. Psicoanálisis. Construcción de sus campos de saber. Especificaciones y diálogos. Influencias.
CONSIGNA:
1. 1er. Momento de la clase: clase, divididos en grupos de trabajo los siguientes textos motivadores que se pueden obtener en la Fotocopiadora “ La Pecera” de la FCP y RRII:
- “Los sueño según Carl Jung”,
- “Nuestra civilización se ha olvidado del hombre” (Levi-Strauss)
- “Todo por un Sueño” ( Revista Radar)
2. 2do Momento de la clase: Luego de la lectura de los textos señalados y a partir de los siguientes nodos conceptuales articuladores que te presentamos como orientadores, agrega otros que consideres importantes.
3. A partir de ellos realiza un análisis crítico y reflexivo de las dos grandes rupturas a las que alude Eliseo Verón en su obra.
4. 3er Momento de la clase: Se entregarán las producciones escritas y se socializarán oralmente las producciones grupales en clase con el grupo total.
Algunas articulaciones que te pueden servir como orientadoras:
Primera articulación:
• Todo por un Sueño ( Revista Radar)
…“Imaginen que un explorador llega a una región casi desconocida que despierta su interés por las ruinas, los resto de paredes, fragmento de columnas y las inscripciones casi ilegibles. Se puede contentar con inspeccionar lo que esta a la vista, o interrogar a los habitantes (quizás un pueblo semi-bárbaro) que viven en los pueblos vecinos acerca de lo que la tradición dice del significado de estos arqueológicos, anotar lo que ellos responden, y después continuar su viaje.”
• Nuestra civilización se ha olvidado del hombre” (Levi-Strauss)
“Me fui al interior, primero por diez o quince días, luego por los tres o cuatro meses de vacaciones de verano. Fue entonces que tome contacto con indígenas, no muy alejados de las ciudades, que estaban ya muy aculturados, muy cercanos a lo que eran los paisanos pobres. Luego fui muy lejos, al Mato Grosso. Y finalmente deje la universidad para consagrarme a una misión”.
Segunda articulación:
• Todo por un Sueño ( Revista Radar)
“Las imágenes en nuestros sueños son” antigüedades mentales”. Escribía: “soñar es un ejemplo de regresión a la condición mas temprana, una vuelta a la niñez, a los impulsos instintivo que la dominaban y a los métodos de expresión que tenia a mano en aquel momento”.
• “Nuestra civilización se ha olvidado del hombre” (Levi-Strauss)
“Como desde un principio tuve el presentimiento de que me iba a pasar la vida repitiendo un curso, y yo tenía un gran gusto por la aventura en sus formas más modestas, traté de transformar el paisaje rural francés en terreno de aventura”.
• “Los sueño según Carl Jung”
“El sueño, es un conjunto de imágenes que se arman en un relato. Y es el relato sobre el que uno va a tener conocimiento, porque el modo de trasmitir esas impresiones es a través de las palabras”.
Ficha Pedagógica: "Articulación de conceptos y/o categorías de análisis entre el pensamiento de Lévi-Strauss y Freud"
Cultura y Subjetividad
Escuela de Comunicación Social
Facultad de Ciencia Política y RRII (UNR)
Prof. Adjunta Susana Copertari
Ficha Pedagógica:
Articulación de conceptos y/o categorías de análisis entre el pensamiento de Lévi-Strauss y Freud.
Consigna:
Realizar un informe escrito con las articulaciones que menciona la autora ha encontrado entre el pensamiento de Levy Strauss y Freud que resultan un aporte científico relevante para el campo de estudio de las Ciencias Sociales (Antropología y Psicoanálisis)
Una versión previa de este trabajo fue presentada en el Coloquio Psicoanálisis y cultura: cien años con Lévi-Strauss, Organizado por la Escuela Libre de Psicología, Casa de las Humanidades UNAM, México D.F.
En este trabajo pretendo reflexionar respecto de un problema añejo en las Ciencias Sociales: me refiero al polémico y complejo proceso mediante el cual se establece la interacción entre la cultura, el psiquismo y el sujeto social. Por la envergadura de tal planteamiento intentaré tan sólo esbozar algunas líneas que nos permitan pensar esta problemática a través de algunos de los aportes del psicoanálisis y la antropología. Esta selección no es arbitraria. Tanto el psicoanálisis como la antropología, al delimitar sus objetos de estudio, han debido aclarar hasta que punto sus propuestas de análisis o sus planteamientos deben centrarse en lo subjetivo o en lo social. Dado que tales disciplinas constituyen un campo muy amplio es este trabajo me limitaré a explorar algunas de las aportaciones de dos autores fundamentales: Claude Lévi-Strauss y Sigmund Freud.
En la actualidad entre los psicoanalistas es conocido el interés por la antropología que cautivó a Freud; no sobra recordar que Tótem y tabú es una obra que dialoga con la etnología de la época. También es sabido su gusto por la cultura material de otros pueblos y el aprecio por la “alta” cultura producida por Occidente. Por su parte, entre los antropólogos es sabido que la problemática de lo inconsciente, de la prohibición del incesto y en general sobre el psiquismo desarrollados por Lévi-Strauss son inspirados, de una manera importante en la obra de Freud. De haber sido contemporáneos, entre ambos autores, podría haberse dado un fecundo diálogo.
Por su parte en la antropología es sabido también el deslumbramiento que causaron entre sus primeros etnólogos y etnógrafos las versiones diversas de la obra de Freud. Su divulgación en Norteamérica estuvo en origen de la influyente escuela de Cultura y Personalidad. Pero más que esta influencia de segunda mano lo que quiero resaltar es la importancia que ahora podría adquirir el poner en diálogo la obra de Freud con la de Lévi-Strauss.
El intento por establecer puentes entre ambas disciplinas no es nuevo. Sin embargo, como bien señala Falomir este encuentro no ha sido siempre afortunado y ha suscitado un distanciamiento entre ambas disciplinas (Falomir 2004). Podemos tan sólo recordar una diferencia epistemológica entre los autores que nos ocupan: Mientras que Lévi-Strauss investiga sobre el espíritu humano y la unidad psíquica de nuestra especie en términos sociales, Freud mira al psiquismo del sujeto para explicar lo social. Sin embargo no deseo reiterar y profundizar las conocidas diferencias entre ambos autores; prefiero señalar sus coincidencias que son las que nos permitirán visualizar algo que considero de suma importancia tanto en los tejidos sociales como en las personas que los hacen posibles, me refiero a la intersección e interacción entre psiquismo, sujeto y cultura.
Resulta a todas luces evidente que la cultura, como bien señala Echeverría, no sólo está presente en todo momento como factor sobredeterminante de los comportamientos colectivos e individuales de la vida social sino que puede intervenir en la marcha de la historia (2001: 26). A pesar de ello, el concepto de cultura no ha tenido un objeto bien definido, ha sido polémico y polisémico; ha sido más bien un campo de discusión e indagación en constante expansión. Es conocido que la concepción de cultura surge tanto entre los griegos como en los romanos; es sabido también que la complejidad que ha adquirido el concepto nos sumerge en numerosas discusiones. Es evidente que la revisión del campo semántico de la cultura es una tarea que rebasa los límites de este trabajo por lo que tan sólo presentaré una mirada fugaz.
Para los fines de este trabajo cabe recordar que tanto para los griegos como para los romanos la cultura tenía que ver con la educación del hombre; la adquisición de las buenas artes como la poesía, la filosofía y la elocuencia eran los atributos que construían al ser humano diferente de otros animales. Para los griegos, lo que en la actualidad entendemos por el término cultura, implicaba tanto la búsqueda de lo que el hombre hacía de sí, como la forma en la que establecía la relación con los otros hombres; es decir, la cultura trataba del sujeto y de su vida en sociedad. Podemos apreciar un ejemplo claro de la ubicación del dominio de la cultura tanto en el sujeto como en sus sociedades en obras relevantes y clásicas como La república de Platón así como en los trabajos de Aristóteles. Para ambos pensadores el hombre es un animal político, la naturaleza humana es impensable sin la cultura que consistía en la búsqueda del conocimiento y la sabiduría; lo infrahumano –es decir los esclavos- y lo suprahumano –los dioses- quedaban fuera del dominio de la cultura (Abbagnano 1987).
Durante mucho tiempo emparentamos a la cultura con la palabra "cultivo" de la que etimológicamente se deriva del latín. Sin embargo mucho de su contenido actual deriva en realidad del griego; como bien ha recordado Zaid, en realidad los griegos no tenían propiamente un concepto de cultura y paradójicamente hemos intentado encontrar en ellos el significado del término. Por otra parte señala que en latín existía la palabra cultura aunque no existía el concepto; son los griegos quienes construyen parte del concepto contemporáneo de cultura aunque no tenían un léxico para ello. Echeverría señala que para la tradición filológica alemana lo más cercano a la concepción de la cultura que tenían los griegos era el concepto de ethos que como eje principal contiene “el modo de vida” ya que la palabra ethos significa hábito, costumbre, morada, refugio (Echeverría 2006: 44-6). Posiblemente el término griego más cercano a la concepción de cultura sea el de Paideia. El término cultura apareció en la Roma antigua como la traducción de esta palabra griega que significa “crianza de niños” y que ha derivado en la noción de cultivo de la humanidad, de lo que caracteriza y distingue al ser humano de los demás seres (Said 2001: 30). Por ello en el concepto de cultura actual es importante la educación y noción de trascendencia de lo que se considera valioso. Así, en la actualidad el campo semántico del término cultura nos remite al primer concepto romano de ella que significa: tener presente lo mejor del pasado, consagrarlo aunque no fuera romano, interrogarlo, conversar con los clásicos y continuarlos (Echeverría 2006: 44-6)
Posteriormente, en la Edad media, se modificaron tanto el campo semántico como las prácticas sociales asociados a la cultura. El fin de la cultura en esa época consistía en preparar al hombre para cumplir con sus deberes religiosos y garantizarle una existencia ultramundana. La cultura servía también como medio de comprobación de las verdades religiosas. Por otra parte en el Renacimiento se intentó recuperar el carácter naturalista de la cultura (vinculada al cultivo); la cultura permitía formar a los hombres para vivir, ya no en el ultramundo, sino en este mundo. El saber constituía una fuente de status, el sabio era privilegiado, diferente a los otros hombres. La cultura se materializó en bienes tangibles artísticos y simbólicos que fueron atesorados por las élites sociales.
En la época de la Ilustración esta visión aristocrática de la cultura cambió, se pretendía difundir la cultura con el fin de que ésta sirviera de instrumento de renovación de la vida social e individual; la idea era que la cultura no fuera patrimonio de unos cuantos, el conocimiento era parte importante de la cultura y debía ser universal. Sin embargo durante el Romanticismo se intentó regresar a la aristocracia la cultura y en ese proceso la cultura comenzó a significar enciclopedismo, las disciplinas científicas proliferaron y se diferenciaron y la cultura se comenzó a ver como un conocimiento general de todo.
A esta altura, podemos entender porque el término cultura implica, contiene y significa muy diversas acciones y representaciones de los hombres. Como ya han señalado, entre otros muchos autores, Giménez y Elías, la palabra cultura en sus inicios latinos hacía referencia al trabajo de la tierra, al cultivo, de ahí deriva su origen en diversas lenguas. La acepción de cultura como cultivo permanece en una parte del sentido común de la actualidad. Por ejemplo, el uso que se le da en el castellano: la palabra cultura está documentada en español desde 1515. En 1729 el primer diccionario de la Real Academia Española da tres acepciones de cultura: “La labor del campo o el ejercicio en el que se emplea el labrador o el jardinero”. Metafóricamente es el cuidado y aplicación para que alguna cosa se perfeccione, como la enseñanza en un joven, para que pueda lucir su entendimiento. Vale también lo mismo que culto, en el sentido de reverencia o adoración (Zaid: 2001).
Por su parte Echeverría señala que la redefinición moderna del término cultura comenzó a gestarse en el siglo XVIII en Alemania en contraposición al sentido del término civilización que utilizaban los franceses y los ingleses. Es entonces cuando comienza a plantearse la diferenciación entre una cultura viva, que exaltaba el entendimiento denominado como lo más espiritual de una cultura, y la cultura muerta o civilizada, que denigraba al espíritu. Es entonces que algunos pensadores de Francia consideran que lo valioso de la cultura son los desarrollos de la ciencia que consisten en comprender al universo, esa labor capacitaba al hombre para modificar al mundo de acuerdo a sus necesidades (2001: 32). Respecto a la diferencia entre cultura y civilización Echeverría señala: “Frente al concepto de civilización definido en la Francia del imperio napoleónico, que retrata y expresa la ciega persecución progresista de todo lo que es innovación técnica y social, de espaldas a la tradición y a la herencia espiritual, el romanticismo alemán planteaba su idea de cultura ligada justamente tanto a la noción de “espíritu” –sea éste puro o práctico- como la de un fundamento popular de toda cultura. Los románticos retomaron la vieja convicción barroca de que el único agente de la creación cultural efectiva es el pueblo y que las otras capas, la burguesía y la nobleza, lo único que hacen es, cuando no la traicionan, aprovechar y refinar los esbozos de obras que él les entrega (2001: 34)”
Los primeros románticos poseían un concepto clasista y no etnicista del pueblo, en cambio los románticos tardíos concebían de forma muy diversa al pueblo que eran las grandes naciones, sus integrantes se centraban en las proezas bélicas e industriales de sus sociedades y en los logros científicos y artísticos de sus individuos particulares. Todos los demás eran pueblos naturales destinados a un aprendizaje infinito (Ibíd.: 35). Por otra parte para los ingleses el concepto de cultura es un elemento central de la etnografía colonialista y se opone al concepto de civilización que encarna tanto la sociedad moderna (que funda esa antropología) como las grandes sociedades del pasado. La concepción de cultura de la antropología inglesa hace alusión a las civilizaciones que se están construyendo o que se han quedado en un peldaño de la evolución por lo que su estudio se basa en materiales que develan su modo de vida (Ibíd.: 35-6).
Para Elias el concepto de civilización expresa la autoconciencia de Occidente, pero señala que no significa lo mismo en las diferentes sociedades que lo conforman; constata que existe una gran diferencia entre, por una parte, el uso francés e inglés -para quienes el concepto resume la importancia de la nación en el progreso de Occidente- y, por otra, el uso alemán –para quienes no es la civilización sino la cultura la que expresa el orgullo por la contribución propia al progreso (1994: 57). Cabe destacar que la importancia de la concepción de cultura para la antropología merecería un análisis riguroso, en este trabajo tan sólo abordaré algunas de las formas en las que se ha visto a la cultura por algunos antropólogos con el fin de mostrar la importancia que tal concepto tiene para la disciplina.
Es necesario tener presente que la antropología en su sentido científico surge a finales del siglo XVIII, que la etnología se remonta a la década 1830 y que la práctica etnográfica se realiza desde principios del siglo XIX. Es en este contexto que va de la ilustración -que considera que la cultura debe ser universal y debe ser vista en oposición a la naturaleza- al romanticismo –que ve a la cultura como suma de conocimientos que poseen unos cuantos, como un conjunto de creencias consuetudinarias y de rasgos materiales- donde se nutren los primeros planteamientos de la antropología. Paul Mercier en su trabajo Historia de la antropología (1966) ya apunta que las preguntas que guían a la antropología se centran en la diversidad, en la diferencia y que tales cuestionamientos se refrieren al origen de las costumbres y de las instituciones sociales (1979 [1966]: 21-29). Podemos ver que la cultura ha sido entonces tema privilegiado para el análisis antropológico aunque no existe un consenso respecto de lo que se entienden los antropólogos por cultura. Sugiero que tal diversidad se explica en parte por el complejo proceso de constitución de la antropología como disciplina así como por su posterior desarrollo. Mercier nos recuerda que la antropología surge en diversos países y en distintos momentos y que para entender el desarrollo de la antropología es necesario considerar las diversas formas en las que se produjo la ciencia en cada país así como la relación que el investigador establece con su objeto de estudio (Mercier 1979: 16). La cultura ha sido un tema de interés fundamental para la antropología. Kaplan y Manners apuntan al respecto que a finales del siglo XIX se delinearon dos temáticas de indagación antropológica a saber: la primera se manifiesta en el interés por el funcionamiento de los sistemas culturales y la segunda en la pregunta por dar cuenta de los procesos que han cursado estos sistemas culturales (1979: 20-21). Podemos ubicar en la antropología evolucionista del siglo XIX el primer acercamiento explícito a la cultura. Tylor y Frazer defienden la premisa de la comparación universal de las culturas. Tylor consideraba que era posible realizar estudios de la cultura y de la moral de las sociedades con las reglas del método científico, su trascendente y famosa definición de cultura era la de un todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, ley, moral, costumbres y todas las otras capacidades y hábitos adquiridas por el hombre como miembro de la sociedad (1975 [1871]: 29).
Por su parte Malinowski señalaba que el campo de reunión de las ramas de la antropología era el estudio científico de la cultura, el estudio de la cultura debe hacerse mediante el análisis funcional que se basa en estudiar las funciones de los hechos biológicos y del comportamiento (1970 [1944]:15-52). El autor pensaba a la cultura como una adecuación a las necesidades y a los deseos de los hombres, definía a la cultura como “el conjunto integral constituido por los utensilios y bienes de los consumidores, por el cuerpo de normas que rige los diversos grupos sociales, por las ideas y artesanías, creencias y costumbres (Ibíd.: 49). En palabras de Giménez, para Malinowski la cultura se reduce a un sistema cerrado de instituciones primarias, biológicas y secundarias, que responden de diversas formas a dichas necesidades, estas instituciones están relacionadas entre sí, de modo que todo rasgo cultural existe porque tiene una función (2005:43)
Otro ejemplo claro de la importancia de la cultura para el desarrollo de la teoría y la práctica antropológica nos lo proporciona la escuela norteamericana. A principios del siglo XX sus exponentes rompen con las teorías del siglo XIX que atribuían las diferencias humanas a la raza, es decir, a la herencia biológica. Fue Franz Boas quien derriba el supuesto de que existían razas menos morales o inteligentes que la europea. Para Boas la cultura encierra: “todas las manifestaciones de los hábitos sociales de una comunidad, las reacciones del individuo en la medida que se ven afectadas por las costumbres del grupo en que vive, y los productos de las actividades humanas en la medida en que se ven determinadas por dichas costumbres [y en otra parte señalaba que la antropología debe] concentrarse en el estudio profundo del individuo sometido a las restricciones de la cultura en que vive” (en Kahn1975: 14). La escuela norteamericana coloca a cada cultura como un universo autónomo no comparable con los otros, sus investigadores se afanan por expresar la idea de que las sociedades humanas que son su objeto de estudio están dotadas de significado de forma equivalente a las sociedades que forman a los estados nacionales. Los autores de esta escuela debaten respecto al trato de la cultura, mientras unos señalan que deben ser tratados como símbolos y fenómenos mentales que están más en el terreno del individuo, otros señalan que lo cultural se da en una dimensión material. Los primeros parecen ir ganando terreno en el debate y en la definición semiótica de la cultura. Ejemplo de ello es la famosa definición de Geertz: Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre [web] y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes sino una ciencia interpretativa en busca de interpretaciones. Lo que busco es la explicación interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie. [...] Entendida como sistemas en interacción de signos interpretables (que, ignorando las acepciones provinciales, yo llamaría símbolos), la cultura no es una entidad, algo a lo que puedan atribuirse de manera causal acontecimientos sociales, modos de conducta, instituciones o procesos sociales; la cultura es un contexto dentro del cual pueden describirse todos esos fenómenos de manera inteligible, es decir, densa (Geertz 1992 [1973]: 20 y 27 corchetes míos). Tal acercamiento semiótico a la cultura sin duda facilita el diálogo con el psicoanálisis. Actualmente, no se puede negar que es a través de la cultura como se puede percibir y traducir la experiencia humana. Por otra parte, recientemente, Yúdice señala que el papel de la cultura se ha expandido a los ámbitos político y económico de tal suerte que las nociones convencionales de cultura se disuelven. El autor apunta que es conveniente abordar la cultura en esta sociedad globalizada considerándola como un recurso que se usa como expediente para el mejoramiento sociopolítico o económico (2002: 23) El autor abunda: “la cultura se invierte, se distribuye de las maneras más globales, se utiliza como acción para promover el desarrollo del capital y del turismo, como el primer motor de las industrias culturales y como incentivo inagotable para las nuevas industrias que dependen de la propiedad intelectual. Por tanto el concepto de recurso absorbe y anula las distinciones prevalecientes hasta ahora, entre la definición de la alta cultura, la definición antropológica y la definición masiva de cultura […] la noción de cultura como recurso implica su gestión, un enfoque que no era característico ni de la alta cultura ni de la cultura cotidiana, entendida en un sentido antropológico (Yúdice 2002:16)”
Sin embargo considero que en otros momentos de la historia la cultura ya ha estado vinculada a lo económico y lo político y ver la cultura como recurso, aunque sea simbólico, nos llevaría a cosificarla o deificarla; a reducirla nuevamente al dominio de lo material. Para nuestros fines es más útil recordar que el problema de la definición de la cultura se centra en la cristalización de un conflicto añejo entre existencialismo y estructuralismo o en el combate entre lo que Nietzsche observa a lo largo de la historia de la cultura occidental entre lo que denomina el principio apolíneo y el dionisiaco (Echeverría 2002:42)
El campo de discusión y análisis que constituye la concepción y la definición del término cultura me permite proponer que resulta necesario explorar una concepción de la cultura que intente conciliar este enfrentamiento entre estructuralismo y existencialismo del que nos da cuenta Echeverría. Enfrentamiento entre el principio apolíneo que insiste en la forma institucional y el nomos, en la constitución de la vida y el principio dionisiaco que ve en la vida lo pulsional y lo anómico. Un punto de partida podría consistir, más que en un enfrentamiento entre estos principios, en buscar un hilo conductor que permita anudar los lazos, tejer la urdimbre teórica; explorar la construcción de estas intersecciones que se presentan en todas las culturas y que permiten su transformación a lo largo de la historia.
Como señale al principio de este trabajo tanto el psicoanálisis como la antropología han tenido que delimitar los alcances de sus análisis. Como científicos sociales han tenido que definir o retomar una definición de cultura. Por su parte para Lévi–Strauss, quien se ha afanado por hacer de la etnología una ciencia, la cultura es un conjunto de sistemas simbólicos que comparten tanto el lenguaje como las reglas matrimoniales, las relaciones económicas, el arte, la ciencia y la religión. La finalidad de los estudios culturales es expresar las relaciones de los distintos sistemas simbólicos (1971[1950]: 20). Lévi–Strauss incluye dentro de lo que concierne a la antropología a todos los dominios impregnados de significación. También señala que lo importante en los análisis antropológicos es estudiar esos signos siempre y cuando puedan ubicarse en una estructura. Para él una estructura es un sistema regulado por una cohesión interna, la cohesión se revela en el estudio de las transformaciones, las transformaciones permiten encontrar propiedades semejantes en estructuras diferentes; el autor al ubicar el interés de la antropología social en las estructuras simbólicas dice:
Los signos y los símbolos sólo pueden desempeñar su función en cuanto pertenezcan a sistemas, regidos por leyes internas de implicación y de exclusión y porque lo propio de un sistema de signos es el ser transformable –dicho de otro modo, traducible-, en el lenguaje de otro sistema, mediante permutaciones (1992: 35). Pero para nuestro autor la cultura no sólo consiste en las formas de comunicación, sino que ante todo consiste en las reglas aplicables a toda clase de juegos de comunicación.
Por su parte Freud, quien se esmeró por hacer del psicoanálisis una ciencia, también definió la cultura, para él es un esfuerzo colectivo tendiente a dominar la naturaleza externa y a regular las relaciones entre los seres humanos entre sí. Siguiendo la tradición hobbesiana, la cultura es una especie de contrato social que obliga a los hombres a renunciar a sus pulsiones para establecer las relaciones humanas civilizadas por medio de los procesos de sublimación (Freud: 1913 y 1930). Freud en su afán por explicar los fundamentos de la cultura en Tótem y tabú pretende determinar el momento en el que surge el ser humano e intenta dar cuenta del paso hacia la civilización. Señala que en ese momento se prescriben los tabúes inherentes a todas las sociedades (Gay 1996: 368). Freud propone que el sentimiento de culpa surge por el asesinato del padre primordial, esta hipótesis es elaborada y ejemplificada a partir de la creación del mito de la horda primitiva. En este mito el padre era un ser feroz y celoso, reservaba a las mujeres para él y expulsaba a los hijos, ellos lo mataron y lo devoraron y al hacerlo se apropiaron de su fuerza. Esa comida fue el origen; después de ese acontecimiento ritual, los hijos sienten culpa. Con esta narrativa mítica Freud ubica el inicio de la civilización que consiste en este control pulsional del que resulta la prohibición del incesto y el sentimiento de culpa como consecuencia del asesinato del padre. Para Freud todo ser humano debe, a partir de ese momento, dominar el amor por la madre y el odio hacia el padre, es decir, debe controlar el complejo de Edipo.
A partir de lo anterior considero que existen coincidencias entre Freud y Lévi-Strauss. Además de que ambos tienen como objetivo crear conocimiento científico, Freud ve en la cultura el esfuerzo colectivo para dominar la naturaleza y regular las relaciones entre los hombres y Lévi-Strauss ve la cultura como la encargada de las reglas y de las formas de comunicación, ambos concepciones tienen como fin último el poder vivir en sociedad y comparten la idea de que existe un tránsito entre la naturaleza y la cultura, el cual se da, a decir de Freud, con el dominio del impulso por matar y la constitución del Edipo y, en Lévi-Strauss, con la prohibición del incesto que es la precondición para que exista el tejido social porque funda el intercambio entre los hombres. Una coincidencia implícita en ambos autores es que la cultura regula pero que las reglas para hacerlo son diferentes dependiendo de la sociedad, cada cultura particular crea reglas particulares. Coincidencias como éstas que están en lo normativo y en el universo de las reglas nos permiten construir puentes entre ambas perspectivas teóricas.
Un intento de creación de lazo entre la antropología y el psicoanálisis es la propuesta que hice para abordar las emociones. En ese trabajo postule que la dimensión afectiva está en el mismo lugar que la prohibición del incesto, es decir, en ese lugar del tránsito de la naturaleza a la cultura (Calderón 2006). He ubicado otra coincidencia de Lévi-Strauss y Freud, ésta es respecto a la concepción del funcionamiento de lo emocional; ambos autores comparten la necesidad de explicar el tejido emocional como algo que es objeto de regulación social, externa al sujeto; para Lévi-Strauss como algo mediado por coacciones sociales y normas externas, para Freud por la compulsión externa superyóica (1993 [1940]). Es pertinente mencionar que lo normativo en el terreno emocional desempeña el papel estructural que cumple la regla en la obra levistraussiana. Inspirada en Freud propuse que la norma, para cumplirse en la dimensión afectiva, tiene que devenir en algo deseable no sólo por la sociedad sino por los propios sujetos que la cumplen.
Cabe señalar que no sólo para Lévi-Strauss, sino para muchos antropólogos, teóricos y pensadores sociales el funcionamiento emocional ha sido un tema complejo, escurridizo y oscuro. En la misma obra de Freud no se encuentra una teoría sobre lo emocional (1994 [1886], 1993 [1940]). Esta dificultad para su abordaje se explica de diversas formas, la primera posiblemente sea que no se ha logrado definir el tipo de fenómeno mental al que pertenece o que es constitutivo de lo emocional. Un ejemplo de esta dificultad lo encontramos dentro de los enfoques psicológicos, en ellos se pueden ubicar al menos cinco teorías distintas que dan diversas propiedades a las emociones; la teoría de la sensación nos dice que son irracionales, están en el interior del sujeto, la teoría fisiológica apunta que las emociones se originan en el cuerpo, desde la teoría conductual las emociones son públicas, son producciones de la conducta observables, la teoría evaluativa señala que las emociones son morales, por lo que son racionales y valorativas y finalmente la teoría cognoscitiva las define como actos de conocimiento. En otro trabajo he podido constatar que los argumentos anteriores se replican en diversos campos del análisis científico y social lo que me permitió dilucidar que los estudios sobre lo emocional, al igual que los de lo cultural, se debaten entre los que ubican la problemática en el campo de lo social o en el campo de lo individual. En el caso de lo emocional, esta separación, entre otras cosas, ha propiciado una devaluación de lo emocional en muchos de los análisis. En el caso de la cultura, esta inserción en el ámbito de lo subjetivo ha complejizado su abordaje y ha permitido que sea vista como el depósito de todo.
Sin embargo, para el caso de la afectividad se puede construir una explicación esclarecedora con las teorías que nos brindan tanto el psicoanálisis como la antropología. La teoría de Freud sobre el funcionamiento del aparato psíquico nos dota de los elementos que nos permiten ver lo fundamental del aprendizaje del manejo de lo emocional en la más tierna infancia. Este proceso nos señala una ligadura casi imperceptible entre el psiquismo del sujeto que comienza la vida y el sujeto materno que lo constituye y que le permite la entrada al sujeto paterno para que cumpla su función de introductor del niño en la cultura.
Los seres humanos se constituyen psíquica, subjetiva y culturalmente en un proceso que dura varios años, tal proceso inicia cuando nace un bebé, este nace dotado de una capacidad que le permite desarrollarse psíquica y socialmente. Este psiquismo no se construye sólo de manera autónoma, requiere de otro, de un sujeto que cumpla la función materna. La función materna consiste en mostrar que la tensión displacentera -que está en los inicios del funcionamiento del aparato psíquico- tiene una contraparte que hay que explorar y representar: el placer. Mostrar el placer que da comer, por dar un elemental ejemplo, tiene implícito algún tipo de emoción, la madre o quien la represente transmitirá, enseñará y contagiará al infante los afectos que su cultura pauta para el momento de alimentarlo, emociones, afectos o sentimientos positivos o negativos, de violencia o de ternura dependiendo de la cultura, serán los que acompañen esa experiencia fundante en el sujeto. En este proceso, durante los primeros años de vida, la madre, o quien cumpla su cometido, requiere de esas pautas culturales que han sido asimiladas y usadas de manera inconciente, esas reglas y normas le señalan cuándo y cómo debe permitir la entrada de otro que le enseñe al infante las prohibiciones y las prescripciones, que le marque que la madre no será su objeto amoroso-sexual, que le muestre que existe otro que posee ese privilegio y cumple la función paterna. Durante estos años se dota al sujeto de los elementos que le permitirán vivir en sociedad recordando, repitiendo y reelaborando ese ciclo. Todo ello se da mediante un universo emotivo regulado por la cultura. Las relaciones que se establecen entre psiquismo, sujeto y sociedad son estructuradas por las emociones en todas las culturas de las que se tiene registro.
Para fines explicativos he propuesto la ubicación de tres niveles de análisis en el proceso de constitución y funcionamiento de lo afectivo en cualquier sujeto de cualquier cultura, el intrasubjetivo que tiene que ver con el funcionamiento del interior del aparato psíquico, el intersubjetivo que tiene que ver con la relación que establece el sujeto madre o con quien represente y cumpla la función materna. Finalmente el nivel transubjetivo que tiene que ver con la entrada del sujeto a la cultura. Estos niveles son difícilmente separables y perceptibles en el fluir de la experiencia de los sujetos y de sus sociedades, sin embargo es en ellos donde se cristaliza la cultura. El psicoanálisis y la antropología me dejaron ver la importancia y la trascendencia de la dimensión afectiva en la constitución del psiquismo y en el funcionamiento de la vida social e individual, es decir en el dominio de la cultura. También me permitieron esclarecer que existe algo que es universal del dominio emocional en todas las culturas y que cada cultura crea reglas para el funcionamiento de la afectividad. Ambas disciplinas me permitieron visualizar que con la dimensión afectiva pasa algo semejante a lo que sucedió con la prohibición del incesto, Lévi-Strauss señala que con esta última durante mucho tiempo se intento fundar un fenómeno universal sobre una secuencia histórica.
Explorar en estos autores sus coincidencias nos permite plantear que la antropología y el psicoanálisis deben retomar el valioso diálogo que hace más de cien años inició y afortunadamente, como podemos corroborar, no ha concluido.
Deseo concluir este trabajo citando parte de una entrevista hecha a Lévi-Strauss porque comúnmente se piensa -que por sus planteamientos estructuralistas que dejan de lado al sujeto- estaría muy lejano de Freud y del psicoanálisis, sin embargo, en su madurez plena, con casi cien años de vida recuerda su deuda con la teoría psicoanalítica y al referirse a su trayectoria intelectual reconoce que:
“La reconstrucción de un itinerario es muy difícil para mí. Yo diría que surgió de los contactos que tuve con el psicoanálisis cuando yo era muy joven -aún en el bachillerato. Esto ocurrió porque el padre de uno de mis mejores amigos de la escuela era uno de los psicoanalistas más importantes y él me alentó a leer el psicoanálisis, a pesar de que estaba sólo en mi primer año de bachillerato. Yo estaba fascinado con lo que para mi es la contribución fundamental de Freud: que consiste en la posibilidad de comprensión racional de las cosas que son totalmente irracionales” (Lévi-Strauss 2001:420). (1)
Nota Bibliográfica:
Calderón Rivera; E. “Coincidencias entre Lévi-Strauss y Freud” en Coloquio Psicoanálisis y Cultura. Casa de las Humanidades. (UNAM-México) ISSN: 1665 – 7845.
BIBLIOGRAFIA
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Escuela de Comunicación Social
Facultad de Ciencia Política y RRII (UNR)
Prof. Adjunta Susana Copertari
Ficha Pedagógica:
Articulación de conceptos y/o categorías de análisis entre el pensamiento de Lévi-Strauss y Freud.
Consigna:
Realizar un informe escrito con las articulaciones que menciona la autora ha encontrado entre el pensamiento de Levy Strauss y Freud que resultan un aporte científico relevante para el campo de estudio de las Ciencias Sociales (Antropología y Psicoanálisis)
Una versión previa de este trabajo fue presentada en el Coloquio Psicoanálisis y cultura: cien años con Lévi-Strauss, Organizado por la Escuela Libre de Psicología, Casa de las Humanidades UNAM, México D.F.
En este trabajo pretendo reflexionar respecto de un problema añejo en las Ciencias Sociales: me refiero al polémico y complejo proceso mediante el cual se establece la interacción entre la cultura, el psiquismo y el sujeto social. Por la envergadura de tal planteamiento intentaré tan sólo esbozar algunas líneas que nos permitan pensar esta problemática a través de algunos de los aportes del psicoanálisis y la antropología. Esta selección no es arbitraria. Tanto el psicoanálisis como la antropología, al delimitar sus objetos de estudio, han debido aclarar hasta que punto sus propuestas de análisis o sus planteamientos deben centrarse en lo subjetivo o en lo social. Dado que tales disciplinas constituyen un campo muy amplio es este trabajo me limitaré a explorar algunas de las aportaciones de dos autores fundamentales: Claude Lévi-Strauss y Sigmund Freud.
En la actualidad entre los psicoanalistas es conocido el interés por la antropología que cautivó a Freud; no sobra recordar que Tótem y tabú es una obra que dialoga con la etnología de la época. También es sabido su gusto por la cultura material de otros pueblos y el aprecio por la “alta” cultura producida por Occidente. Por su parte, entre los antropólogos es sabido que la problemática de lo inconsciente, de la prohibición del incesto y en general sobre el psiquismo desarrollados por Lévi-Strauss son inspirados, de una manera importante en la obra de Freud. De haber sido contemporáneos, entre ambos autores, podría haberse dado un fecundo diálogo.
Por su parte en la antropología es sabido también el deslumbramiento que causaron entre sus primeros etnólogos y etnógrafos las versiones diversas de la obra de Freud. Su divulgación en Norteamérica estuvo en origen de la influyente escuela de Cultura y Personalidad. Pero más que esta influencia de segunda mano lo que quiero resaltar es la importancia que ahora podría adquirir el poner en diálogo la obra de Freud con la de Lévi-Strauss.
El intento por establecer puentes entre ambas disciplinas no es nuevo. Sin embargo, como bien señala Falomir este encuentro no ha sido siempre afortunado y ha suscitado un distanciamiento entre ambas disciplinas (Falomir 2004). Podemos tan sólo recordar una diferencia epistemológica entre los autores que nos ocupan: Mientras que Lévi-Strauss investiga sobre el espíritu humano y la unidad psíquica de nuestra especie en términos sociales, Freud mira al psiquismo del sujeto para explicar lo social. Sin embargo no deseo reiterar y profundizar las conocidas diferencias entre ambos autores; prefiero señalar sus coincidencias que son las que nos permitirán visualizar algo que considero de suma importancia tanto en los tejidos sociales como en las personas que los hacen posibles, me refiero a la intersección e interacción entre psiquismo, sujeto y cultura.
Resulta a todas luces evidente que la cultura, como bien señala Echeverría, no sólo está presente en todo momento como factor sobredeterminante de los comportamientos colectivos e individuales de la vida social sino que puede intervenir en la marcha de la historia (2001: 26). A pesar de ello, el concepto de cultura no ha tenido un objeto bien definido, ha sido polémico y polisémico; ha sido más bien un campo de discusión e indagación en constante expansión. Es conocido que la concepción de cultura surge tanto entre los griegos como en los romanos; es sabido también que la complejidad que ha adquirido el concepto nos sumerge en numerosas discusiones. Es evidente que la revisión del campo semántico de la cultura es una tarea que rebasa los límites de este trabajo por lo que tan sólo presentaré una mirada fugaz.
Para los fines de este trabajo cabe recordar que tanto para los griegos como para los romanos la cultura tenía que ver con la educación del hombre; la adquisición de las buenas artes como la poesía, la filosofía y la elocuencia eran los atributos que construían al ser humano diferente de otros animales. Para los griegos, lo que en la actualidad entendemos por el término cultura, implicaba tanto la búsqueda de lo que el hombre hacía de sí, como la forma en la que establecía la relación con los otros hombres; es decir, la cultura trataba del sujeto y de su vida en sociedad. Podemos apreciar un ejemplo claro de la ubicación del dominio de la cultura tanto en el sujeto como en sus sociedades en obras relevantes y clásicas como La república de Platón así como en los trabajos de Aristóteles. Para ambos pensadores el hombre es un animal político, la naturaleza humana es impensable sin la cultura que consistía en la búsqueda del conocimiento y la sabiduría; lo infrahumano –es decir los esclavos- y lo suprahumano –los dioses- quedaban fuera del dominio de la cultura (Abbagnano 1987).
Durante mucho tiempo emparentamos a la cultura con la palabra "cultivo" de la que etimológicamente se deriva del latín. Sin embargo mucho de su contenido actual deriva en realidad del griego; como bien ha recordado Zaid, en realidad los griegos no tenían propiamente un concepto de cultura y paradójicamente hemos intentado encontrar en ellos el significado del término. Por otra parte señala que en latín existía la palabra cultura aunque no existía el concepto; son los griegos quienes construyen parte del concepto contemporáneo de cultura aunque no tenían un léxico para ello. Echeverría señala que para la tradición filológica alemana lo más cercano a la concepción de la cultura que tenían los griegos era el concepto de ethos que como eje principal contiene “el modo de vida” ya que la palabra ethos significa hábito, costumbre, morada, refugio (Echeverría 2006: 44-6). Posiblemente el término griego más cercano a la concepción de cultura sea el de Paideia. El término cultura apareció en la Roma antigua como la traducción de esta palabra griega que significa “crianza de niños” y que ha derivado en la noción de cultivo de la humanidad, de lo que caracteriza y distingue al ser humano de los demás seres (Said 2001: 30). Por ello en el concepto de cultura actual es importante la educación y noción de trascendencia de lo que se considera valioso. Así, en la actualidad el campo semántico del término cultura nos remite al primer concepto romano de ella que significa: tener presente lo mejor del pasado, consagrarlo aunque no fuera romano, interrogarlo, conversar con los clásicos y continuarlos (Echeverría 2006: 44-6)
Posteriormente, en la Edad media, se modificaron tanto el campo semántico como las prácticas sociales asociados a la cultura. El fin de la cultura en esa época consistía en preparar al hombre para cumplir con sus deberes religiosos y garantizarle una existencia ultramundana. La cultura servía también como medio de comprobación de las verdades religiosas. Por otra parte en el Renacimiento se intentó recuperar el carácter naturalista de la cultura (vinculada al cultivo); la cultura permitía formar a los hombres para vivir, ya no en el ultramundo, sino en este mundo. El saber constituía una fuente de status, el sabio era privilegiado, diferente a los otros hombres. La cultura se materializó en bienes tangibles artísticos y simbólicos que fueron atesorados por las élites sociales.
En la época de la Ilustración esta visión aristocrática de la cultura cambió, se pretendía difundir la cultura con el fin de que ésta sirviera de instrumento de renovación de la vida social e individual; la idea era que la cultura no fuera patrimonio de unos cuantos, el conocimiento era parte importante de la cultura y debía ser universal. Sin embargo durante el Romanticismo se intentó regresar a la aristocracia la cultura y en ese proceso la cultura comenzó a significar enciclopedismo, las disciplinas científicas proliferaron y se diferenciaron y la cultura se comenzó a ver como un conocimiento general de todo.
A esta altura, podemos entender porque el término cultura implica, contiene y significa muy diversas acciones y representaciones de los hombres. Como ya han señalado, entre otros muchos autores, Giménez y Elías, la palabra cultura en sus inicios latinos hacía referencia al trabajo de la tierra, al cultivo, de ahí deriva su origen en diversas lenguas. La acepción de cultura como cultivo permanece en una parte del sentido común de la actualidad. Por ejemplo, el uso que se le da en el castellano: la palabra cultura está documentada en español desde 1515. En 1729 el primer diccionario de la Real Academia Española da tres acepciones de cultura: “La labor del campo o el ejercicio en el que se emplea el labrador o el jardinero”. Metafóricamente es el cuidado y aplicación para que alguna cosa se perfeccione, como la enseñanza en un joven, para que pueda lucir su entendimiento. Vale también lo mismo que culto, en el sentido de reverencia o adoración (Zaid: 2001).
Por su parte Echeverría señala que la redefinición moderna del término cultura comenzó a gestarse en el siglo XVIII en Alemania en contraposición al sentido del término civilización que utilizaban los franceses y los ingleses. Es entonces cuando comienza a plantearse la diferenciación entre una cultura viva, que exaltaba el entendimiento denominado como lo más espiritual de una cultura, y la cultura muerta o civilizada, que denigraba al espíritu. Es entonces que algunos pensadores de Francia consideran que lo valioso de la cultura son los desarrollos de la ciencia que consisten en comprender al universo, esa labor capacitaba al hombre para modificar al mundo de acuerdo a sus necesidades (2001: 32). Respecto a la diferencia entre cultura y civilización Echeverría señala: “Frente al concepto de civilización definido en la Francia del imperio napoleónico, que retrata y expresa la ciega persecución progresista de todo lo que es innovación técnica y social, de espaldas a la tradición y a la herencia espiritual, el romanticismo alemán planteaba su idea de cultura ligada justamente tanto a la noción de “espíritu” –sea éste puro o práctico- como la de un fundamento popular de toda cultura. Los románticos retomaron la vieja convicción barroca de que el único agente de la creación cultural efectiva es el pueblo y que las otras capas, la burguesía y la nobleza, lo único que hacen es, cuando no la traicionan, aprovechar y refinar los esbozos de obras que él les entrega (2001: 34)”
Los primeros románticos poseían un concepto clasista y no etnicista del pueblo, en cambio los románticos tardíos concebían de forma muy diversa al pueblo que eran las grandes naciones, sus integrantes se centraban en las proezas bélicas e industriales de sus sociedades y en los logros científicos y artísticos de sus individuos particulares. Todos los demás eran pueblos naturales destinados a un aprendizaje infinito (Ibíd.: 35). Por otra parte para los ingleses el concepto de cultura es un elemento central de la etnografía colonialista y se opone al concepto de civilización que encarna tanto la sociedad moderna (que funda esa antropología) como las grandes sociedades del pasado. La concepción de cultura de la antropología inglesa hace alusión a las civilizaciones que se están construyendo o que se han quedado en un peldaño de la evolución por lo que su estudio se basa en materiales que develan su modo de vida (Ibíd.: 35-6).
Para Elias el concepto de civilización expresa la autoconciencia de Occidente, pero señala que no significa lo mismo en las diferentes sociedades que lo conforman; constata que existe una gran diferencia entre, por una parte, el uso francés e inglés -para quienes el concepto resume la importancia de la nación en el progreso de Occidente- y, por otra, el uso alemán –para quienes no es la civilización sino la cultura la que expresa el orgullo por la contribución propia al progreso (1994: 57). Cabe destacar que la importancia de la concepción de cultura para la antropología merecería un análisis riguroso, en este trabajo tan sólo abordaré algunas de las formas en las que se ha visto a la cultura por algunos antropólogos con el fin de mostrar la importancia que tal concepto tiene para la disciplina.
Es necesario tener presente que la antropología en su sentido científico surge a finales del siglo XVIII, que la etnología se remonta a la década 1830 y que la práctica etnográfica se realiza desde principios del siglo XIX. Es en este contexto que va de la ilustración -que considera que la cultura debe ser universal y debe ser vista en oposición a la naturaleza- al romanticismo –que ve a la cultura como suma de conocimientos que poseen unos cuantos, como un conjunto de creencias consuetudinarias y de rasgos materiales- donde se nutren los primeros planteamientos de la antropología. Paul Mercier en su trabajo Historia de la antropología (1966) ya apunta que las preguntas que guían a la antropología se centran en la diversidad, en la diferencia y que tales cuestionamientos se refrieren al origen de las costumbres y de las instituciones sociales (1979 [1966]: 21-29). Podemos ver que la cultura ha sido entonces tema privilegiado para el análisis antropológico aunque no existe un consenso respecto de lo que se entienden los antropólogos por cultura. Sugiero que tal diversidad se explica en parte por el complejo proceso de constitución de la antropología como disciplina así como por su posterior desarrollo. Mercier nos recuerda que la antropología surge en diversos países y en distintos momentos y que para entender el desarrollo de la antropología es necesario considerar las diversas formas en las que se produjo la ciencia en cada país así como la relación que el investigador establece con su objeto de estudio (Mercier 1979: 16). La cultura ha sido un tema de interés fundamental para la antropología. Kaplan y Manners apuntan al respecto que a finales del siglo XIX se delinearon dos temáticas de indagación antropológica a saber: la primera se manifiesta en el interés por el funcionamiento de los sistemas culturales y la segunda en la pregunta por dar cuenta de los procesos que han cursado estos sistemas culturales (1979: 20-21). Podemos ubicar en la antropología evolucionista del siglo XIX el primer acercamiento explícito a la cultura. Tylor y Frazer defienden la premisa de la comparación universal de las culturas. Tylor consideraba que era posible realizar estudios de la cultura y de la moral de las sociedades con las reglas del método científico, su trascendente y famosa definición de cultura era la de un todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, ley, moral, costumbres y todas las otras capacidades y hábitos adquiridas por el hombre como miembro de la sociedad (1975 [1871]: 29).
Por su parte Malinowski señalaba que el campo de reunión de las ramas de la antropología era el estudio científico de la cultura, el estudio de la cultura debe hacerse mediante el análisis funcional que se basa en estudiar las funciones de los hechos biológicos y del comportamiento (1970 [1944]:15-52). El autor pensaba a la cultura como una adecuación a las necesidades y a los deseos de los hombres, definía a la cultura como “el conjunto integral constituido por los utensilios y bienes de los consumidores, por el cuerpo de normas que rige los diversos grupos sociales, por las ideas y artesanías, creencias y costumbres (Ibíd.: 49). En palabras de Giménez, para Malinowski la cultura se reduce a un sistema cerrado de instituciones primarias, biológicas y secundarias, que responden de diversas formas a dichas necesidades, estas instituciones están relacionadas entre sí, de modo que todo rasgo cultural existe porque tiene una función (2005:43)
Otro ejemplo claro de la importancia de la cultura para el desarrollo de la teoría y la práctica antropológica nos lo proporciona la escuela norteamericana. A principios del siglo XX sus exponentes rompen con las teorías del siglo XIX que atribuían las diferencias humanas a la raza, es decir, a la herencia biológica. Fue Franz Boas quien derriba el supuesto de que existían razas menos morales o inteligentes que la europea. Para Boas la cultura encierra: “todas las manifestaciones de los hábitos sociales de una comunidad, las reacciones del individuo en la medida que se ven afectadas por las costumbres del grupo en que vive, y los productos de las actividades humanas en la medida en que se ven determinadas por dichas costumbres [y en otra parte señalaba que la antropología debe] concentrarse en el estudio profundo del individuo sometido a las restricciones de la cultura en que vive” (en Kahn1975: 14). La escuela norteamericana coloca a cada cultura como un universo autónomo no comparable con los otros, sus investigadores se afanan por expresar la idea de que las sociedades humanas que son su objeto de estudio están dotadas de significado de forma equivalente a las sociedades que forman a los estados nacionales. Los autores de esta escuela debaten respecto al trato de la cultura, mientras unos señalan que deben ser tratados como símbolos y fenómenos mentales que están más en el terreno del individuo, otros señalan que lo cultural se da en una dimensión material. Los primeros parecen ir ganando terreno en el debate y en la definición semiótica de la cultura. Ejemplo de ello es la famosa definición de Geertz: Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre [web] y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes sino una ciencia interpretativa en busca de interpretaciones. Lo que busco es la explicación interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie. [...] Entendida como sistemas en interacción de signos interpretables (que, ignorando las acepciones provinciales, yo llamaría símbolos), la cultura no es una entidad, algo a lo que puedan atribuirse de manera causal acontecimientos sociales, modos de conducta, instituciones o procesos sociales; la cultura es un contexto dentro del cual pueden describirse todos esos fenómenos de manera inteligible, es decir, densa (Geertz 1992 [1973]: 20 y 27 corchetes míos). Tal acercamiento semiótico a la cultura sin duda facilita el diálogo con el psicoanálisis. Actualmente, no se puede negar que es a través de la cultura como se puede percibir y traducir la experiencia humana. Por otra parte, recientemente, Yúdice señala que el papel de la cultura se ha expandido a los ámbitos político y económico de tal suerte que las nociones convencionales de cultura se disuelven. El autor apunta que es conveniente abordar la cultura en esta sociedad globalizada considerándola como un recurso que se usa como expediente para el mejoramiento sociopolítico o económico (2002: 23) El autor abunda: “la cultura se invierte, se distribuye de las maneras más globales, se utiliza como acción para promover el desarrollo del capital y del turismo, como el primer motor de las industrias culturales y como incentivo inagotable para las nuevas industrias que dependen de la propiedad intelectual. Por tanto el concepto de recurso absorbe y anula las distinciones prevalecientes hasta ahora, entre la definición de la alta cultura, la definición antropológica y la definición masiva de cultura […] la noción de cultura como recurso implica su gestión, un enfoque que no era característico ni de la alta cultura ni de la cultura cotidiana, entendida en un sentido antropológico (Yúdice 2002:16)”
Sin embargo considero que en otros momentos de la historia la cultura ya ha estado vinculada a lo económico y lo político y ver la cultura como recurso, aunque sea simbólico, nos llevaría a cosificarla o deificarla; a reducirla nuevamente al dominio de lo material. Para nuestros fines es más útil recordar que el problema de la definición de la cultura se centra en la cristalización de un conflicto añejo entre existencialismo y estructuralismo o en el combate entre lo que Nietzsche observa a lo largo de la historia de la cultura occidental entre lo que denomina el principio apolíneo y el dionisiaco (Echeverría 2002:42)
El campo de discusión y análisis que constituye la concepción y la definición del término cultura me permite proponer que resulta necesario explorar una concepción de la cultura que intente conciliar este enfrentamiento entre estructuralismo y existencialismo del que nos da cuenta Echeverría. Enfrentamiento entre el principio apolíneo que insiste en la forma institucional y el nomos, en la constitución de la vida y el principio dionisiaco que ve en la vida lo pulsional y lo anómico. Un punto de partida podría consistir, más que en un enfrentamiento entre estos principios, en buscar un hilo conductor que permita anudar los lazos, tejer la urdimbre teórica; explorar la construcción de estas intersecciones que se presentan en todas las culturas y que permiten su transformación a lo largo de la historia.
Como señale al principio de este trabajo tanto el psicoanálisis como la antropología han tenido que delimitar los alcances de sus análisis. Como científicos sociales han tenido que definir o retomar una definición de cultura. Por su parte para Lévi–Strauss, quien se ha afanado por hacer de la etnología una ciencia, la cultura es un conjunto de sistemas simbólicos que comparten tanto el lenguaje como las reglas matrimoniales, las relaciones económicas, el arte, la ciencia y la religión. La finalidad de los estudios culturales es expresar las relaciones de los distintos sistemas simbólicos (1971[1950]: 20). Lévi–Strauss incluye dentro de lo que concierne a la antropología a todos los dominios impregnados de significación. También señala que lo importante en los análisis antropológicos es estudiar esos signos siempre y cuando puedan ubicarse en una estructura. Para él una estructura es un sistema regulado por una cohesión interna, la cohesión se revela en el estudio de las transformaciones, las transformaciones permiten encontrar propiedades semejantes en estructuras diferentes; el autor al ubicar el interés de la antropología social en las estructuras simbólicas dice:
Los signos y los símbolos sólo pueden desempeñar su función en cuanto pertenezcan a sistemas, regidos por leyes internas de implicación y de exclusión y porque lo propio de un sistema de signos es el ser transformable –dicho de otro modo, traducible-, en el lenguaje de otro sistema, mediante permutaciones (1992: 35). Pero para nuestro autor la cultura no sólo consiste en las formas de comunicación, sino que ante todo consiste en las reglas aplicables a toda clase de juegos de comunicación.
Por su parte Freud, quien se esmeró por hacer del psicoanálisis una ciencia, también definió la cultura, para él es un esfuerzo colectivo tendiente a dominar la naturaleza externa y a regular las relaciones entre los seres humanos entre sí. Siguiendo la tradición hobbesiana, la cultura es una especie de contrato social que obliga a los hombres a renunciar a sus pulsiones para establecer las relaciones humanas civilizadas por medio de los procesos de sublimación (Freud: 1913 y 1930). Freud en su afán por explicar los fundamentos de la cultura en Tótem y tabú pretende determinar el momento en el que surge el ser humano e intenta dar cuenta del paso hacia la civilización. Señala que en ese momento se prescriben los tabúes inherentes a todas las sociedades (Gay 1996: 368). Freud propone que el sentimiento de culpa surge por el asesinato del padre primordial, esta hipótesis es elaborada y ejemplificada a partir de la creación del mito de la horda primitiva. En este mito el padre era un ser feroz y celoso, reservaba a las mujeres para él y expulsaba a los hijos, ellos lo mataron y lo devoraron y al hacerlo se apropiaron de su fuerza. Esa comida fue el origen; después de ese acontecimiento ritual, los hijos sienten culpa. Con esta narrativa mítica Freud ubica el inicio de la civilización que consiste en este control pulsional del que resulta la prohibición del incesto y el sentimiento de culpa como consecuencia del asesinato del padre. Para Freud todo ser humano debe, a partir de ese momento, dominar el amor por la madre y el odio hacia el padre, es decir, debe controlar el complejo de Edipo.
A partir de lo anterior considero que existen coincidencias entre Freud y Lévi-Strauss. Además de que ambos tienen como objetivo crear conocimiento científico, Freud ve en la cultura el esfuerzo colectivo para dominar la naturaleza y regular las relaciones entre los hombres y Lévi-Strauss ve la cultura como la encargada de las reglas y de las formas de comunicación, ambos concepciones tienen como fin último el poder vivir en sociedad y comparten la idea de que existe un tránsito entre la naturaleza y la cultura, el cual se da, a decir de Freud, con el dominio del impulso por matar y la constitución del Edipo y, en Lévi-Strauss, con la prohibición del incesto que es la precondición para que exista el tejido social porque funda el intercambio entre los hombres. Una coincidencia implícita en ambos autores es que la cultura regula pero que las reglas para hacerlo son diferentes dependiendo de la sociedad, cada cultura particular crea reglas particulares. Coincidencias como éstas que están en lo normativo y en el universo de las reglas nos permiten construir puentes entre ambas perspectivas teóricas.
Un intento de creación de lazo entre la antropología y el psicoanálisis es la propuesta que hice para abordar las emociones. En ese trabajo postule que la dimensión afectiva está en el mismo lugar que la prohibición del incesto, es decir, en ese lugar del tránsito de la naturaleza a la cultura (Calderón 2006). He ubicado otra coincidencia de Lévi-Strauss y Freud, ésta es respecto a la concepción del funcionamiento de lo emocional; ambos autores comparten la necesidad de explicar el tejido emocional como algo que es objeto de regulación social, externa al sujeto; para Lévi-Strauss como algo mediado por coacciones sociales y normas externas, para Freud por la compulsión externa superyóica (1993 [1940]). Es pertinente mencionar que lo normativo en el terreno emocional desempeña el papel estructural que cumple la regla en la obra levistraussiana. Inspirada en Freud propuse que la norma, para cumplirse en la dimensión afectiva, tiene que devenir en algo deseable no sólo por la sociedad sino por los propios sujetos que la cumplen.
Cabe señalar que no sólo para Lévi-Strauss, sino para muchos antropólogos, teóricos y pensadores sociales el funcionamiento emocional ha sido un tema complejo, escurridizo y oscuro. En la misma obra de Freud no se encuentra una teoría sobre lo emocional (1994 [1886], 1993 [1940]). Esta dificultad para su abordaje se explica de diversas formas, la primera posiblemente sea que no se ha logrado definir el tipo de fenómeno mental al que pertenece o que es constitutivo de lo emocional. Un ejemplo de esta dificultad lo encontramos dentro de los enfoques psicológicos, en ellos se pueden ubicar al menos cinco teorías distintas que dan diversas propiedades a las emociones; la teoría de la sensación nos dice que son irracionales, están en el interior del sujeto, la teoría fisiológica apunta que las emociones se originan en el cuerpo, desde la teoría conductual las emociones son públicas, son producciones de la conducta observables, la teoría evaluativa señala que las emociones son morales, por lo que son racionales y valorativas y finalmente la teoría cognoscitiva las define como actos de conocimiento. En otro trabajo he podido constatar que los argumentos anteriores se replican en diversos campos del análisis científico y social lo que me permitió dilucidar que los estudios sobre lo emocional, al igual que los de lo cultural, se debaten entre los que ubican la problemática en el campo de lo social o en el campo de lo individual. En el caso de lo emocional, esta separación, entre otras cosas, ha propiciado una devaluación de lo emocional en muchos de los análisis. En el caso de la cultura, esta inserción en el ámbito de lo subjetivo ha complejizado su abordaje y ha permitido que sea vista como el depósito de todo.
Sin embargo, para el caso de la afectividad se puede construir una explicación esclarecedora con las teorías que nos brindan tanto el psicoanálisis como la antropología. La teoría de Freud sobre el funcionamiento del aparato psíquico nos dota de los elementos que nos permiten ver lo fundamental del aprendizaje del manejo de lo emocional en la más tierna infancia. Este proceso nos señala una ligadura casi imperceptible entre el psiquismo del sujeto que comienza la vida y el sujeto materno que lo constituye y que le permite la entrada al sujeto paterno para que cumpla su función de introductor del niño en la cultura.
Los seres humanos se constituyen psíquica, subjetiva y culturalmente en un proceso que dura varios años, tal proceso inicia cuando nace un bebé, este nace dotado de una capacidad que le permite desarrollarse psíquica y socialmente. Este psiquismo no se construye sólo de manera autónoma, requiere de otro, de un sujeto que cumpla la función materna. La función materna consiste en mostrar que la tensión displacentera -que está en los inicios del funcionamiento del aparato psíquico- tiene una contraparte que hay que explorar y representar: el placer. Mostrar el placer que da comer, por dar un elemental ejemplo, tiene implícito algún tipo de emoción, la madre o quien la represente transmitirá, enseñará y contagiará al infante los afectos que su cultura pauta para el momento de alimentarlo, emociones, afectos o sentimientos positivos o negativos, de violencia o de ternura dependiendo de la cultura, serán los que acompañen esa experiencia fundante en el sujeto. En este proceso, durante los primeros años de vida, la madre, o quien cumpla su cometido, requiere de esas pautas culturales que han sido asimiladas y usadas de manera inconciente, esas reglas y normas le señalan cuándo y cómo debe permitir la entrada de otro que le enseñe al infante las prohibiciones y las prescripciones, que le marque que la madre no será su objeto amoroso-sexual, que le muestre que existe otro que posee ese privilegio y cumple la función paterna. Durante estos años se dota al sujeto de los elementos que le permitirán vivir en sociedad recordando, repitiendo y reelaborando ese ciclo. Todo ello se da mediante un universo emotivo regulado por la cultura. Las relaciones que se establecen entre psiquismo, sujeto y sociedad son estructuradas por las emociones en todas las culturas de las que se tiene registro.
Para fines explicativos he propuesto la ubicación de tres niveles de análisis en el proceso de constitución y funcionamiento de lo afectivo en cualquier sujeto de cualquier cultura, el intrasubjetivo que tiene que ver con el funcionamiento del interior del aparato psíquico, el intersubjetivo que tiene que ver con la relación que establece el sujeto madre o con quien represente y cumpla la función materna. Finalmente el nivel transubjetivo que tiene que ver con la entrada del sujeto a la cultura. Estos niveles son difícilmente separables y perceptibles en el fluir de la experiencia de los sujetos y de sus sociedades, sin embargo es en ellos donde se cristaliza la cultura. El psicoanálisis y la antropología me dejaron ver la importancia y la trascendencia de la dimensión afectiva en la constitución del psiquismo y en el funcionamiento de la vida social e individual, es decir en el dominio de la cultura. También me permitieron esclarecer que existe algo que es universal del dominio emocional en todas las culturas y que cada cultura crea reglas para el funcionamiento de la afectividad. Ambas disciplinas me permitieron visualizar que con la dimensión afectiva pasa algo semejante a lo que sucedió con la prohibición del incesto, Lévi-Strauss señala que con esta última durante mucho tiempo se intento fundar un fenómeno universal sobre una secuencia histórica.
Explorar en estos autores sus coincidencias nos permite plantear que la antropología y el psicoanálisis deben retomar el valioso diálogo que hace más de cien años inició y afortunadamente, como podemos corroborar, no ha concluido.
Deseo concluir este trabajo citando parte de una entrevista hecha a Lévi-Strauss porque comúnmente se piensa -que por sus planteamientos estructuralistas que dejan de lado al sujeto- estaría muy lejano de Freud y del psicoanálisis, sin embargo, en su madurez plena, con casi cien años de vida recuerda su deuda con la teoría psicoanalítica y al referirse a su trayectoria intelectual reconoce que:
“La reconstrucción de un itinerario es muy difícil para mí. Yo diría que surgió de los contactos que tuve con el psicoanálisis cuando yo era muy joven -aún en el bachillerato. Esto ocurrió porque el padre de uno de mis mejores amigos de la escuela era uno de los psicoanalistas más importantes y él me alentó a leer el psicoanálisis, a pesar de que estaba sólo en mi primer año de bachillerato. Yo estaba fascinado con lo que para mi es la contribución fundamental de Freud: que consiste en la posibilidad de comprensión racional de las cosas que son totalmente irracionales” (Lévi-Strauss 2001:420). (1)
Nota Bibliográfica:
Calderón Rivera; E. “Coincidencias entre Lévi-Strauss y Freud” en Coloquio Psicoanálisis y Cultura. Casa de las Humanidades. (UNAM-México) ISSN: 1665 – 7845.
BIBLIOGRAFIA
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Ficha Pedagógica U3: "La sexualidad humana: Pulsión e instinto. El deseo del sujeto
Universidad Nacional de Rosario
Facultad de Ciencia Política y RRII
Carrera Comunicación Social
Cultura y Subjetividad
Prof. Adjunta Susana Copertari.
Año 2008
Ficha Pedagógica Unidad Didáctica Nº 3
La sexualidad humana: Pulsión e instinto. El deseo del sujeto.
Consigna de Trabajo
a) A partir del concepto de instinto y pulsión en Freud, elabora un cuadro comparativo a partir del texto motivador conceptual.
b) Realiza un breve análisis crítico del mismo a fin de socializar en clase las producciones con el resto de los compañeros.
b) Realiza una lectura crítica de los textos que están en el programa que refieren a esta temática luego de la clase motivadora inicial.
c) Elabora una síntesis crítico-reflexiva del tema en no más de una página presentando un “caso” que lo ilustre en alguna publicidad actual para socializar en clase.
Pulsión (del francés pulsión, y ésta del latín pulsio y pulsun y estos del verbo pulsāre: pujar, impeler), en psicoanálisis, impulso psíquico característico de los sujetos de la especie humana, la pulsión sería algo dinámico, en la que influye la propia experiencia del sujeto, y su historia. En cambio, el instinto sería netamente congénito, heredado genéticamente. El instinto es típico de los animales no racionales. Mientras que el instinto posee objetos precisos e inamovibles para su satisfacción, las pulsiones carecen de objetos fijos, predeterminados. Se denominan así pulsiones a las fuerzas derivadas de las tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello; en este sentido las pulsiones se ubican entre el nivel somático y el nivel psíquico. Así como las pulsiones carecen de objetos predeterminados y definitivos; también tienen diferentes fuentes y por ello formas de manifestación, entre ellas: Pulsión de vida o Eros, pulsión de muerte o Thanatos, pulsiones sexuales, pulsión de saber, etc. Freud los términos "instinkt" y "trieb", términos que muchos autores traducen como "instinto". Sin embargo, no significan exactamente lo mismo. Cuando Freud habla de "instinkt" ("instinto") se está refiriendo a los instintos en el sentido ordinario, es decir, a los apetitos innatos y específicos o comunes a todos los individuos de una especie; en cambio, cuando usa el término "trieb" (que se puede traducir como "pulsión" o "impulso") lo hace para referirse a la fuerza que empuja al sujeto -incluidos los apetitos de carácter individual, propios de cada sujeto- hacia una persona, representación u objeto. En su teoría del instinto, Freud propuso primero la existencia de dos grupos de instintos, los instintos del yo o instintos de conservación y los instintos sexuales o libido; posteriormente consideró que los instintos de conservación son la expresión de la libido hacia el propio individuo, por lo que sólo existiría la libido como instinto básico. Finalmente, a partir de 1920, modificó de nuevo su teoría proponiendo los instintos de vida (Eros) y los instintos de muerte (Tanatos) como los instintos básicos del psiquismo humano.
Revisando conceptos:
A fines de s. XIX Sigmund Freud observa que en el ser humano existen motivaciones perentorias y somáticas que escapan a lo instintivo, es más: pueden ir contra lo instintivo; de hecho, la "conducta" humana es un conjunto de "conductas" extremadamente variables que superan a la definición característica del instinto. Con todo, durante algunos años mantiene la denominación de "instinto" ("Instinkt" escribe en alemán). Aún sin una designación definitiva, en 1905, en los "Tres ensayos para una teoría sexual" explica ya claramente la diferencia entre instinto y pulsión: pulsión designa al impulso provocado ante una excitación y una tensión corporal, tensión que tiende hacia diversos objetos y que si accede a ellos sólo se descarga momentáneamente; la pulsión -a diferencia del instinto- nunca queda satisfecha completamente. Sin embargo veremos más adelante que estas conceptualizaciones son muy debatidas. En 1910 Freud introduce el concepto de pulsión sexual (la teoría psicoanalítica "clásica" siempre ha enfatizado lo libidinal de las pulsiones) por semejanza con el concepto de "pulsión de nutrición" (en efecto, nada casualmente, en alemán la palabra Lust tiene los significados normativos de "hambre", "apetito", "ganas", "inclinación", "gusto"). Sin embargo será clave el uso por parte del mismo Freud de otra palabra alemana para denominar y conceptualizar a estos impulsos metainstintivos, el uso de la palabra Trieb que luego se traducirá al español mediante la palabra pulsión.
Las pulsiones: momentos y dimensiones en torno a ellas.
Freud distinguió diversos momentos y "dimensiones" de una pulsión:
1. La fuente, que tiene su origen en lo somático y que se traduce por una tensión, una suerte de impulso (en alemán: Drang).
2. El Drang (Esfuerzo) mismo, es decir la tensión interior que se traduciría en Trieb (pulsión).
3. La meta que se puede encontrar en un estado pasivo o activo.
4. El objeto de la pulsión, que en lo real es un medio bastante accesorio ya que sólo sirve para disminuir temporalmente la tensión inherente a la pulsión.
Estadios pulsionales
En la teoría "clásica" freudiana, originalmente todas las pulsiones se concebían como derivadas de una pulsión basal (casi totalmente instintiva): la Pulsión de vida, cuyo objeto es la autoconservación del individuo (luego, se verá, el mismo Freud evolucionó y modificó tal opinión).
La posibilidad de que ocurran los estadios o fases pulsionales son uno de los factores genéticos involucrados en las pulsiones, en efecto, se dan por etapas según va madurando el sistema nervioso de cada individuo; en cada etapa se produce un desarrollo neurológico específico en áreas que formarán partes focales del conjunto de las zonas erógenas.
Derivada de la pulsión de vida, es la pulsión por nutrirse, sin embargo las derivaciones más complejas e interesantes son las que aparecen en fases o estadios, y estas son las siguientes:
1. Fase oral: ocurre entre el nacimiento y los 18 meses; la zona erógena casi exclusiva es la boca (el neonato recién comienza a "centrar" su psiquismo en un objetivo: nutrirse.3
2. Fase anal: entre los 18 y los 36 meses. Debido al desarrollo del control de los esfínteres anales, el o la infante experimenta sensaciones placenteras al poder tener un cierto primer control de su cuerpo, el de poder retener o expulsar los excrementos.4
3. Fase fálica (o -mejor- uretral): ocurre entre los 3 a 6 años, el niño o la niña pueden en esta etapa controlar sus esfínteres uretrales y será un esbozo anticipatorio de la fase genital. Freud nota que en la fase fálica se da la constitución definitiva (aunque no su terminación, ya que el edipo existe activamente durante toda la vida del sujeto) del edipo de cada sujeto.
4. Complejo de castración y sepultamiento del complejo de Edipo: en este momento se produce un quiebre, o puede no darse. Por esto es un momento crucial en la evolución del aparato psíquico. Pero esta no es una fase o un período, sino un proceso mediante el cual se produce una reorganización de las experiencias y de la posición subjetiva. Esta reorganización es fundamental para la organización de las pulsiones.
5. Período de latencia: entre los 6 años y la pubertad existe una fuerte sublimación espontánea de los sentimientos libidinales, el período de latencia (por razones evolutivas existe para facilitar una integración cultural del sujeto).
6. Fase genital: Desde la pubertad en adelante, cuando se encuentra ya configurado el edipo; en esta fase se desarrollan y devienen en cada sujeto los intereses sexuales ya determinados ("inclinaciones sexuales" etc.).
Posteriormente Jacques Lacan observa dos pulsiones más, tal cual las expresa a partir de su Seminario XI. Estas son la:
1. Pulsión escópica: centrada en la mirada, relacionada primordialmente a Lo Imaginario, la pulsión escópica se configura a partir del estadio del espejo, cuando el sujeto posee la capacidad de percibir imágenes -y sobre todo- percibirse a "sí mismo" como una unidad. No confundir este sí mismo con el self de la psicología y psicoanálisis anglosajón. Es la base de la capacidad estética de cada sujeto.
2. Pulsión invocante: asociada al momento de suficiente desarrollo de las áreas cerebrales del lenguaje y de síntesis. La pulsión invocante es la pulsión dirigida a la voz de palabra inteligible, de este modo el deseo del Otro llega al sujeto principalmente mediante el soporte de la voz.7
A lo sumo puede decirse que la fijación edípica de un sujeto en un determinado estadio pulsional tiende a incidir en su actividad psíquica; por ejemplo una fijación en la pulsión oral puede estar relacionada con ciertas actitudes adictivas (aunque difícilmente sea el origen de una adicción) -se da el ejemplo del fumar, beber, la bulimia, o el caer en actitudes pasivas (tal cual el neonato es "pasivo" cuando está lactando). Del mismo modo puede ser opinable el supuesto según el cual una fijación en la pulsión anal genera conductas de avaricia, ya que el avaro estaría inconscientemente haciendo una reminiscencia de la retención placentera de las heces (tal cual ocurre en los niños pequeños) al retener en su adultez las riquezas (que le metaforizarían a las heces), o que la fijación en la pulsión anal genera conductas sadomasoquistas, etc. Lo cierto es que las fijaciones inconscientes en ciertos estadios pulsionales resultan en cuadros bastante más variables y complejos, menos puerilmente esquemáticos.
Las pulsiones y sus destinos
El psicoanálisis "clásico" ha considerado que muchas de las afecciones psíquicas se deben a una "fijación" del edipo en un determinado estadio pulsional antes del período de latencia; si esto es cierto también es cierto que resulta algo esquemático. Lacan postula una dinámica de las pulsiones: toda pulsión es originada a partir de una "falta original" (de objeto instintivo), falta que es representada por el objeto a. Desde tal momento de "falta" el deseo se traduce en pulsiones, cada pulsión se dirige a una momentánea meta (o goal) que está gravitada por el objeto a, de este modo la pulsión intenta alcanzar al objeto a pero sólo hace un rodeo en el cual puede acceder a objetos momentáneos de satisfacción momentánea, luego la pulsión -siempre insatisfecha- vuelve a iniciar el proceso recién descripto. Para contextualizar a Lacan y su obra podemos decir que Jacques-Marie Émile Lacan, nace el 13 de abril de 1901 en París; y muere el 9 de septiembre de 1981 en París, fue un médico psiquiatra y psicoanalista francés conocido por los aportes teóricos que hiciera al psicoanálisis basándose en una nueva lectura de Freud que incorpora elementos del estructuralismo y de la lingüística estructural. Lacan buscó reorientar el psicoanálisis hacia la obra original de Freud, ya que consideraba que el psicoanálisis post-freudiano se había desviado cayendo en una lógica a veces biologicista, u objetivadora de la realidad. Reinterpretó y amplió la práctica psicoanalítica, construyendo una lectura de la obra freudiana basada en el concepto de estructura y a formular la tesis por la que se lo identifica:
«El inconsciente está estructurado 'como' un lenguaje»
Con esta formulación Lacan afirma realizar un retorno a la concepción de inconsciente propuesta por Freud, al tiempo que se distancia de la posición de los teóricos de las relaciones objetales (psicólogos del yo), quienes intentan dar un lugar al inconsciente. Con su concepto, Lacan pone al inconsciente en la imposibilidad de representar los Objetos reales de manera absoluta en el lenguaje. Lo inconsciente remitiría a lo no-dicho en el lenguaje. Las nociones lingüísticas tomadas de Ferdinand de Saussure se hacen en su obra aplicables a la relectura de Freud. Modificando algunas de las fórmulas relativas al significante, Lacan introduce el concepto de lógica del significante para reexplicar la teoría freudiana. La importancia de lo lingüístico en la reformulación lacaniana del psicoanálisis lo llevó a modificar numerosas ideas de la práctica clínica y a proponer un complejo esquema de constitución psíquica del hombre. El yo se constituye en un reconocimiento en torno a la imagen del otro o en su imagen en el espejo. A esta instancia Lacan la llamó el Estadio del espejo.
Su obra, lejos de haber cosechado aceptación universal, es fuente de grandes controversias (incluso dentro de la comunidad psicoanalítica). Los filósofos Slavoj Zizek y Alain Badiou han sido algunos de sus más fuertes defensores. En contrapartida, Lacan fue objeto de críticas epistemológicas, como del lingüista Noam Chomsky, y filosóficas por parte de Jacques Derrida y de autores feministas.
Por su parte Freud, hacia 1920, abandona el llamado "optimismo pulsional", y recoge los aportes de una discípula (Sabina Spielrein) que le habla de pulsión de muerte como contrapeso de la pulsión de vida. Y es a partir de su célebre obra Jenseits der Lustprinzips (traducida como: Más allá del principio de placer) que replantea los destinos pulsionales: a la pulsión de vida (o Eros), que propende a la unidad, la organización de sistemas complejos y asociaciones proactivas se opondría una pulsión de muerte (o Thánatos), que tiende a la disgregación, la disipación, el retorno a lo inanimado; pero, si la pulsión de muerte es (como luego postula Lacan) una (dis)torsión de la pulsión de vida, en cuanto tal distorsión tiene connotaciones de violencia; es el mismo Freud quien hipotetiza una salida a tal derivación violenta de lo pulsional, aunque esta salida tampoco es optimista (al menos no en el sentido vulgar); en última instancia -piensa Freud en los últimos años de su vida, mientras padece la agonía- el destino de las pulsiones parece resolverse en un principio de Nirvana, en algo que pareciera paradojal: "el deseo de cesar de desear", aunque la paradoja se resuelve si se entiende que el principio de nirvāna postulado por Freud es el deseo de dejar de estar adherido al placer o goce, en una disipación ya exenta de conflictos y, por ende, de sufrimientos.
Algunas críticas para tener en cuenta en el análisis:
La diferencia entre instinto, impulso y pulsión es materia de discusión puesto que muchos psicólogos consideran que instinto o impulso, y pulsión serían conceptos equivalentes. La explicación es que los conceptos son creaciones del lenguaje, y no entidades con existencia propia. Las diferencias serían de semántica e interpretación, no de existencia ontológica. Estas diferencias semánticas han sido establecidas no por Freud, sino por sus seguidores al traducir los textos y comentarlos. Los instintos también tienen las características de la pulsión. Por un lado, tienen los cuatro componentes que se atribuyen a la pulsión. Por otro lado los objetos en los animales no humanos no son predeterminados y definitivos, por eso se los puede entrenar y por eso se pueden domesticar muchas especies animales. En etología se sabe que se puede lograr que ciertos animales copulen con objetos, si estos objetos son diseñados con las características adecuadas. Al mismo tiempo los animales no humanos también aprenden de la experiencia y por lo tanto los instintos son muy flexibles igual que el concepto de pulsión. No es posible afirmar que las pulsiones no se satisfacen y que el instinto se satisface. En efecto, las pulsiones tienen una satisfacción temporal, pues de lo contrario la conducta quedaría paralizada. El individuo ante una pulsión que siempre tiene origen somático busca satisfacerla y puede lograrlo por un cierto tiempo, hasta que la pulsión nuevamente exija nueva satisfacción. La pulsión sería la alarma o indicador psíquico de una necesidad somática. Si las células del cuerpo necesitan agua H2O, el aparato psíquico recibe una señal equivalente a las sensaciones de sed. Ante dicha sed el organismo recurre a su experiencia para intentar saciar dicha sed, y lo logrará por ejemplo, bebiendo de una fuente de agua. Pero esto sucede exactamente igual con los instintos o impulsos biológicos: aparece un impulso instintivo, como ser hambre y el organismo actuará para obtener alimento y comer de modo tal que la necesidad quede satisfecha, hasta que nuevamente se repita esta necesidad en un momento posterior. Como se puede ver, un instinto o impulso es temporalmente satisfecho, del mismo modo que el postulado para las pulsiones. También hay que recordar que muchas especies pueden aprender a realizar conductas al escuchar órdenes emitidas verbalmente por humanos, o bien mediante mensajes sonoros, visuales o de otro tipo. Esto implica que su conducta puede ser modificada por el lenguaje y por la cultura, en principio la cultura humana. Se afirma que los animales no racionales tienen instinto, pero no pulsión, y que el instinto es un reflejo automático del tipo estímulo-respuesta, pero que la pulsión no tiene dicha característica. En principio, se podría afirmar que los humanos son los únicos animales con lenguaje hablado. Comunicarse se comunican todos los organismos vivos, e incluso las máquinas, pero se afirma que el humano es el único que se comunica mediante el lenguaje hablado y que el lenguaje hablado tiene la característica de la polisemia. Esta característica de la polisemia, se acompaña de la capacidad imaginativa, por lo cual es posible todo tipo de tropos y modificaciones. Esto implica que cualquier palabra que un individuo, mediante asociaciones semánticas o fonéticas o visuales, logre vincular con alguna sensación, dicha palabra quedará asociada a la sensación. La publicidad y el marketing se valen de esta característica, y la semiótica y semiología estudian estas cualidades de los signos. De este modo, entre el estímulo y la respuesta, existiría un intermediario, que es el lenguaje, o mejor dicho, 1) las reglas y mandatos sociales que han sido fijados en la memoria del individuo, 2) lo que el individuo cree o imagina que la sociedad espera de él. 3) las sensaciones de placer o displacer que el individuo asocie con dicho estímulo y las posibles respuestas. Una excitación sexual de origen químico puede asociarse a una palabra y evocar en la memoria el objeto que dicha palabra denota o connota (por ejemplo el rostro de una persona), o una palabra puede desencadenar por asociación una excitación sexual química. Esto significa que ante un estímulo, la respuesta va a ser variable dependiendo de los factores mencionados. Aparece la toma de decisión que precede a la respuesta, y por lo tanto la respuesta ya no sería automática sino que está mediada por una elección ante distintas alternativas. Si no hubiese elección posible, entonces estaríamos frente a un estímulo-respuesta automático. Pero esto conduce a la paradoja de que estas asociaciones de que se valen la publicidad y el marketing, desencadenan respuestas, por lo tanto estamos nuevamente ante un estímulo-respuesta. Lo que sucede es que la respuesta ha cambiado, pero no deja de ser una respuesta ante un estímulo. Este es el principio fundamental de las terapias conductistas, la capacidad de lograr que un estímulo-respuesta pueda ser creado o modificado por la experiencia. Lo que se conceptualiza como sublimación es la modificación de la respuesta que desencadena un estímulo. Al mismo tiempo, pulsión de vida y pulsión de muerte lo tienen todos los organismos vivos, tal cual Freud mismo lo postuló en sus trabajos, por ejemplo en uno de los últimos: Esquema del psicoanálisis (1938). Esto es una lucha de la materia propiamente viva en su organización, y no una característica de los humanos. Específicamente nos dice que Respecto de la pulsión de destrucción, podemos pensar que aparece como su meta última trasportar lo vivo al estado inorgánico; por eso también la llamamos pulsión de muerte. Si suponemos que lo vivo advino más tarde que lo inerte y se generó desde esto, la pulsión de muerte responde a la fórmula consignada, a saber, que una pulsión aspira al regreso a un estado anterior (...) Esta acción conjugada y contraria de las dos pulsiones básicas produce toda la variedad de las manifestaciones de la vida. Y más allá del reino de lo vivo, la analogía de nuestras dos pulsiones básicas lleva a la pareja de contrarios atracción y repulsión, que gobierna en lo inorgánico. Freud explica en Esquema del psicoanálisis: El poder del ello expresa el genuino propósito vital del individuo. Consiste en satisfacer sus necesidades congénitas. Un propósito de mantenerse con vida y protegerse de peligros mediante la angustia no se puede atribuir al ello. Esa es la tarea del yo, quien también tiene que hallar la manera más favorable y menos peligrosa de satisfacción con miramiento por el mundo exterior. Aunque el superyó pueda imponer necesidades nuevas, su principal operación sigue siendo limitar las satisfacciones. Llamamos pulsiones a las fuerzas que suponemos tras las tensiones de necesidad del ello. Representan {repräsentieren} los requerimientos que hace el cuerpo a la vida anímica. Afirma que el esquema general del aparato psíquico se considera válido también para los animales superiores, semejantes al hombre en lo anímico, y que cabe suponer un superyó siempre que exista un período prolongado de dependencia infantil, como en el ser humano. Freud ya planteaba estos problemas desde sus primeros escritos, como en Proyecto de psicología para neurólogos (1895) donde habla de la vivencia de satisfacción como el mecanismo neuronal necesario para que un objeto que satisface una necesidad, pueda ser posteriormente evocado de modo tal que un organismo pueda volver a satisfacer dicha necesidad. Este mecanismo es necesario para que cualquier organismo aprenda de la experiencia y se oriente en el mundo para satisfacer sus necesidades. Si los organismos vivos no tuviesen dicha vivencia, entonces no podrían aprender a diferenciar los objetos del mundo que pueden ser consumidos, y no podrían diferenciar lo percibido de lo recordado. Recordemos también que existen una enorme cantidad de sociedades no humanas, que incluyen tanto mamíferos como insectos. Si se postula que un organismo humano debe sublimar sus pulsiones por mandato social, no podemos afirmar que la misma situación pero en otros animales es instinto y en humanos es pulsión. Incluso las hormigas requieren del auxilio de otros individuos de su especie para sobrevivir en sus tiempos de inmadurez. Existen especies animales en los que la proporción de tiempos de dependencia respecto a su tiempo de vida máximo son superiores a la de los humanos, como en ciertos cetáceos y en elefantes. Por otra parte, por un lado se afirma que la pulsión carece de objeto fijo, pero por otro lado se afirma que el individuo toda su vida buscará un objeto perdido, o incluso se afirma que el individuo toda su vida buscará un objeto que nunca existió. En definitiva, reducen toda la problemática humana a un único objeto. A partir de ello cabe el siguiente interrogante: ¿Hay algo más rígido que un objeto que se busca toda la vida? ¿Es por esto que cuando se indaga en las distintas teorías que pretenden distinguir entre instinto y pulsión, la diferencia se desvanece?
Estas dos últimas preguntas quedan abiertas y serán retomadas como objeto de un análisis conjunto con todos los integrantes de la clase con el ítem “
Facultad de Ciencia Política y RRII
Carrera Comunicación Social
Cultura y Subjetividad
Prof. Adjunta Susana Copertari.
Año 2008
Ficha Pedagógica Unidad Didáctica Nº 3
La sexualidad humana: Pulsión e instinto. El deseo del sujeto.
Consigna de Trabajo
a) A partir del concepto de instinto y pulsión en Freud, elabora un cuadro comparativo a partir del texto motivador conceptual.
b) Realiza un breve análisis crítico del mismo a fin de socializar en clase las producciones con el resto de los compañeros.
b) Realiza una lectura crítica de los textos que están en el programa que refieren a esta temática luego de la clase motivadora inicial.
c) Elabora una síntesis crítico-reflexiva del tema en no más de una página presentando un “caso” que lo ilustre en alguna publicidad actual para socializar en clase.
Pulsión (del francés pulsión, y ésta del latín pulsio y pulsun y estos del verbo pulsāre: pujar, impeler), en psicoanálisis, impulso psíquico característico de los sujetos de la especie humana, la pulsión sería algo dinámico, en la que influye la propia experiencia del sujeto, y su historia. En cambio, el instinto sería netamente congénito, heredado genéticamente. El instinto es típico de los animales no racionales. Mientras que el instinto posee objetos precisos e inamovibles para su satisfacción, las pulsiones carecen de objetos fijos, predeterminados. Se denominan así pulsiones a las fuerzas derivadas de las tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello; en este sentido las pulsiones se ubican entre el nivel somático y el nivel psíquico. Así como las pulsiones carecen de objetos predeterminados y definitivos; también tienen diferentes fuentes y por ello formas de manifestación, entre ellas: Pulsión de vida o Eros, pulsión de muerte o Thanatos, pulsiones sexuales, pulsión de saber, etc. Freud los términos "instinkt" y "trieb", términos que muchos autores traducen como "instinto". Sin embargo, no significan exactamente lo mismo. Cuando Freud habla de "instinkt" ("instinto") se está refiriendo a los instintos en el sentido ordinario, es decir, a los apetitos innatos y específicos o comunes a todos los individuos de una especie; en cambio, cuando usa el término "trieb" (que se puede traducir como "pulsión" o "impulso") lo hace para referirse a la fuerza que empuja al sujeto -incluidos los apetitos de carácter individual, propios de cada sujeto- hacia una persona, representación u objeto. En su teoría del instinto, Freud propuso primero la existencia de dos grupos de instintos, los instintos del yo o instintos de conservación y los instintos sexuales o libido; posteriormente consideró que los instintos de conservación son la expresión de la libido hacia el propio individuo, por lo que sólo existiría la libido como instinto básico. Finalmente, a partir de 1920, modificó de nuevo su teoría proponiendo los instintos de vida (Eros) y los instintos de muerte (Tanatos) como los instintos básicos del psiquismo humano.
Revisando conceptos:
A fines de s. XIX Sigmund Freud observa que en el ser humano existen motivaciones perentorias y somáticas que escapan a lo instintivo, es más: pueden ir contra lo instintivo; de hecho, la "conducta" humana es un conjunto de "conductas" extremadamente variables que superan a la definición característica del instinto. Con todo, durante algunos años mantiene la denominación de "instinto" ("Instinkt" escribe en alemán). Aún sin una designación definitiva, en 1905, en los "Tres ensayos para una teoría sexual" explica ya claramente la diferencia entre instinto y pulsión: pulsión designa al impulso provocado ante una excitación y una tensión corporal, tensión que tiende hacia diversos objetos y que si accede a ellos sólo se descarga momentáneamente; la pulsión -a diferencia del instinto- nunca queda satisfecha completamente. Sin embargo veremos más adelante que estas conceptualizaciones son muy debatidas. En 1910 Freud introduce el concepto de pulsión sexual (la teoría psicoanalítica "clásica" siempre ha enfatizado lo libidinal de las pulsiones) por semejanza con el concepto de "pulsión de nutrición" (en efecto, nada casualmente, en alemán la palabra Lust tiene los significados normativos de "hambre", "apetito", "ganas", "inclinación", "gusto"). Sin embargo será clave el uso por parte del mismo Freud de otra palabra alemana para denominar y conceptualizar a estos impulsos metainstintivos, el uso de la palabra Trieb que luego se traducirá al español mediante la palabra pulsión.
Las pulsiones: momentos y dimensiones en torno a ellas.
Freud distinguió diversos momentos y "dimensiones" de una pulsión:
1. La fuente, que tiene su origen en lo somático y que se traduce por una tensión, una suerte de impulso (en alemán: Drang).
2. El Drang (Esfuerzo) mismo, es decir la tensión interior que se traduciría en Trieb (pulsión).
3. La meta que se puede encontrar en un estado pasivo o activo.
4. El objeto de la pulsión, que en lo real es un medio bastante accesorio ya que sólo sirve para disminuir temporalmente la tensión inherente a la pulsión.
Estadios pulsionales
En la teoría "clásica" freudiana, originalmente todas las pulsiones se concebían como derivadas de una pulsión basal (casi totalmente instintiva): la Pulsión de vida, cuyo objeto es la autoconservación del individuo (luego, se verá, el mismo Freud evolucionó y modificó tal opinión).
La posibilidad de que ocurran los estadios o fases pulsionales son uno de los factores genéticos involucrados en las pulsiones, en efecto, se dan por etapas según va madurando el sistema nervioso de cada individuo; en cada etapa se produce un desarrollo neurológico específico en áreas que formarán partes focales del conjunto de las zonas erógenas.
Derivada de la pulsión de vida, es la pulsión por nutrirse, sin embargo las derivaciones más complejas e interesantes son las que aparecen en fases o estadios, y estas son las siguientes:
1. Fase oral: ocurre entre el nacimiento y los 18 meses; la zona erógena casi exclusiva es la boca (el neonato recién comienza a "centrar" su psiquismo en un objetivo: nutrirse.3
2. Fase anal: entre los 18 y los 36 meses. Debido al desarrollo del control de los esfínteres anales, el o la infante experimenta sensaciones placenteras al poder tener un cierto primer control de su cuerpo, el de poder retener o expulsar los excrementos.4
3. Fase fálica (o -mejor- uretral): ocurre entre los 3 a 6 años, el niño o la niña pueden en esta etapa controlar sus esfínteres uretrales y será un esbozo anticipatorio de la fase genital. Freud nota que en la fase fálica se da la constitución definitiva (aunque no su terminación, ya que el edipo existe activamente durante toda la vida del sujeto) del edipo de cada sujeto.
4. Complejo de castración y sepultamiento del complejo de Edipo: en este momento se produce un quiebre, o puede no darse. Por esto es un momento crucial en la evolución del aparato psíquico. Pero esta no es una fase o un período, sino un proceso mediante el cual se produce una reorganización de las experiencias y de la posición subjetiva. Esta reorganización es fundamental para la organización de las pulsiones.
5. Período de latencia: entre los 6 años y la pubertad existe una fuerte sublimación espontánea de los sentimientos libidinales, el período de latencia (por razones evolutivas existe para facilitar una integración cultural del sujeto).
6. Fase genital: Desde la pubertad en adelante, cuando se encuentra ya configurado el edipo; en esta fase se desarrollan y devienen en cada sujeto los intereses sexuales ya determinados ("inclinaciones sexuales" etc.).
Posteriormente Jacques Lacan observa dos pulsiones más, tal cual las expresa a partir de su Seminario XI. Estas son la:
1. Pulsión escópica: centrada en la mirada, relacionada primordialmente a Lo Imaginario, la pulsión escópica se configura a partir del estadio del espejo, cuando el sujeto posee la capacidad de percibir imágenes -y sobre todo- percibirse a "sí mismo" como una unidad. No confundir este sí mismo con el self de la psicología y psicoanálisis anglosajón. Es la base de la capacidad estética de cada sujeto.
2. Pulsión invocante: asociada al momento de suficiente desarrollo de las áreas cerebrales del lenguaje y de síntesis. La pulsión invocante es la pulsión dirigida a la voz de palabra inteligible, de este modo el deseo del Otro llega al sujeto principalmente mediante el soporte de la voz.7
A lo sumo puede decirse que la fijación edípica de un sujeto en un determinado estadio pulsional tiende a incidir en su actividad psíquica; por ejemplo una fijación en la pulsión oral puede estar relacionada con ciertas actitudes adictivas (aunque difícilmente sea el origen de una adicción) -se da el ejemplo del fumar, beber, la bulimia, o el caer en actitudes pasivas (tal cual el neonato es "pasivo" cuando está lactando). Del mismo modo puede ser opinable el supuesto según el cual una fijación en la pulsión anal genera conductas de avaricia, ya que el avaro estaría inconscientemente haciendo una reminiscencia de la retención placentera de las heces (tal cual ocurre en los niños pequeños) al retener en su adultez las riquezas (que le metaforizarían a las heces), o que la fijación en la pulsión anal genera conductas sadomasoquistas, etc. Lo cierto es que las fijaciones inconscientes en ciertos estadios pulsionales resultan en cuadros bastante más variables y complejos, menos puerilmente esquemáticos.
Las pulsiones y sus destinos
El psicoanálisis "clásico" ha considerado que muchas de las afecciones psíquicas se deben a una "fijación" del edipo en un determinado estadio pulsional antes del período de latencia; si esto es cierto también es cierto que resulta algo esquemático. Lacan postula una dinámica de las pulsiones: toda pulsión es originada a partir de una "falta original" (de objeto instintivo), falta que es representada por el objeto a. Desde tal momento de "falta" el deseo se traduce en pulsiones, cada pulsión se dirige a una momentánea meta (o goal) que está gravitada por el objeto a, de este modo la pulsión intenta alcanzar al objeto a pero sólo hace un rodeo en el cual puede acceder a objetos momentáneos de satisfacción momentánea, luego la pulsión -siempre insatisfecha- vuelve a iniciar el proceso recién descripto. Para contextualizar a Lacan y su obra podemos decir que Jacques-Marie Émile Lacan, nace el 13 de abril de 1901 en París; y muere el 9 de septiembre de 1981 en París, fue un médico psiquiatra y psicoanalista francés conocido por los aportes teóricos que hiciera al psicoanálisis basándose en una nueva lectura de Freud que incorpora elementos del estructuralismo y de la lingüística estructural. Lacan buscó reorientar el psicoanálisis hacia la obra original de Freud, ya que consideraba que el psicoanálisis post-freudiano se había desviado cayendo en una lógica a veces biologicista, u objetivadora de la realidad. Reinterpretó y amplió la práctica psicoanalítica, construyendo una lectura de la obra freudiana basada en el concepto de estructura y a formular la tesis por la que se lo identifica:
«El inconsciente está estructurado 'como' un lenguaje»
Con esta formulación Lacan afirma realizar un retorno a la concepción de inconsciente propuesta por Freud, al tiempo que se distancia de la posición de los teóricos de las relaciones objetales (psicólogos del yo), quienes intentan dar un lugar al inconsciente. Con su concepto, Lacan pone al inconsciente en la imposibilidad de representar los Objetos reales de manera absoluta en el lenguaje. Lo inconsciente remitiría a lo no-dicho en el lenguaje. Las nociones lingüísticas tomadas de Ferdinand de Saussure se hacen en su obra aplicables a la relectura de Freud. Modificando algunas de las fórmulas relativas al significante, Lacan introduce el concepto de lógica del significante para reexplicar la teoría freudiana. La importancia de lo lingüístico en la reformulación lacaniana del psicoanálisis lo llevó a modificar numerosas ideas de la práctica clínica y a proponer un complejo esquema de constitución psíquica del hombre. El yo se constituye en un reconocimiento en torno a la imagen del otro o en su imagen en el espejo. A esta instancia Lacan la llamó el Estadio del espejo.
Su obra, lejos de haber cosechado aceptación universal, es fuente de grandes controversias (incluso dentro de la comunidad psicoanalítica). Los filósofos Slavoj Zizek y Alain Badiou han sido algunos de sus más fuertes defensores. En contrapartida, Lacan fue objeto de críticas epistemológicas, como del lingüista Noam Chomsky, y filosóficas por parte de Jacques Derrida y de autores feministas.
Por su parte Freud, hacia 1920, abandona el llamado "optimismo pulsional", y recoge los aportes de una discípula (Sabina Spielrein) que le habla de pulsión de muerte como contrapeso de la pulsión de vida. Y es a partir de su célebre obra Jenseits der Lustprinzips (traducida como: Más allá del principio de placer) que replantea los destinos pulsionales: a la pulsión de vida (o Eros), que propende a la unidad, la organización de sistemas complejos y asociaciones proactivas se opondría una pulsión de muerte (o Thánatos), que tiende a la disgregación, la disipación, el retorno a lo inanimado; pero, si la pulsión de muerte es (como luego postula Lacan) una (dis)torsión de la pulsión de vida, en cuanto tal distorsión tiene connotaciones de violencia; es el mismo Freud quien hipotetiza una salida a tal derivación violenta de lo pulsional, aunque esta salida tampoco es optimista (al menos no en el sentido vulgar); en última instancia -piensa Freud en los últimos años de su vida, mientras padece la agonía- el destino de las pulsiones parece resolverse en un principio de Nirvana, en algo que pareciera paradojal: "el deseo de cesar de desear", aunque la paradoja se resuelve si se entiende que el principio de nirvāna postulado por Freud es el deseo de dejar de estar adherido al placer o goce, en una disipación ya exenta de conflictos y, por ende, de sufrimientos.
Algunas críticas para tener en cuenta en el análisis:
La diferencia entre instinto, impulso y pulsión es materia de discusión puesto que muchos psicólogos consideran que instinto o impulso, y pulsión serían conceptos equivalentes. La explicación es que los conceptos son creaciones del lenguaje, y no entidades con existencia propia. Las diferencias serían de semántica e interpretación, no de existencia ontológica. Estas diferencias semánticas han sido establecidas no por Freud, sino por sus seguidores al traducir los textos y comentarlos. Los instintos también tienen las características de la pulsión. Por un lado, tienen los cuatro componentes que se atribuyen a la pulsión. Por otro lado los objetos en los animales no humanos no son predeterminados y definitivos, por eso se los puede entrenar y por eso se pueden domesticar muchas especies animales. En etología se sabe que se puede lograr que ciertos animales copulen con objetos, si estos objetos son diseñados con las características adecuadas. Al mismo tiempo los animales no humanos también aprenden de la experiencia y por lo tanto los instintos son muy flexibles igual que el concepto de pulsión. No es posible afirmar que las pulsiones no se satisfacen y que el instinto se satisface. En efecto, las pulsiones tienen una satisfacción temporal, pues de lo contrario la conducta quedaría paralizada. El individuo ante una pulsión que siempre tiene origen somático busca satisfacerla y puede lograrlo por un cierto tiempo, hasta que la pulsión nuevamente exija nueva satisfacción. La pulsión sería la alarma o indicador psíquico de una necesidad somática. Si las células del cuerpo necesitan agua H2O, el aparato psíquico recibe una señal equivalente a las sensaciones de sed. Ante dicha sed el organismo recurre a su experiencia para intentar saciar dicha sed, y lo logrará por ejemplo, bebiendo de una fuente de agua. Pero esto sucede exactamente igual con los instintos o impulsos biológicos: aparece un impulso instintivo, como ser hambre y el organismo actuará para obtener alimento y comer de modo tal que la necesidad quede satisfecha, hasta que nuevamente se repita esta necesidad en un momento posterior. Como se puede ver, un instinto o impulso es temporalmente satisfecho, del mismo modo que el postulado para las pulsiones. También hay que recordar que muchas especies pueden aprender a realizar conductas al escuchar órdenes emitidas verbalmente por humanos, o bien mediante mensajes sonoros, visuales o de otro tipo. Esto implica que su conducta puede ser modificada por el lenguaje y por la cultura, en principio la cultura humana. Se afirma que los animales no racionales tienen instinto, pero no pulsión, y que el instinto es un reflejo automático del tipo estímulo-respuesta, pero que la pulsión no tiene dicha característica. En principio, se podría afirmar que los humanos son los únicos animales con lenguaje hablado. Comunicarse se comunican todos los organismos vivos, e incluso las máquinas, pero se afirma que el humano es el único que se comunica mediante el lenguaje hablado y que el lenguaje hablado tiene la característica de la polisemia. Esta característica de la polisemia, se acompaña de la capacidad imaginativa, por lo cual es posible todo tipo de tropos y modificaciones. Esto implica que cualquier palabra que un individuo, mediante asociaciones semánticas o fonéticas o visuales, logre vincular con alguna sensación, dicha palabra quedará asociada a la sensación. La publicidad y el marketing se valen de esta característica, y la semiótica y semiología estudian estas cualidades de los signos. De este modo, entre el estímulo y la respuesta, existiría un intermediario, que es el lenguaje, o mejor dicho, 1) las reglas y mandatos sociales que han sido fijados en la memoria del individuo, 2) lo que el individuo cree o imagina que la sociedad espera de él. 3) las sensaciones de placer o displacer que el individuo asocie con dicho estímulo y las posibles respuestas. Una excitación sexual de origen químico puede asociarse a una palabra y evocar en la memoria el objeto que dicha palabra denota o connota (por ejemplo el rostro de una persona), o una palabra puede desencadenar por asociación una excitación sexual química. Esto significa que ante un estímulo, la respuesta va a ser variable dependiendo de los factores mencionados. Aparece la toma de decisión que precede a la respuesta, y por lo tanto la respuesta ya no sería automática sino que está mediada por una elección ante distintas alternativas. Si no hubiese elección posible, entonces estaríamos frente a un estímulo-respuesta automático. Pero esto conduce a la paradoja de que estas asociaciones de que se valen la publicidad y el marketing, desencadenan respuestas, por lo tanto estamos nuevamente ante un estímulo-respuesta. Lo que sucede es que la respuesta ha cambiado, pero no deja de ser una respuesta ante un estímulo. Este es el principio fundamental de las terapias conductistas, la capacidad de lograr que un estímulo-respuesta pueda ser creado o modificado por la experiencia. Lo que se conceptualiza como sublimación es la modificación de la respuesta que desencadena un estímulo. Al mismo tiempo, pulsión de vida y pulsión de muerte lo tienen todos los organismos vivos, tal cual Freud mismo lo postuló en sus trabajos, por ejemplo en uno de los últimos: Esquema del psicoanálisis (1938). Esto es una lucha de la materia propiamente viva en su organización, y no una característica de los humanos. Específicamente nos dice que Respecto de la pulsión de destrucción, podemos pensar que aparece como su meta última trasportar lo vivo al estado inorgánico; por eso también la llamamos pulsión de muerte. Si suponemos que lo vivo advino más tarde que lo inerte y se generó desde esto, la pulsión de muerte responde a la fórmula consignada, a saber, que una pulsión aspira al regreso a un estado anterior (...) Esta acción conjugada y contraria de las dos pulsiones básicas produce toda la variedad de las manifestaciones de la vida. Y más allá del reino de lo vivo, la analogía de nuestras dos pulsiones básicas lleva a la pareja de contrarios atracción y repulsión, que gobierna en lo inorgánico. Freud explica en Esquema del psicoanálisis: El poder del ello expresa el genuino propósito vital del individuo. Consiste en satisfacer sus necesidades congénitas. Un propósito de mantenerse con vida y protegerse de peligros mediante la angustia no se puede atribuir al ello. Esa es la tarea del yo, quien también tiene que hallar la manera más favorable y menos peligrosa de satisfacción con miramiento por el mundo exterior. Aunque el superyó pueda imponer necesidades nuevas, su principal operación sigue siendo limitar las satisfacciones. Llamamos pulsiones a las fuerzas que suponemos tras las tensiones de necesidad del ello. Representan {repräsentieren} los requerimientos que hace el cuerpo a la vida anímica. Afirma que el esquema general del aparato psíquico se considera válido también para los animales superiores, semejantes al hombre en lo anímico, y que cabe suponer un superyó siempre que exista un período prolongado de dependencia infantil, como en el ser humano. Freud ya planteaba estos problemas desde sus primeros escritos, como en Proyecto de psicología para neurólogos (1895) donde habla de la vivencia de satisfacción como el mecanismo neuronal necesario para que un objeto que satisface una necesidad, pueda ser posteriormente evocado de modo tal que un organismo pueda volver a satisfacer dicha necesidad. Este mecanismo es necesario para que cualquier organismo aprenda de la experiencia y se oriente en el mundo para satisfacer sus necesidades. Si los organismos vivos no tuviesen dicha vivencia, entonces no podrían aprender a diferenciar los objetos del mundo que pueden ser consumidos, y no podrían diferenciar lo percibido de lo recordado. Recordemos también que existen una enorme cantidad de sociedades no humanas, que incluyen tanto mamíferos como insectos. Si se postula que un organismo humano debe sublimar sus pulsiones por mandato social, no podemos afirmar que la misma situación pero en otros animales es instinto y en humanos es pulsión. Incluso las hormigas requieren del auxilio de otros individuos de su especie para sobrevivir en sus tiempos de inmadurez. Existen especies animales en los que la proporción de tiempos de dependencia respecto a su tiempo de vida máximo son superiores a la de los humanos, como en ciertos cetáceos y en elefantes. Por otra parte, por un lado se afirma que la pulsión carece de objeto fijo, pero por otro lado se afirma que el individuo toda su vida buscará un objeto perdido, o incluso se afirma que el individuo toda su vida buscará un objeto que nunca existió. En definitiva, reducen toda la problemática humana a un único objeto. A partir de ello cabe el siguiente interrogante: ¿Hay algo más rígido que un objeto que se busca toda la vida? ¿Es por esto que cuando se indaga en las distintas teorías que pretenden distinguir entre instinto y pulsión, la diferencia se desvanece?
Estas dos últimas preguntas quedan abiertas y serán retomadas como objeto de un análisis conjunto con todos los integrantes de la clase con el ítem “
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